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Tribuna
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El Estatut y la reconstrucción nacional de Catalunya

Secretario general de CCOO de CatalunyaEl 25 de octubre es una fecha importante para Cataluña y para la consolidación de la democracia en España. Ese día se celebrará el referéndum, que sancionará positivamente, sin duda, el Estatuto de Autonomía de Cataluña. Con ello se cumplirá una antigua reivindicación de los catalanes, que en momentos difíciles, y muchas veces casi en solitario, supieron impulsar el movimiento sindical, estructurado fundamentalmente en Comisiones Obreras.

La gran interrogante que aparece es: después del 25 de octubre, ¿qué? La respuesta, a mi juicio, está situada en concretar lo que parece que es común a las fuerzas democráticas de Cataluña; esto es, iniciar el proyecto de reconstrucción nacional de Cataluña. En principio, es oportuno pedir que las fuerzas democráticas (políticas, sindicales y culturales) realicen un debate sobre qué entienden por reconstruir la nacionalidad catalana. A grandes rasgos, y apretado por la necesaria extensión del artículo, mi punto de vista es el siguiente.

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La reconstrucción nacional significa, entre otras cosas, sacar a Cataluña de la crisis económica que padece y que tiene una gravedad que contradice afirmaciones que antes eran justas, como la calificación de «zona rica». Tres grandes «bloques», por así decirlo, serían los motores de la reconstrucción.

1. En el aspecto político, sensu strictu, se trata de la convocatoria y realización de las elecciones al, Parlamento catalán. Este organismo, en las condiciones actuales, requeriría un presidente que fuera la síntesis de lo que ha sido la acción política y cultural de los catalanes de origen y adopción, en la lucha por las libertades democrático-nacionales. El papel del Parlamento está situado en el desarrollo, a nuestro juicio democrático y progresista, de las leyes que, a grandes rasgos, definen el Estatuto.

Otro aspecto de singular importancia es que la Generalitat debe contar con el mayor número de competencias. Quizá es en este terreno donde la UCD, igual que lo está haciendo ahora, se mostrara más cicatera. En el caso de las competencias se entiende que me refiero a las que corresponden a todas las consellerías. Quiero, no obstante, poner especial énfasis en aquellas que afectan, principalmente, a las relaciones laborales, esto es, a la del Consell de Treball. Creo que es un mal sistema que dicho organismo no cuente con atribuciones tan inexcusables, a partir de ahora, como son: política de empleo, expedientes de crisis y negociación colectiva.

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2. En el aspecto económico, la gran opción es «sacar a Cataluña de la crisis». Un sentido del rigor obliga a pensar que esta opción deje estar encuadrada en algo más universal. Quiero decir, que esta cuestión, necesariamente, ha de estar enmarcada en las formas y maneras de la salida de la crisis en España, y, sin duda, más allá. No obstante, y por importancia estratégica, me importa afirmar que el Plan Económico del Gobierno no tiene cabida en una Cataluña autonómica, si es que quiere asentarse en una reconstrucción auténticamente democrática, progresista, o sea representativa, de la inmensa mayoría de la población. El PEG es la progresiva descatalanización: significa el empobrecimiento de los trabajadores, de los campesinos, de los pequeños y medianos industriales y comerciantes. El PEG es destartalar la pequeña y mediana industria textil, por ejemplo, en beneficio de las multinacionales.

La reconstrucción nacional de Cataluña debe estar presidida por una discusión a fondo, para posteriormente llegar a acuerdos sucesivos cuyos protagonistas serían las centrales sindicales, las organizaciones empresariales, la Unió de Pagesos, los partidos políticos y la Generalitat. Este proyecto, en el terreno económico, debe ser profundamente solidario (y no exclusivamente en el aspecto moral, con ser importante) con los trabajadores y las capas populares del resto de España.

3. La tercera gran línea de trabajo vendría dada por la composición de un nuevo modelo cultural para la sociedad catalana, en lo nacional y en lo popular. Este proyecto nacional y popular tiene un gran reto: avanzar en la consolidación de la integración política y cultural de los inmigrados; hacer realidad esa frase de «ara mes que mai, un sol poble».

4. Todo ello requiere una serie de instrumentos precisos, concretos, que -forzosamente- pasan por vertebrar democráticamente a Cataluña. Es decir, que las más amplias masas estén encuadradas en mil y una organizaciones políticas, sindicales, culturales. Entidades todas ellas que deben responder en su sentido político y organizativo a una profunda descentralización en base a la recomarcalización.

Es decir, una Cataluña nueva: la que, en su dinámica, resulte de aportaciones clásicas unas (Valenti Almirall, Salvador Segui, Layret, Maciá, Companys, Comorera ... ); modernas otras (Cipriano Garcia, Benet, López Raimundo, Reventós ... ); clásicas también, de mosén Cinto Verdaguer, Salvat Papasseit, Pau Casals ... ; modernas también, de Joan Miró., Pere Quart, Espriú...

Pero para el proyecto de reconstrucción nacional, democrático y progresista, el día 25 de octubre adquiere una gran decisiva importancia: el voto reflexivo, consciente, de todos, en el sentido de afirmación nacional.

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