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Un robo por día en templos españoles

Con el robo de seis tablas originarias del pintor renacentista palentino Pedro Berruguete, del siglo XV, perpetrado ayer en el museo parroquial de Santa Eulalia, en la localidad de Paredes de Nava, en Palencia, cobra de nuevo actualidad el tema de los robos sacros y el expolio artístico que está padeciendo el patrimonio histórico-artístico español.Junto con las seis tablas robadas, que representan a los seis reyes israelitas, también se llevaron un tríptico hispánico, anónimo, del siglo XV, seis tablas de Cristóbal de Herrera, que representan a los apóstoles, una adoración de los reyes y un lienzo de finales del siglo XVII.

Los ladrones, que arrancaron las rejas de hierro de las ventanas, no se llevaron ninguna de las piezas de orfebrería y sacras del museo.

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ETA militar, autora del robo a la catedral de Burgos en 1977

Aunque no existen estadísticas rigurosas sobre el tema, se utiliza y acepta como válida la cifra de un robo diario en iglesias de zonas despobladas. En los últimos meses, es de destacar el robo de varios millones en una iglesia de Hornillos de Eresma, en Valladolid, en la que se llevaron, entre otras cosas, una imagen gótica, de piedra, de la Virgen de la Luz, del siglo XVI, y una talla barroca de Jesús atado a la columna, realizada en 1700. El pasado mes de octubre tuvo lugar, en Navarra, el robo de un valioso retablo del siglo XI. El retablo, considerado por los expertos como la obra en cobre esmaltado más importante de Europa, fue robado del santuario de San Miguel de Aralar. El retablo, de valor incalculable, incluye un medallón central que representa a la Virgen María, flanqueado por dos pisos de arquerías.

Por último, hace cinco días se produjo, en la población de Bañeres, a 45 kilómetros de Logroño, el robo de una arqueta que contenía los restos de san Formerio, patrón de la localidad. La arqueta, de madera, data del siglo XIII y estaba recubierta con chapa de bronce, procedente de otro mueble del siglo XI o XII.

Esta arqueta fue valorada como mínimo, en una hipotética subasta, en setenta millones de pesetas, y algunos expertos hablan de cien millones.

Cabe destacar, asimismo, los robos perpetrados, en 1977, en las catedrales de Burgos, Murcia y Oviedo. El 8 de enero desaparecieron de la catedral de Murcia las piezas más valiosas del museo de la catedral, valoradas en cuatrocientos millones de pesetas. El robo de la Cámara Santa de la catedral de Oviedo tuvo lugar el 10 de agosto y dio como balance la desaparición de las principales joyas de la catedral, entre las que se encontraban las cruces de Los Angeles y La Victoria. Su autor fue detenido, más tarde, en Portugal.

A raíz del robo de la catedral de Oviedo comenzó una capaña oficial y ciudadana para la conservación de un patrimonio nacional incontrolado e indefenso. El entonces ministro de Cultura, Pío Cabanillas, se apresuró a anunciar la necesidad de una ley del Patrimonio Artístico que sería presentada al Parlamento.

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