Telekinesia

A una clínica psiquiátrica privada llega una nueva enfermera a la que se encarga el cuidado de un extraño paciente que lleva tres años en coma. A partir de este punto, donde se mezclan los más tradicionales tópicos, que van de la antipática enfermera jefe al malvado médico, con las últimas modas en el terreno de los efectos especiales, telekinesia, psicokinesia y demás facultades para mover objetos a distancia, se ha elaborado una historia mal construida, llena de fallos y que se olvida de alguno de sus personajes, que no ha sabido explotar su único atractivo. Las relaciones enfermo-enfermera y cómo una atracción erótica pone en funcionamiento un organismo prácticamente muerto, punto a cuyo alrededor gira la historia, es algo sobre lo que se especula y habla, pero que no está en la película.Nuevamente el cine australiano llega a los mercados internacionales a través de una historia de género, absolutamente despersonalizada, que igual podía ocurrir en Australia que en cualquier otro país anglosajón. Y una vez más el resultado es un producto anodino, sin entidad, cuyo único atractivo real es la eficacia de sus efectos especiales.

Se trata del tercer largometraje de Richard Franklin, un realizador surgido de la televisión.