UCD se opuso a las vacaciones anuales de treinta días
Unión de Centro Democrático, frente al resto de las fuerzas parlamentarias presentes en la Comisión de Trabajo del Congreso, impuso ayer el texto del proyecto de ley del Estatuto de los Trabajadores en la regulación de vacaciones anuales. Minoría Catalana, socialistas, comunistas y Euskadiko Ezkerra vieron derrotadas sus respectivas enmiendas, que coincidían en proponer un periodo mínimo de treinta días naturales de vacaciones al año. El texto del Gobierno reduce el período vacacional a veintitrés días.
La Comisión de Trabajo, que había sido convocada ayer, a las nueve de la mañana, para compaginar la urgencia que exige la discusión de este proyecto, con la petición de los diputados en el sentido de que no hubiera sesiones por la tarde, para facilitar su traslado a las respectivas provincias a pasar el fin de semana, se inició una hora después. A la hora fijada únicamente se encontraba en la sala el diputado socialista Pablo Castellano y el andalucista Rubial, y en el bar del Congreso media docena escasa de diputados centristas y socialistas. El retraso provocó la protesta de Marcelino Camacho, quien aludió a los diputados centristas, que la víspera habían aprobado un artículo, frente a la oposición de la izquierda, en el que se determina que «el tiempo de trabajo se computará de modo que tanto al comienzo como al final de la jornada diaria el trabajador se encuentre en el puesto de trabajo y dedicado a él». Hay que señalar que el señor Camacho tampoco se encontraba en la sala a la hora prevista para el inicio de la sesión.
Supresión de "los puentes"
La regulación del descanso semanal, fiestas y permisos, artículo 35 del proyecto de ley, quedó aprobado según el texto del Gobierno, con una pequeña adición de Minoría Catalana y la supresión de un párrafo a propuesta socialista. El partido centrista derrotó varias enmiendas presentadas por comunistas, socialistas, andalucistas, Minoría Catalana y los diputados Aizpún y Bandrés.
En el primer apartado de este artículo se dice que los trabajadores tendrán derecho a un descanso mínimo semanal de día y medio ininterrumpido, que, como regla general, comprenderá la tarde del sábado o la mañana del lunes. Los comunistas vieron derrotada una enmienda suya a la totalidad en la que proponían que el descanso ininterrumpido semanal fuera de 48 horas.
En el siguiente apartado se dice que las fiestas laborales, que tendrán carácter retribuido y no recuperable, no podrán exceder de catorce al año, de las cuales, dos serán locales. En cualquier caso se respetarán como fiestas de ámbito nacional las de la Natividad del Señor, Año Nuevo y 1 de mayo, como Fiesta del Trabajo. El Gobierno podrá trasladar a los lunes -añade el artículo- todas las fiestas de ámbito nacional que tengan lugar entre semana, salvo las expresadas en el párrafo anterior y aquellas otras que por su arraigo local deben disfrutarse el día de su fecha. Este último párrafo, según afirmó Marcelino Camacho en la explicación de voto, supone cargarse los puentes, «que, en contra de lo que dicen los empresarios, son días recuperables y no disminuyen la productividad». Un diputado socialista, sin embargo, afirmó que no entendía cómo Camacho podía hablar de aumentar la productividad y protestar por la supresión de los puentes.
A este apartado se añadió, a propuesta de Minoría Catalana: «Las comunidades autónomas, dentro del límite anual de catorce días festivos, podrán señalar aquellas fiestas que por tradición les sean propias.» Esta enmienda fue aceptada por unanimidad.
A continuación, en el mencionado artículo, se regulan los motivos por los que el trabajador podrá ausentarse del trabajo y por cuanto tiempo. Este apartado, que fue aprobado en la misma redacción que aparecía en el proyecto de ley, concitó un gran número de enmiendas y dio paso a uno de los debates más intensos y divertidos que se produjeron en la sesión.
El trabajador, previo aviso y justificación, podrá ausentarse del trabajo quince días naturales en caso de matrimonio; dos días, en los casos de nacimiento de hijo o enfermedad grave o fallecimiento de parientes hasta segundo grado de consanguinidad o afinidad; un día, por traslado del domicilio habitual; por el tiempo indispensable, para el cumplimiento de un deber inexcusable de carácter público y personal, y para realizar funciones sindicales o de representación del personal, en los términos establecidos legal o convencionalmente.
