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Hacia la internacionalización de la guerra del Sahara

La decisión de Carter de vender armas a Marruecos rompe la neutralidad de EEUU en la zona

En un importante cambio de su política hacia el norte de Africa, el presidente Jimmy Carter ha decidido autorizar la venta a Marruecos de moderno armamento antiguerrilla, destinado al conflicto del Sahara occidental. El Gobierno norteamericano abandona así, en la práctica, su postura oficial de neutralidad en esta disputa, aunque se declara partidario de una solución negociada.

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La decisión presidencial se tomó el pasado fin de semana, después de que altos funcionarios de la Administración Carter ofrecieran puntos de vista encontrados sobre la actitud que debía adoptar Washington respecto al conflicto. El consejero para Asuntos de Seguridad Nacional, Zbigniew Brzezinski, y el secretario de Defensa, Harold Brown, han visto prevalecer sus opiniones de apoyo militar a Hassan II frente a la postura del secretario de Estado, Cyrus Vance, que se oponía a la venta de armamento.Carter autorizó el suministro al ejército marroquí de aviones armados de reconocimiento OV-10, Bronco, así como de helicópteros de combate Cobra, especiales para la lucha antiguerrilla, y de vehículos acorazados, transportes y camiones militares. El Congreso debe aprobar estas ventas, y de las negociaciones con el legislativo dependerá el volumen exacto y el número de unidades que serán finalmente enviadas a Marruecos.

Apenas hecho el anuncio de la decisión presidencial por un portavoz no identificado del Departamento de Estado a un pequeño grupo de periodistas norteamericanos, en vez de en la rueda de prensa oficial, se dejaron oír las primeras reacciones en el Congreso. Para el representante demócrata por Nueva York Stephen Solarz, que visitó este verano el área del norte de Africa, la amistad de Estados Unidos con Hassan II «no nos obliga a respaldar una guerra que no puede ganarse ni una causa injusta».

Solarz, que se opondrá en el Congreso a las ventas de armas al ejército marroquí, dijo también que la decisión de Carter alentará la intransigencia, en vez de la flexibilidad, y «prolongará la guerra en lugar de acortarla». En el Senado, George McGovern, que preside el subcomité de relaciones exteriores, se mostró opuesto a la decisión presidencial.

El funcionario del Departamento de Estado que hizo el anuncio al, grupo de reporteros norteamericanos dijo que las armas que se venderán a Marruecos son insuficientes para permitir una victoria militar en la guerra del Sahara la finalidad del suministro es, por tanto, reforzar la postura del rey Hassan II, de cara a una solución negociada del conflicto. El citado funcionario, que pidió no ser identificado, no explicó con quien se realizarán esas negociaciones.

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En la rueda de prensa oficial de ayer, el portavoz del Departamento, Hodding Carter, subrayó que Estados Unidos cree que no es posible una solución militar y que hay que buscar una solución negociada, para lo que se mantienen contactos y se seguirán manteniendo con los países del área. Carter enumeró por vez primera estos países, a los que Washington contacta sobre la crisis del Sahara, que son: España, Francia, Argelia, Marruecos y Arabia Saudí. Sobre este último Estado, el único alejado de la región, parece que su influencia ha sido importante a la hora de aprobar la venta de armas a Marruecos y que, además, Riad cargará con, por lo menos, una parte de la factura.

El portavoz del Departamento de Estado repitió que la postura de Washington respecto al Sahara occidental continúa siendo la misma: no se reconoce la soberanía de Marruecos sobre el territorio, aunque sí que ejerce la administración del mismo. Las negociaciones que deben celebrarse, en opinión de Estados Unidos, servirán para resolver este problema.

En la embajada marroquí en Washington no existían dudas al respecto y el agregado de prensa, Abdennatif Nacif, dijo ayer que las armas cuya venta autorizó Carter podrán ser empleadas en el Sahara, porque «es nuestro territorio».

No faltaban ayer las interpretaciones electorales de la decisión presidencial. Tras la caída del sha de Irán y de Anastasio Somoza en Nicaragua, ciertos sectores de la opinión pública norteamericana verían con desagrado que Carter retirara su apoyo a otro viejo amigo y aliado, como Hassan II.

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