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Emotivo funeral por el diplomático Jaime Ruiz del Arbol

Los restos mortales de Jaime Ruiz del Arbol, primer secretario de la embajada de España en Guatemala y víctima del brutal asalto realizado por la policía guatemalteca a la cancillería española, recibieron cristiana sepultura en el cementerio municipal de Toro (Zamora), su ciudad natal, en las primeras horas de ayer tarde.María Dolores Cruz Moratinos, viuda del diplomático fallecido, fue despedida en el aeropuerto de La Aurora, de Guatemala, por centenares de españoles residentes en este país, que protagonizaron, rigurosamente vestidos de luto, emotivas escenas de preocupación y dolor al despedirse de la esposa de la víctima, que diría entre lágrimas: «Me voy sin rencor de Guatemala.» Sus hijos Jaime y Lola, dos pequeños aún ajenos a la tragedia, la acompañaban en el vuelo hacia Madrid, que transportaba también el féretro con los restos de su esposo envuelto en una bandera nacional.

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El nuncio del Vaticano ofició la misa funeral en el Ministerio de Asuntos Exteriores

(Viene de primera página.)A las seis y media de la mañana de ayer, con cuarenta minutos de adelanto sobre el horario previsto, María Dolores Cruz Moratinos fue recibida en Madrid, al pie del avión, por Manuel Alabart, primer introductor de embajadores. Momentos después comenzaron a llegar numerosas personas al salón de autoridades del aeropuerto. El ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, y su esposa fueron de las primeras personas en darle el pésame a María Dolores, quien, emocionada, diría a los informadores: «Hemos dejado mucho en Guatemala y el mundo se ha terminado para mí.» Posteriormente llegó el ministro de la Presidencia, José Pedro Pérez Llorca, el padre de la viuda y numerosos compañeros del diplomático fallecido. A las siete de la mañana, cerca de sesenta personas se habían congregado en el salón de autoridades de Barajas.

Hora y media más tarde, el féretro, rodeado con la bandera nacional, era introducido en un furgón fúnebre y escoltado por motoristas de la Policía Municipal hasta el Ministerio de Asuntos Exteriores, donde el nuncio apostólico, monseñor Dadaglio, ofició una misa.

Unas cuatrocientas personas asistieron al funeral, celebrado en uno de los patios del palacio de Santa Cruz. La viuda de Ruiz del Arbol, acompañada del hermano de la víctima y de su esposa, presidieron el acto. En el banco oficial se situaron los ministros de Asuntos Exteriores, Hacienda y Presidencia del Gobierno, señores Oreja. García Añoveros y Pérez Llorca, respectivamente. Otros altos cargos de la Administración. funcionarios de Exteriores y sobre todo, miembros de la carrera diplomática siguieron en silencio la misa, e cuya homilía diría monseñor Dadaglio: «Que el sacrificio de esta víctima inocente sirva para trabajar en favor de la justicia y de la paz.»

Al término de la ceremonia María Dolores Cruz Moratinos recibió llorando la Gran Cruz de Carlos III, que le fue entregada por el ministro Oreja a la puerta del palacio de Santa Cruz, desde donde la comitiva fúnebre inició su viaje hacia la ciudad de Toro. En el furgón que transportaba el ataúd entró una corona de flores con los colores nacionales, que fue enviada por los Reyes de España.

Finalizado el duelo, los con pañeros del finado comentaban la ilusión de Ruiz del Arbol por trabajar en la carrera diplomática, en la que tardó en entrar, aquejado de una enfermedad, y que Guatemala era su primer destino en el exterior. Debió regresar a Madrid el pasado mes de agosto, pero prefirió quedarse trabajando con Máximo Cajal.

El segundo comentario del día lo provocaron unas declaraciones a El Periódico, de Barcelona, del presidente de Europa Press, José Mario Armero, en las que, a raíz del incidente de Guatemala, el abogado decía que «las embajadas no sirven» y que entre las causas del asalto a la embajada destacaban que «el embajador estaba fuera de juego» y que «el palacio de Santa Cruz no se preocupaba por Guatemala». Estas palabras fueron duramente criticadas por su contenido y por el momento de su difusión, y se espera que los primeros responsables del Ministerio exijan una explicación al señor Armero.

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