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Elías Díaz dicta un curso sobre la Institucion Libre de Enseñanza

Elías Díaz y Francisco Laporta, profesores ambos de Filosofía del Derecho en la Universidad de Madrid, dan un ciclo de conferencias en la Fundación Juan March con el tema general de la Institución Libre de Enseñanza. De ellas -dijo a EL PAÍS Elías Díaz-, «el tema de la pedagogía en la Institución corresponde a Francisco Laporta, mientras que yo me ocuparé de los aspectos culturales, políticos y de pensamiento de la Institución, entendiendo por ellos los que se refieren a sus antecedentes filosóficos e históricos, a lo propiamente institucional y a las consecuencias de esta escuela, que, a mi modo de ver, ha sido el mas Ímportante acontecimiento cultural ocurrido en España desde el siglo XIX hasta la guerra civil».« Hay que partir», dijo Ellas Díaz a EL PAÍS, «de que todo este movimiento cultural arranca del célebre viaje de Sanz del Río a Alemania en 1843. Sanz del Río fue allá a estudiar la nueva filosofia alemana: es decir, a entrar en contacto con Kant, con Hegel, con Fichte, con Krause. Dentro de esta corriente idealista y amplia estaba precisamente Krause, el filósofo muerto muy pocos años antes de este viaje, como el propio Hegel, pero que todavía en la universidad a que llega Sanz del Río vive en un ambiente de discusión y crítica. En aquellos años, por ejemplo, Marx está criticando -y estudiando- a Hegel y la nueva filosofia alemana en Berlín. Pues bien, esa incorporación de la filosofia alemana, y de Krause especialmente, y su transformación por los pensadores españoles es la que dio lugar a esa escuela que aquí se llamó el krausismo.»

«En 1876, de ese movimiento krausista nació la Institución Libre de Enseñanza. Así que están las dos figuras claves de este movimiento: el padre, que es Julián Sanz del Río, y el fundador de la Institución, que es Francisco Giner de los Ríos.»

«El valor fundamental de la Institución Libre de Enseñanza», sigue diciendo Elías Díaz, «está en que incorporó a España una filosofia moderna y europeísta, racionalista y, por tanto, contraria a la escolástica imperante, liberal y muy crítica del absolutismo católico y reaccionario del siglo, una filosofia y un pensamiento de ruptura con el integrismo general, y, desde el punto de vista estrictamente político, la Institución cobijó la antítesis del casticismo, del absolutismo, de la reacción.» «Por otra parte, y contra lo que algunos creen la filosofía krausista tenía una base religiosa, que, naturalmente no era la de Menéndez y Pelayo. Eran religiosos, pero no católicos.»

Del krausismo, de la Institución Libre de Enseñanza, se han rastreado influencias en todas las corrientes liberadoras de la historia de España, y también en todos los movimientos intelectuales. Por ejemplo, en la generación del 98, en los movimientos anarquistas, en el socialismo. Sobre este tema dice Elías Díaz: «Respecto a la generación del 98, hay, efectivamente influencias de la Institución, pero también hay muchas y hondas diferencias. El krausismo es, en general, más afirmativo, más constructivo. Los del 98 fueron más complejos quizá, y más contradictorios... Estas contradicciones son las que permiten, por ejemplo, esas lecturas parciales que se hacen de los hombres del 98, como Unamuno o Azorín, con las que se intenta ensanchar la base intelectual del pensamiento reaccionario.»

«En cuanto a la relación entre el krausismo y el anarquismo», sigue diciendo, «estas dos corrientes coinciden en lo que tienen de crítica a Hegel, ambas en el mismo sentido: porque piensan que la totalidad hegeliana disuelve el individuo. Además, para las dos corrientes, la sociedad se concibe como una federación de asociaciones. La separación histórica llegó sobre todo a partir de cierta radicalización de grupos anarquistas: mientras los primeros eran una filosofla de orden, que confiaba en la cultura y el progreso para el cambio social evolutivo de la sociedad -y en casi cien años, la presencia de estos hombres fue realmente revolucionaria en la sociedad española-, la acción directa y la violencia marcaron un límite en sus contactos.»

El porqué de la persecución franquista a la Institución lo explica Ellas Díaz: «No eran revolucionarios estrictamente, pero tenían un ideal claro, casi un siglo de experiencia y logros muy concretos. Eran muy resistentes y resultaron ser el peor enemigo. Nadie mejor que los propios franquistas para saberlo, y como dato significativo, dos publicaciones: el libro de Enrique Súñer, primer depurador cultural de Franco en Burgos, titulado Los intelectuales y la tragedia española, y el colectivo de Artigas y Martín Sánchez-Juliá, entre otros, titulado Una poderosa fuerza secreta: la Institución Libre de Enseñanza.»

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