Los disidentes soviéticos esperan pocos resultados positivos de la sucesión de Brejnev
«Los disidentes soviéticos no tenemos muchas esperanzas de cambio positivo con la sucesión de Brejnev», manifestó Víctor Fainberg, exiliado político en Inglaterra, que pasó cinco años en hospitales psiquiátricos de la URSS por sus ideas políticas democráticas, y en la actualidad portavoz del sindicato libre ruso SMOT. «Entre nosotros», añade, «comentamos que en el Buró Político todos son Brejnev.» «La reforma del sistema soviético implica una gran conciencia social y una forma de presión tal, que los dirigentes corrompidos cayeran de sus puestos y los sustituyeran otros, o bien que algunos de aquéllos reconsideraran las ideas democráticas.»Fainberg, de 46 años, fue detenido tras la manifestación en la Plaza Roja el 25 de agosto de 1968, para protestar por la invasión de Checoslovaquia, «Perdí varios dientes», dice, «por los golpes que recibí de los agentes del KGB», y fue internado en un hospital psiquiátrico en Leningrado.
«No fui juzgado como los otros seis manifestantes, porque el KGB había fallado en su intento de no permitirme llegar a Moscú desde Leningrado; había constancia de lesiones físicas y sabían, por mi conducta anterior, que no testificaría en contra de mis compañeros.»
«Pienso», dice, «que hay una gran diferencia entre los prisioneros políticos de las cárceles y los campos de trabajo, de aquellos internados en centros psiquiátricos» (lo que él mismo denunció en 1970, al igual que Pliutch y Bukovski). A los primeros se les puede hacer daño físico, pero saben que su condena tiene un final. Para los internados es fundamental hacer frente, sentirse temido, de lo contrario o acabas volviéndote loco o permaneces en el manicomio el resto de tus días.»
Fainberg se exilió de la URSS en 1973, después de una campana para su liberación de Amnistía Internacional, un grupo de psiquiatras británicos y algunos partidos de izquierda.
Sobre la situación actual del movimiento disidente comenta: «A pesar de lo que se cree en Occidente, el movimiento disidente en la URSS está en la actualidad, por lo menos, al mismo nivel que hace dos años. Sí es cierto que las figuras más prestigiosas o han emigrado o están en la cárcel. »
«Incluso», añade, «diría que hoy se está pasando de una fase de crítica moral, como en el principio, a una fase llamémosla prepolítica, donde comienzan a funcionar organizaciones propias, como el sindicato SMOT, las organizaciones de defensa de inválidos y de aquellos que desean emigrar, sin contar los numerosos grupos para el cumplimiento soviético de los acuerdos de Helsinki.»
El hecho parece avalarlo la permanencia en activo del sindicato independiente SMOT, «algo impensable hace dos años», dice Fainberg. Ahora, las autoridades soviéticas temen la indignación de sindicatos y trabajadores de todo el mundo si la represión resultase feroz, aunque, en honor a la verdad, hoy tan sólo hay dos miembros libres de su comisión ejecutiva.
(Más información en página 49)
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.