Debate sobre la lactancia
Tras este apartado, en el que fueron derrotadas enmiendas de los diputados Aizpún, Bandrés y del Grupo Andalucista y de Minoría Catalana, se pasó a discutir el tiempo que el Estatuto de los Trabajadores concede por lactancia. La redacción del Gobierno dice que «las trabajadoras, por lactancia de un hijo menor de nueve meses, tendrán derecho a una hora de ausencia del trabajo, que podrán dividir en dos fracciones. La mujer, por su voluntad, podrá sustituir este derecho por una reducción de la jornada normal en media hora con la misma finalidad». A este apartado presentó enmienda Juan María Bandrés, que pedía el aumento a una hora en la reducción de la jornada por lactancia; otra, la Minoría Catalana, que proponía la supresión de un párrafo en que se excluía de este derecho a las madres que tuvieran hijos en guarderías financiadas con fondos públicos (fue aprobada al asumirla UCD), y otra, por los socialistas.
El Grupo Socialista proponía la sustitución del término «trabajadoras» por «trabajadores», para evitar, según dijeron, que la discriminación de la mujer se recogiera en esta ley, ya que el hombre debe participar y asumir las tareas del cuidado de los hijos. La diputada Pelayo, del Grupo Centrista, en turno de réplica, aseguró que no se trataba de discriminación hacia la mujer, sino de que el artículo recogía la función social de la maternidad y la protegía. Por razones fisiológicas, la lactancia corresponde a la mujer. La izquierda, sin embargo, aprovechó sus intervenciones para apoyar a los socialistas, y en el debate se fueron introduciendo términos como «dar el pecho», «machismo», etcétera. Los centristas expusieron también otras razones para oponerse a la enmienda socialista: la posibilidad de que al dar derecho a ambos cónyuges a este permiso, lo utilicen ambos al tiempo, si trabajan en empresas diferentes, para otras cosas que para la lactancia.
Pablo Castellano, en la explicación de voto, se lamentó de la discriminación que implicaba el artículo y dijo que la expresión lactancia puede suscitar todo tipo de comentarios e incluso bromas, pero que en definitiva respondía al cuidado de los hijos, que debe ser ejercido indistintamente por ambos cónyuges. «Aquí se ha hablado de la posibilidad de que ambos cónyuges tomaran el permiso de lactancia y no dieran el pecho al niño, y yo entiendo la preocupación del Grupo Centrista por la dificultad que existe para que el niño presente recurso ante la autoridad laboral.» Bandrés añadió que el precepto no protege a la mujer, como dice UCD, sino al niño, y que siguiendo los razonamientos centristas se podía haber añadido un párrafo en el que se prohibiera dar el pecho al padre.
Horario flexible y turnos
Mediante fórmula de transacción, los socialistas lograron la aceptación de parte de una enmienda suya al artículo 34. En él se fija que la determinación del horario flexible es facultad del empresario, previo informe de los representantes de los trabajadores, sin perjuicio de lo pactado en convenio colectivo.
El empresario podrá exigir una prestación de trabajo continuada durante períodos ciertos y anunciados previamente al personal cuyo trabajo se realice en equipos o equipos similares que requieren la presencia a horas fijas de todos sus miembros.
En el apartado tercero de este artículo, que se refiere a procesos productivos continuos y a turnos, el PSOE logró que en los turnos de noche, organizados por sistemas de rotación, ningún trabajador esté en los mismos más de dos semanas consecutivas. El proyecto de ley admitía una semana más.
En el tema de las vacaciones, tras la votación ya descrita, arreciaron las críticas de la izquierda hacia UCD, por no reconocer lo que es un hecho real ya -los treinta días anuales de descanso- en la mayoría de las empresas. El partido del Gobierno argumentó una vez más que el Estatuto era una norma de mínimos y que nada impedía el que los trabajadores en sus convenios pactaran un mayor período de vacaciones, al tiempo que recordaba que hasta ahora las vacaciones mínimas estaban fijadas en veintidós días y no en veintitrés. El proyecto gubernamental, por otra parte, otorgaba treinta días de vacaciones para los menores de dieciocho años, que mediante enmienda centrista fueron ampliados a los mayores de sesenta años.
La sesión volvió a ser distendida y en la misma se dieron las constantes de días anteriores. UCD derrotó la mayoría de las enmiendas, aceptando exclusivamente, con modificaciones, alguna socialista y alguna de la Minoría Catalana. El Grupo Comunista aclaró que la jornada laboral propuesta por su grupo era de cuarenta horas semanales y no de 43 como por error publicamos ayer.
La Minoría Vasca, por otra parte, ha cambiado de representante en la Comisión de Trabajo y ahora no se abstiene en todas las votaciones en que no se produce unanimidad.
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