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El próximo año habrá la mayor escasez de toros que se recuerda

Para la temporada española de 1980 habrá menos toros que nunca. El bajón del número de reses bravas, que ya ha sido importante en el presente año, va a acusar para el próximo un descenso espectacular. La media va a ser de una corrida menos por ganadería, lo que supone un total superior a 250; es decir, que en esta cantidad se reducirá el número de festejos para 1980, en relación con 1979, cuya temporada ha sido más corta, a su vez, respecto a la de 1978, como consecuencia de la escasez de reses.

La causa inmediata, quizá la única, es las pérdidas económicas que les suponía a los ganaderos la crianza del toro bravo, lo cual les llevó a reducir drásticamente su producción ya a mitad de la presente década. Frente a los 11.055 becerros que se herraron en 1970, están los 7.274 herrados en 1976, que son los ejemplares que, con el número seis en el brazuelo, saltarán a los ruedos la temporada próxima.Para los años sucesivos la tónica será la misma, pues el herrado de becerros ha aumentado muy poco en los años 1977 y 1978, y como con estas medidas restrictivas los ganaderos han empezado a encontrar una cierta rentabilidad a sus explotaciones, lo más lógico será que mantengan los mismos niveles de producción. La ley de la oferta y la demanda se ha cumplido de forma inmediata: limitada la crianza de reses, aumentó sustancialmente el precio de las corridas.

Apoyo a la ganadería de bravo

Históricamente, el ganadero de bravo mantenía su explotación sin ánimo de lucro, frecuentemente con saldos negativos. No siempre sus propósitos respondían a un romanticismo quintaesenciado, pues podía haber otros motivos para mantener esta actividad de apariencia altruista: por ejemplo, los balances negativos tenían la contrapartida de crear, mantener y dar lustre a su nombre, que se revalorizaba en otras funciones paralelas, tanto económicas como sociales.

De cualquier manera, el espectáculo taurino se surte, inexcusablemente, de esta materia prima que es el toro bravo, mueve importantes cantidades de dinero que se resuelven en negocio y dedicación lucrativa para los otros elementos fundamentales de la fiesta, y no tenía ninguna lógica que el ganadero fuera el eterno perdedor. Un presupuesto tipo para corridas de fuste se basaba en altos honorarios para los diestros-figura del cartel beneficios cuantiosos para el organizador y gasto exiguo en el capítulo de toros. La queja de los ganaderos estaba justificada y era lógico que tomaran medidas para atajar esta situación injusta.

Por otro lado, las características singulares de la crianza del toro de lidia exigen intercambios de experiencias, estudio constante y aportaciones técnicas y científicas que el ganadero no puede afrontar sin ayudas a nivel de Administración. Parece que este problema se puede solucionar, poco a poco, con el apoyo del Ministerio de Agricultura, el cual, ya el año último, inició, a raíz de las Jornadas de Estudio del Toro de Lidia, un plan bien elaborado para afrontar este tema.

Recientemente, una comisión de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, que componían los ganaderos Manuel García-Aleas (secretario general de la Unión), Alvaro Domecq, José Murube, Francisco Galache y José Antonio Hernández (Hernández-Plá), visitó al subsecretario de Agricultura y obtuvo muy buena respuesta -al decir de los propios comisionados- respecto a los problemas más urgentes que le plantearon: aprobación del libro genealógico del toro de lidia, ampliación de datos en el libro-registro de nacimiento de las reses, reproducción selectiva por inseminación artificial, ampliación de la validez de los certificados de herradero.

La producción y mejora del toro de lidia es una cuestión capital para el futuro de la fiesta y, por tanto, necesita el máximo apoyo. En este punto hay que tener en cuenta también la proyección ganadera española hacia otros países, pues exportamos ganado bravo. Durante los años 1978 y 1979 se han exportado a Ecuador, Colombia y Venezuela quinientas vacas y 52 sementales más veintitrés corridas de toros para su lidia en plazas del continente americano, principalmente Ecuador. Sólo en 1979 se exportó a Francia medio millar de reses para su lidia, dividido en 56 corridas de toros y veintiocho novilladas.

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