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El jefe de la OTAN advierte sobre una guerra relámpago en Europa

La intervención soviética en Afganistán ha dado pie a una confrontación de pareceres entre el comandante en jefe de las tropas de la OTAN, general William Rogers, y el canciller Helmut Schmidt. Para el primero, existe el peligro de una guerra relámpago de la Unión Soviética contra Europa occidental. El canciller opina que afirmar eso significa fomentar el pánico y también no valorar en lo que corresponde los sistemas de alerta de que dispone el continente. Mañana, jueves, el canciller presentará una declaración de Gobierno en la que se incluirá, quizá, un informe sobre su viaje a Madrid y, sobre todo, la última postura de Bonn respecto a las medidas de réplica norteamericanas respecto de Irán y Afganistán. Ello significará también una respuesta a los temores del general Rogers.El gran temor de Helmut Schmidt parece ser, desde hace una semana, no ya si son aún viables sus próximos viajes a Berlín oriental y Moscú, cuyo aplazamiento pide la oposición, sino el rápido deterioro de la confianza que despertó la década de distensión recién concluida. La prensa repite estos días que el propio lenguaje se ha militarizado hasta extremadamente. Como dato significativo baste reseñar que dos tercios de los asistentes al congreso sobre seguridad organizado por el CDU y celebrado en Bonn el pasado fin de semana eran precisamente oficiales de alta graduación y que el lenguaje utilizado por los ponentes fue más propio de la mesa de operaciones de un frente que de un partido político.

Los temores de quienes hablan ya sin paliativos en este país de posibilidades de una tercera guerra mundial, se orientan especialmente hacia Yugoslavia. Según informaciones fidedignas, en Austria se ha trazado un plan para la defensa del país con vistas a lo que pueda ocurrir si el mariscal Tito se ve obligado a abandonar el poder próximamente. Milovan Djilas, el teórico más destacado del PC yugoslavo, del que fue secretario general, promotor de la ruptura con Moscú en 1948, depuesto en 1954 de sus funciones, ha respondido brevemente a dos cuestiones planteadas telefónicamente por EL PAÍS. Para él, «analizando la actual situación internacional con cierta perspectiva, cabe imaginar una posible nueva guerra, pero tal posibilidad no parece que esté a la vuelta de la esquina». Djilas es más pesimista respecto de su país, con vista al período pos-Tito: «no puedo explicar en estos momentos las razones de mi pesimismo, pero tengo que reconocer que veo oscuro el futuro inmediato de mi país.» La situación general, e implícitamente también la particular, comparte esta impresión estos días. La revista Nin se pregunta en su último número: «¿No recuerda la actual situación a aquella otra, con los mismos errores que hoy parecen repetirse, en la que Checoslovaquia fue inmolada por los tratados de Munich de 1938, dando así paso a la segunda guerra mundial?». El periódico Delo, órgano del PC esloveno, ha comentado que la intervención soviética en Afganistán «amenaza de un modo catastrófico la distensión», y duda de que antes de la Conferencia de Seguridad de Madrid pueda mejorar el clima.

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