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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Presentación de la Capilla Polifónica de Oviedo

Conciertos como el de la Capilla Polifónica Ciudad de Oviedo me parecen absolutamente ejemplares. Por una parte, se nos da ocasión de conocer una labor de gran mérito producto de la iniciativa privada, aunque luego encuentre apoyos de entidades privadas y oficiales del todo justificados. Por otra parte, entramos en contacto con músicas y autores españoles perdidos en el olvido y rescatados gracias a la tarea musicológica de Emilio Casares, quien firmaba en los programas de mano un breve ensayo tan perfecto en la forma como en el contenido.El director de la Capilla, Benito Lauret, que cuenta con la particular colaboración de Alfredo de la Roza en la Escolanía de San Salvador, nos dio versiones claras, sobrias, brillantes de algunos maestros dieciochescos de la catedral ovetense. Si el villancico de Pedro Furió (escrito en 1775) es un modelo de la estética española de fines del XVIII en su forma, su concisión, su sencillez de procedimientos y hasta cierto aire retardatario, en el Responsorio de reyes, de autor anónimo (fechado en 1760), aparece muy clara la influencia de los italianos, aun cuando no falten connotaciones propias del sentimiento hispano. Se trata, en suma, como advierte. Casares Rodicio, de un barroco tardío, y yo diría que simplificado, en el que se advierte la intención funcional del autor, el carácter de «música de servicio» de estos atractivos pentagramas.

Capilla Polifónica de Oviedo

Director: Benito Laurel. Solistas: C. Alvarez, M.ª L. Castellanos y Carlos M. Soto. Organista: Luis Elizondo. Violín concertino: Carlos Luzuriaga. Obrasde Furió, Anónimo y Lázaro. 4 de noviembre.

Menos citado que Pedro Furió por los estudiosos, pero altamente elogiado por alguno de ellos, Joaquín Lázaro. en su Misa a ocho con violines, trompas, fagotes y órgano, dedicada a la Virgen del Pilar cuando el autor trabajaba en Zaragoza. es obra de mayor importancia. Se inserta ya dentro de los gustos clásicos, si bien se resiste a abandonar tradiciones y estilos inmediatamente anteriores. Un contrapuntismo comedidamente desarrollado, una cierta gracia religioso-popular, una esbeltez austera de las formas y una inspiración melódica directa hacen de la obra toda -y especialmente del Gloria- algo de notable belleza y subido interés.

Ya lo tiene el hecho de que la musicología pase de los estudios y los libros a la vida de la interpretación directa, que en el caso de la capilla coral e instrumental ovetense fue de todo punto excelente, a lo que contribuyó la labor de los solistas Celia Alvarez, María Luisa Castellanos y Carlos M. Soto, y, de modo particular, la buena orientación musical del director Lauret.

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