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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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El hospital español, destecnificado e inseguro

Presidente de la Comisión de Bioingeniería. Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación

La concesión del Premio Nobel de Medicina 1979 a dos investigadores provenientes de los campos de la física, el norteamericano Allan M. Cormack, y de la ingeniería, el inglés Godfrey N. Hounsfield, por el desarrollo de una técnica de diagnóstico de gran potencia, la tomografía computadorizada (TAC), supone el reconocimiento por parte de la comunidad científica internacional de un proceso que no es nuevo, pero que se ha acelerado considerablemente durante los últimos años: la interrelación de las ciencias físicas y de la ingeniería con la medicina.

Efectivamente, a partir de la segunda guerra mundial, y paralelamente al desarrollo de la electrónica y de otras técnicas, tiene lugar una irrupción masiva de la ingeniería y de la física en el hospital, mejorándose notablemente con su ayuda la calidad y precisión del diagnóstico y de la terapia y posibilitándose, por otra parte, una vigilancia y control eficaces sobre los pacientes en estado crítico.

Aunque la presencia de la electrónica en el hospital es indudablemente beneficiosa, también comporta sus riesgos. El más conocido es el de las descargas eléctricas, que pueden producir, y han producido, quemaduras, e incluso la electrocución de pacientes y personal médico, y que es más crítico en el caso de existir electrodos implantados directamente en el corazón. Otro riesgo, menos espectacular, pero más preocupante por frecuente, es el de mal funcionamiento o mala calibración de los equipos, lo que puede conducir a diagnósticos falsos o a terapias erróneas. Estos riesgos existen, son reducidos, pero no despreciables, y su minimización implica una atención técnica adecuada, lo que comporta un mantenimiento organizado, de respuesta rápida y eficaz.

Almacenes de equipos

Los hospitales españoles han invertido y van a invertir muchos miles de millones de pesetas en electrónica médica, pero no se puede decir que estén tecnificados. Por el contrario, el hospital español es un entorno en el que la destecnificación alcanza muchas veces niveles alarmantes, suficientes para magnificar los pequeños riesgos que lleva consigo el empleo de la técnica.

No se puede afirmar que un hospital esté tecnificado por el simple hecho de poseer muchos y costosos equipos electrónicos. Esta posesión no garantiza, por sí misma, una mejora de la asistencia ni una reducción en su coste. Por el contrario, a veces es una muestra palpable de derroche y mala utilización de recursos. De ello se ha venido haciendo eco la prensa repetidamente.

Para extraer el máximo rendimiento a las fuertes inversiones realizadas hasta el momento, unos 100.000 millones de pesetas, garantizando la seguridad de pacientes y de personal sanitario, y para elaborar una política inteligente de inversiones futuras, es necesario que los hospitales y fundamentalmente el Ministerio de Sanidad cuenten con el soporte técnico humano de que actualmente carecen. Sólo entonces podría decirse que el proceso de tecnificación de la medicina española y de sus hospitales está en marcha.

La tecnificación pondría orden en el caos actual y evitaría muchas de las situaciones anormales que se están produciendo. Así, por ejemplo, se pueden encontrar en. España equipos electromédicos cuya venta está desaconsejada en otros países, y también otros que emplean tecnologías antiguas que ya no tienen salida en sus mercados de origen. En algunos casos se encuentran partidas de equipos que nos son enviadas porque no fueron capaces de superar las pruebas de calidad impuestas por las exigentes normativas del país donde fueron fabricados. En España no hay normativa oficial, ni tampoco control de calidad, ya que los hospitales no disponen de personal cualificado que lo pueda llevar a cabo. Otra situación, de carácter opuesto a la anterior, es la adquisición de equipos cercanos al prototipo, que todavía no han sido suficientemente ensayados por sus fabricantes. En este caso, los hospitales españoles y sus pacientes han jugado el papel de conejillos de Indias.

No se entiende muy bien que en una situación como la actual las instituciones sanitarias corran deliberadamente el riesgo de derrochar dinero, comprando restos de serie y financiando la investigación foránea, a la vez que dan la espalda a todo lo que signifique una política seria de compras y de previsión de necesidades que permita el desarrollo de una industria nacional vigorosa.

En este sentido de cosas no es precisamente el profesional de la medicina el que lleva la mejor parte. Obligado a dedicar una parte de su tiempo a tareas que no le son propias de gestión, utilización y control de equipos electromédicos, contrae una serie de responsabilidades que, en la mayoría de los casos, no son suyas y que recaen sobre él, debido a la negativa de las instituciones sanitarias a concederle el soporte técnico que evidentemente necesita.

Una industria, a pesar de todo

El mercado creciente de equipos electromédicos no sólo tiene importancia desde un punto de vista asistencial, sino también desde un punto de vista industrial. Las previsiones de compra son, para el año próximo, de unos 13.000 millones de pesetas (10% del mercado nacional de electrónica profesional), siendo el principal cliente el Ministerio de Sanidad. De ese volumen es poco lo que Corresponde a fabricación nacional e ínfimo lo que corresponde a tecnología-española.

Las razones que están impidiendo el rápido crecimiento de una industria nacional de electromedicina son múltiples, unas de carácter general, que responden al nivel de desarrollo técnico español, y otras específicas de este sector. De estas últimas cabe destacar:

a) La falta de previsiones, siquiera a corto plazo, qué permitan una planificación mínima de fabricación.

b) La tendencia compulsiva, por parte del cliente, hacia la importación, incluso en el caso de existencia de productos españoles de igual o mejor calidad y menor precio.

Razón adicional, no la menor ni la menos importante, es la falta de interés que hasta ahora ha demostrado el Ministerio de Sanidad por los temas industriales, consecuencia directa de su destecnificación.

La incorporación de la técnica y de los técnicos a la medicina es un proceso irreversible mundialmente reconocido, como lo demuestra la adjudicación del Premio Nobel de Medicina 1979. Este proceso debe conducir a una mejora de la calidad asistencial y a una reducción de los costes sociales. En todos los países desarrollados, esta tecnificación ha dado lugar a una industria de equipos electromédicos muy dinámica, cuyos logros y descubrimientos han influido notablemente en otros campos del saber.

En nuestro país, la situación es inquietante. Mientras se dedican gran cantidad de recursos a la importación de equipos se olvida algo tan fundamental como el apoyo al nacimiento y evolución de una industria electromédica propia, forzando al país a perder una posibilidad, otra más de desarrollo.

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