Momentos críticos para la fiesta de los toros
El Ministerio de Cultura está decidido a coordinar la fiesta de los toros mediante una comisión de asuntos taurinos, encuadrada en la Dirección General de Teatro y Espectáculos. La Diputación de Madrid prepara un ambicioso programa de promoción, difusión y ayuda al espectáculo en toda la provincia, y muy particularmente en la plaza de Las Ventas. La crisis de calidad, de estructuras y de audiencia que atraviesa la fiesta desde hace años, muy agudizada en la actual temporada, por primera vez encuentra unas vías de solución.En estos planes hay mucho más que utopías y conceptos abstractos. Por las declaraciones que ha recogido EL PAÍS la semana última del director general de Teatro y Espectáculos y del vicepresidente de la Diputación sabemos que ambas entidades están dispuestas a actuar de inmediato, con un plan de difusión del espectáculo que en algún aspecto podría ser coordinado. El director general va a estudiar una campaña para los primeros meses de 1980, que se realizará mediante televisión -posiblemente spots-, radio, carteles, folletos, películas. Antes de un mes estará terminado el proyecto de la Diputación, que puede alcanzar a la creación de un órgano especial de gestión -exclusivo para los temas de la fiesta-, amplia campaña de difusión e incluso la subvención de los festejos de los jueves en Las Ventas, si éstos arrojan pérdidas, con el fin de promocionar novilleros y recuperar el ambiente taurino que tuvo Madrid.
Ayuda de la Administración
Los estamentos que integran el espectáculo taurino, todos sin excepción, han pasado años y años clamando por la ayuda de la Administración, la cual siempre ignoró la fiesta. La ayuda ha sido ofrecida y la oportunidad se presenta de oro. Los propios estamentos, mediante sus representantes, tienen ahora la ocasión de aprovecharla, para lo cual habrán de dar el paso adelante, reunirse con quienes les abren sus puertas, colaborar con ellos en una acción responsable que orille intereses personales o de grupo y ponga sus miras en la promoción verdadera de cara al futuro del espectáculo.Si el mundo taurino no responde a esta llamada, si espera a que todo le venga dado, si entorpece las acciones por pura mezquindad, si, en definitiva, no aprovecha este invierno para efectuar el relanzamiento definitivo de la fiesta y, en caso necesario, reestructurarla a fondo es que verdaderamente merece la suerte que corre -una crisis tan profunda que casi toca fondo-, y estará irremisiblemente perdido. El taurino, único responsable de su propio fracaso, tiene ahora en sus manos poner a flote el espectáculo de los toros o acabarlo de hundir. En realidad, salvarse él mismo o perecer en el naufragio.
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