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Urgente viaje de Helmut Schmidt a París para acordar medidas conjuntas frente a la Unión Soviética

Un día antes de lo programado, el canciller de la República Federal de Alemania (RFA), Helmut Schmidt, iniciará mañana a las seis de la tarde, en París, una jornada de trabajo especial con el presidente francés Giscard d'Estaing. El jefe del Gobierno de Bonn va acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, Hans Dietrich Genscher, y catorce altos funcionarios. En Bonn se da ya por seguro que la suerte estará echada al comienzo de semana, en lo tocante a una postura de la RFA respecto de las medidas de réplica elaboradas en la Casa Blanca contra la Unión Soviética.El aplazamiento de la visita a Bonn del ministro húngaro de Asuntos Exteriores, Puja, parece haber convencido al Gobierno federal de que, por ahora, los países del este europeo desean un período de distanciamiento diplomático respecto de Alemania occidental. Algún diario conservador habla de una verdadera «confabulación». De hecho, la pertenencia al mismo bloque militar y político explica esta unidad de criterios, unidad reforzada estos días mediante contactos directos en el Kremlin con algunos jefes de Gobierno de los países aliados, como los de Polonia y Bulgaria. Mientras el este europeo «capea» el temporal, aplazando visitas e insistiendo en que sigue abierta la puerta para el futuro, la RFA pasa progresivamente a la ofensiva. En este sentido, el canciller confía en poder llegar ahora a un acuerdo con el presidente francés y ofrecer así a la opinión internacional una postura conjunta de la comunidad europea. La oposición democristiana también es contraria a decisiones en solitario en la crisis actual.

Las reservas francesas, a nivel de asamblea nacional, sobre un boicot olímpico se interpretan en Bonn como mucho más claras que en el caso del Bundestag. La televisión federal ha anticipado ya, a su vez, que no transmitirá los Juegos de Moscú, aunque acudan a ellos los deportistas de la RFA, si el Gobierno optase por el boicot. Sin embargo, los mismos atletas se muestran desanimados por la incertidumbre: el Comité Olímpico alemán dio ayer la orden de que prosigan los entrenamientos, pero esto no ha bastado para devolverles el entusiasmo. El mismo decaimiento afecta a la visita del viceministro de Comercio Exterior polaco, Dlugosz, que es el primer político del este europeo llegado a la RFA tras el desencadenamiento de la crisis afgana. Hace unos días, el ministro federal de Economía, Graf Lambsdorff, decidió aplazar una visita suya a Varsovia, «por problemas de calendario».

La urgencia con que Schmidt va a París es proporcional a la prisa que tiene la oposición democristiana por ver a la RFA definitivamente comprometida con el «espíritu Carter».

En Bonn se ha observado con atención el que Gran Bretaña y Francia hayan decidido reforzar sus flotas de guerra y su presencia en el Índico. Alemania es remisa a este tipo de decisiones y preferiría interpretar la opinión del ex ministro norteamericano de Asuntos Exteriores, Kissinger, sobre una «división de competencias» entre Estados Unidos y Europa, eligiendo para sí misma el papel de quien confía en una reactivación de la distensión, dejando a Norteamérica el del ejercicio de la fuerza o de la disuasión armada. Este comentario de la emisora WDR no concuerda con la opinión del experto democristiano en cuestiones de defensa, Manfred Woerner, que sugería ayer la necesidad de que los europeos «alivien a Estados Unidos, asumiendo responsabilidades en el sector logístico».

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