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Publicado un ensayo sobre las teorías de Juan de Valdés

Juan de Valdés y los orígenes de la reforma en España e Italia es un libro del profesor José C. Nieto, dedicado a esclarecer la vida y las teorías del heterodoxo teólogo español, riguroso contemporáneo de Lutero, y con el que, oscuramente, se le relaciona. Precisamente en este libro, el profesor Nieto inaugura una nueva teoría sobre sus posiciones religiosas, separándole de la Reforma protestante y de la mística medieval y enraizándole, en cambio, en una corriente heterodoxa española, la de los alumbrados no místicos, los dexados de que hablan los textos renacentistas, especie de iluministas, básicamente fideístas, pero que nada tenían que ver con el erasmismo. Precisamente en esto -en la separación entre Erasmo y Valdés- está la distancia que José Nieto marca respecto del profesor Marcel Bataillon, a quien, por otra parte, dedica el libro.«En España», ha dicho el profesor Nieto a EL PAÍS, «existe muy poca bibliografía dedicada a esta figura, y en este sentido creo que mi libro, escrito y publicado originariamente en inglés, y traducido al castellano, puede suponer un suceso de importancia. Además, creo que demuestro, contra la interpretación de Marcel Bataillon, que Valdés no era un erasmista, sino que pertenecía al movimiento de los alumbrados, los dexados del siglo XVI, con los que conectó muy joven cuando conoció a Alcaraz.»

«Para mí», sigue diciendo el profesor, «el erasmismo de Valdés fue una máscara: concretamente, su Diálogo de la Doctrina Cristiana, el primer catecismo reformador aparecido en España, no es «un moderado catecismo erasmiano", que dice Bataillon, sino un catecismo alumbrado, pero que permitirá a Valdés pasar por erasmista. Y el erasmismo es un mal menor: mientras los alumbrados sufren la cárcel y la persecución, los erasmistas, que también, gozan de adeptos poderosos que les pueden salvar de la Inquisición, y se protegen unos a otros.»

«Las posiciones teológicas de Valdés», sigue diciendo, «se basan en la justificación moral del hombre por la fe, independientemente del carácter de sus obras, y en la interpretación directa y personal de la Biblia, al margen de la interpretación oficial de la jerarquía eclesiástica. Es decir, intenta la afirmación de la autoconciencia como medio de conocer la revelación. La base filosófica de Valdés está en su concepción del doble conocimiento: lo que él llama conocimiento y lo que llama experiencia. Para entendernos, lo más importante de Valdés y los alumbrados es que tienen una visión teocéntrica de la experiencia religiosa, a diferencia de los místicos, que tienen una visión antropocéntrica: para los alumbrados es la divinidad la que desciende y toma al hombre. Para los místicos, es el hombre el que debe elevarse a la divinidad. En la segunda, el sujeto activo de la relación religiosa, del Eros, que diría Nygren, es el hombre. En la primera, el hombre es convidado al ágape por Dios, que es el verdadero sujeto activo de la experiencia religiosa.»

Naturalmente, quien tiene la fe está en el convite del Señor y está plenamente justificado: esa es la salvación, la participación en el amor de Dios. «Pero no es platónico, no. En esa diferencia entre eros y ágape, el conocimiento platónico se basa en el eros

Alumbrados y comuneros

No sólo la heterodoxia religiosa fue motivo de las persecuciones a los alumbrados y a Valdés entre ellos: «Existía una estrecha relación entre los alumbrados y los comuneros: ambos, los comuneros más conscientemente, estaban luchando por la libertad política y religiosa. España se decidió, especialmente desde Felipe II, por una política de represión, en lugar de intentar la síntesis, y todas las formas minoritarias de pensamiento y de creencia fueron exterminadas. De haber sido de otra manera, la historia española hubiera sido menos fratricida y menos sangrienta.»Los heterodoxos están de moda. «Es que hoy las libertades políticas permiten hablar de las Españas que hubo en España, salir de la visión monolítica de nuestra historia que ha predominado. Estos temas se habían estudiado fuera, pero ahora ya están aquí libros sobre Servet o Prisciliano que no tienen nada que ver con la interpretación de Menéndez y Pelayo... España, se ve, no es una unidad ni lo ha sido nunca. Ahora no hace más que aparecer lo que existía y no se permitía que se viera.»

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