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Curas vascos piden al Papa apoyo a la causa nacionalista

Doscientos cincuenta sacerdotes de las diócesis de Bilbao, Vitoria, Pamplona, San Sebastián y Bayona ha dirigido al Papa una carta colectiva, entregada el pasado día 25 en la nunciatura apostólica de Madrid, en la que llaman la atención de Juan Pablo II sobre determinados aspectos de la situación actual en el País Vasco.El documento comienza por mostrar el «desasosiego y confusión» producido en los firmantes por «las graves carencias y parcialidades» que detectan en la intervención del Papa sobre Euskadi en los días en que se produjo el secuestro del diputado Javier Rupérez. A juicio de los firmantes, el olvido por parte del Pontífice de «los cientos de personas vascas encarceladas, de su situación y de los motivos de fondo que los han llevado a la cárcel» constituye «una injusticia muy grave».

Considerando que la causa de la actitud papal pueda haber sido la falta de información, los sacerdotes firmantes incluyen un dossier sobre torturas en el País Vasco durante 1979, elaborado con la ayuda de letrados y testimonios de los propios torturados. «¿Dónde queda», se preguntan los firmantes, «la ratificación por el Estado español de la Declaración de los Derechos Humanos?»Otro punto abordado por el escrito es el de los refugiados políticos vascos, que, junto con las torturas, «son simplemente un indicador, un termómetro, de una realidad más profunda, ética y política, que está a la raíz misma de nuestra situación». Dicha raíz es, a juicio de los firmantes, el intento por parte del poder de «disminuir o anular la conciencia de nuestra identidad, nuestra historia, nuestra cultura, nuestra lengua».

Más adelante, a propósito de la «desmembración territorial de Euskadi Norte y Navarra» acusa a la Iglesia de «pecado de complicidad con la política desintegradora de los poderes centrales» por mantener la «actual dispersión de las diócesis vascas, en mezcolanza con las de otros pueblos. en varias provincias eclesiásticas».

Tras una mención a la «Constitución, que el pueblo vasco rechazó» y a los límites del Estatuto de Autonomía, el escrito finaliza preguntando al Pontífice: «¿Se atrevería Su Santidad a pedir el cese de las torturas en nuestro pueblo? ¿Pedirá la libertad de nuestros hermanos presos y exiliados? ¿Exigirá la libertad de nuestro pueblo? ¿Rogará que nuestro pueblo tenga y dé una amnistía total? Es lo que con esperanza y fe rogamos a Su Santidad que haga para poderlo volver a ver desde Euskal Herria como continuador y representante de Jesús.»

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