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ETA militar, autora del robo a la catedral de Burgos en 1977

Entre los autores del robo a la catedral de Burgos, ocurrido el 9 de noviembre de 1977, se encuentra Carlos Catalán Sánchez, según la policía, responsable del comando Txindoki de ETA militar, que permanece desde el pasado mes de febrero en la prisión provincial de Pamplona.

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De acuerdo con las informaciones obtenidas por EL PAIS, las dos personas detenidas en Vitoria por inspectores de policía de aquella localidad, junto con otros desplazados desde Pamplona, además de Carlos Catalán, son los presuntos autores de tres atracos a entidades de ahorro de la capital alavesa, en los que se apoderaron de más de siete millones de pesetas, así como de una importante cantidad de papel moneda, con la que se podían haber falsificado billetes de mil, por un importe total de 160 millones de pesetas.Según el relato de los hechos, facilitado por fuentes policiales a este periódico, Carlos Catalán, Moliner Martínez y otra persona cuya identidad no ha sido facilitada, son los presuntos autores del robo perpetrado en Burgos, del que las policías de Vitoria y Pamplona recuperaron en marzo del año pasado varios de los objetos sustraidos. Moliner Martínez y su acompañante fueron detenidos en Vitoria, a raíz de una operación conjunta entre la comisaría de aquella localidad y la de Pamplona, el pasado día 3. Durante los interrogatorios, según la versión policial, afirmaron ser también los autores de atracos a entidades de ahorro de Vitoria, realizados en compañía de Carlos Catalán.

Este punto, sin embargo, no está totalmente aclarado, ya que una nota de la Jefatura Superior de Policía de Bilbao difundida el pasado día 9 de febrero, a raíz de la detención del comando Txindoki, se responsabilizaba a los tres presuntos miembros de ETA militar: Carlos Catalán, Alberto Biurrun y Javier Garatea, de ser los autores del atraco a la Caja de Ahorros de Vitoria el día 11 de agosto de 1977, junto con un comando de apoyo de la capital alavesa.

Igualmente, los dos detenidos en Vitoria junto con Catalán, según la versión facilitada a EL PAIS, son los autores de un importante robo de papel moneda sin timbrar en una capital española (del que no fueron informados en su momento los medios de comunicación «por razones de seguridad»), con el que se podrían haber falsificado 160 millones en billetes de mil pesetas. Sobre este robo, la policía de Vitoria continúa las investigaciones y se espera que en el curso de la próxima semana facilite a los medios de información una nota al respecto.

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Carlos Catalán Sánchez, de profesión restaurador de obras de arte, fue militante de base en el Partido Carlista de Euskadi, grupo que abandonó a raíz del sí carlista a la Constitución. En diciembre de 1978 fue detenido por la policía, e ingresó posteriormente en la cárcel de Pamplona, si bien abandonó el establecimiento penitenciario en libertad provisional unos días después. Cuando residía en Bayona, fue detenido por la policía francesa el día 30 de enero, junto con otros refugiados vascos, y entregado a las autoridades españolas en el puesto fronterizo de Irún.Trasladado a la comisaría de Pamplona, permaneció detenido e incomunicado hasta ingresar en la cárcel. Una vez puesto a disposición judicial, denunció haber sido objeto de presuntos malos tratos y torturas durante su estancia en la comisaría de policía. Según una nota oficial difundida el día 9 de febrero, Carlos Catalán era el responsable del comando Txindoki de ETA militar, al que se le responsabilizaba de la colocación de ocho explosivos en diversos centros de Pamplona, así como del atentado perpetrado el día 9 de mayo de 1978 contra el jeep de la Guardia Civil en Pamplona, en el que perdió la vida un cabo, y resultaron heridos tres números del cuerpo.

El día 9 de noviembre de 1977, los sacristanes de la catedral de Burgos descubrieron que, durante la noche, se había cometido un importante robo en la sala del tesoro. El botín se cifró en dos cálices, uno de ellos del orfebre burgalés Maese Calvo; tres cruces de los siglos IX y X; tres estatuillas de un retablo de 1495, obra de Gil de Siloe; tres piezas misceláneas (un manuscrito de 1542, un mapa de Flandes y una carta de 1571, dando cuenta de la victoria de Lepanto), y tres libros impresos en el siglo XVI, entre ellos un breviario y un sacramental, impresos en 1526 y 1542, respectivamente, que, aunque eran ejemplares curiosos, no tenían un precio excesivo en venta.

La reconstrucción de los hechos permitió suponer que los autores -dos como mínimo- permanecieron ocultos en el templo a la hora del cierre y penetraron en la capilla del Condestable, de la que pasaron a la sacristía. Allí rompieron un rosetón, lo que les permitió el acceso al claustro, al museo y a la sala del tesoro. La operación requirió forzar varias puertas y romper varios candados.

La salida debieron efectuarla por una de las entradas de la fachada principal, después de forzar un enorme cerrojo. El robo dio lugar a todo tipo de hipótesis, ya que en la misma sala existían piezas de mucho más valor, por ejemplo, una custodia de oro de gran tamaño, que no fueron sustraídas.

Dos de las cruces y una estatuilla fueron recuperadas por la policía en marzo del año siguiente. Las cruces aparecieron en la exposición de un anticuatrio de Pamplona y la estatuilla en el establecimiento de otro anticuario de Vitoria. Ambos comerciantes desconocían la procedencia de los objetos que exhibían. Al parecer, dentro del comercio normal, la estatuilla fue enviada por el anticuario de Pamplona a su colega de Vitoria.

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