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Antología de Miguel Hernández para niños

«Miguel Hernández no es un poeta que escribiera ocasionalmente para niños, sino que él mismo es un niño; un niño-poeta o un poeta-niño», dijo Francisco Esteve, periodista y antólogo de la primera edición de la obra hernandiana pensada y dirigida al lector infantil, publicada por Ediciones de la Torre, con el título Miguel Hernández para niños. Se presentó el miércoles pasado, en un coloquio que tuvo lugar en la Casa de Valencia, en Madrid. También en la Casa de Valencia se exponen estos días los dibujos de Lorenzo Olaverri que ilustran el libro, realizados expresamente para esta edición, en los que se refleja con acierto la estética y el mundo lírico del poeta.«La idea de este libro surgió de un grupo de maestros y profesores que consideraban interesante disponer de un texto antológico de la obra de Miguel Hernández, concebido para niños, y que no se limitara a subrayar los elementos políticos y revolucionarios de su creación, como suelen hacer la mayoría de las antologías publicadas hasta la fecha», explicó Francisco Esteve en el acto de presentación. «El criterio que he seguido para seleccionar los poemas que lo integran no ha consistido en hacer una recopilación de aquellos que tratan de algún asunto propiamente infantil, sino en reunir los que expresan un mensaje comprensible para la mentalidad del niño; un mensaje de ternura y compromiso, de amor, de vida o de muerte -las tres constantes de la poesía de Miguel-, que los niños pueden captar y sentír con todo su profundo significado.»

Una colección de treinta poemas contiene esta primera versión infaltil de Miguel Hernández, precedidos de un prólogo de Francisco Esteve, a modo de aproximación pedagógica a la vida y a la obra del escritor. Algunos de ellos tan conocidos como Nanas de la cebolla, Llegó con tres heridas o El niño yuntero; otros, como El silbo del dale o El pez más viejo del río, con aire de cancioncillas populares o estilo de fábula y, por último, la serie de poemas que Miguel dedicó a su hijo y al sentimiento de pérdida que le produjo su temprano fallecimiento. A esta serie pertenece el poema inédito, Niño, que el, poeta envió a su hijo desde la cárcel donde se encontraba en 1941 como felicitación de cumpleaños. Los versos fueron escritos en el reverso de una postal que se cree dibujada por él mismo, y que representa a un muchacho sonsiente que cabalga por el cosmos a grupas de un caballo-mundo. Una reproducción de esta postal -del dibujo y del texto del poema- aparece en la portada y contraportada del libro.

En el acto de presentación hablaron Francisco Esteve, conocedor a fondo de la obra hernandiana, que contribuyó a la primera edición en España de su obra poética íntegra, y María Gracia Ifach, biógrafa del poeta alicantino. Intervinieron después dos testigos directos de la dimensión humana de Miguel: un compañero de su estancia en la cárcel de Toreno, en Madrid, y la protagonista de uno de sus poemas de la resistencia de Madrid, Rosario, la dinamitera.

El primero evocó la capacidad de asombro que expresaba la mirada del poeta, su encanto de niño permanente, y Rosario, que se levantó entre el público con su glorioso muñón y el aspecto de respetable madre de familia, lo recordó como un ser dulce y sensible, algo más suave que el resto de intelectuales que se relacionó con la famosa División de Dinamiteros, de la que ella formó parte en 1936.

«Hacíamos las bombas con las latas de leche del desayuno y con dinamita. Luego empezamos a lanzarlas después de practicar en los descampados. Yo tenía entonces diecisiete años y, como todos, mucho entusiasmo.» Evocó así Rosario sus tiempo heroicos de guerrillera, ascendida a musa por Miguel Hernández, que con motivo de su mutilación le dedicó un conmovedor poema.

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