Constante vigilancia policial sobre Sajarov
Las primeras informaciones sobre las condiciones de vida del académico Andrei Sajarov en su destierro de Gorki fueron facilitadas el domingo por un amigo del premio Nobel de la Paz, el físico Marc Kovner, que trabaja en la universidad de la citada ciudad soviética. Kovner ha indicado que Sajarov se encontraba «bien de moral», aunque vivé bajo una vigilancia policial constante. No está autorizado a traspasar los límites de la ciudad, y las autoridades le han informado que no debe mantener contactos con extranjeros ni con elementos calificados como «criminales», bien sea por carta o por teléfono.
Tampoco debe mantener contactos con sus hijos, que residen en el extranjero, y está obligado a presentarse cada diez días ante la policía.
El matrimonio Sajarov dispone de tres habitaciones, cuarenta metros cuadrados, en un apartamento comunitario en el que vive una señora mayor, que se autopresenta como «patrona del apartamento».
Carece de teléfono pero en el edificio contiguo hay una oficina de correos, en la que no obstante, el teléfono para llamadas interurbanas automáticas se ha averiado misteriosamente.
Las personas que visitan al académico -son numerosas desde que su dirección fue difundida por las emisoras occidentales en sus programas en ruso— son interpeladas sistemáticamente por la policía cuando abandonan el edificio, bajo varios pretextos, desde sospechas de robo hasta, incluso, de asesinato. Una joven ha sido condenada a treinta rublos de multa (unas 3.500 pesetas) por «resistencia a la fuerza publica».
El propio Marc Kovner que ha suministrado estas informaciones fue interrogado por la policía el pasado viernes en la estación de Gorki, cuando se disponía a desplazarse a Moscú en misión de trabajo. La policía le retuvo durante la mayor parte de la noche diciéndole que era sospechoso en el robo de una mochila
