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Reportaje:

El hombre y su destino, en la obra poética de Odysseus Elytis

La concesión del Premio Nobel de Literatura 1979 al poeta griego Odysseus Elytis ha significado para muchos lectores europeos el descubrimiento de la poesía griega contemporánea a través de uno de sus representantes más enraizados en la tradición y el humanismo. Junto con Yannis Ritsos, más popular, es el poeta más conocido en la actualidad. La profesora esboza la figura del poeta en el contexto histórico, con especial referencia a la obra Axion esti, destacada por la Academia sueca, donde el autor «busca salvaguardar la integridad moral y la dureza, absolutamente indispensable, de quien se opone a los peligros de la violencia y la miseria».

Como ya anotábamos en nuestra reciente introducción a la Antología de Yannis Ritsos, las circunstancias históricas y políticas en que vivió Grecia a fines del siglo XIX, y que se complicarán a lo largo del XX, coartaron, en cierta medida, su expansión espiritual y cultural, que empezaba a resurgir con todo auge. Con heroísmo, audacia y una enorme exaltación de espíritu patriótico, había conseguido su independencia del poder de los turcos. No así, sin embargo, su actividad combativa, y de 1912 a 1914 la vemos, de nuevo, desangrándose en las guerras balcánicas e interviniendo, más o menos directamente, en las dos grandes guerras mundiales. Si bien es cierto que se van a recuperar Macedonia oriental (1920) y el Dodecaneso (1946-1947), el contacto con otros países, las luchas internas, los antagonismos, los desplazamientos de refugiados, la nueva política económica y social, junto con el miedo, la inseguridad y la desesperanza a que aboca la situación catastrófica de posguerra, tendrán su más exacto reflejo en la literatura de todo este período y ciertamente en la poesía, tan fructífera, de tradición ininterrumpida desde los legendarios tiempos de Homero y Hesíodo hasta nuestros días.La poesía de la llamada generación del 30 (Seferis, Elytis, Embircos, Engonoculo, etcétera), que vive entre las dos guerras, y, sobre todo, la guerra contra Albania -de tanta significación como la guerra de la independencia, en 1821-, la guerra civil y la ocupación nazi, va a cambiar totalmente el rumbo de la poesía moderna griega y hará ingentes esfuerzos por realizarse. Esta generación, siguiendo en cierto modo las corrientes de la lírica europea, va a crear unas formas expresivas muy distintas de las tradicionales, lo que provocará incluso una reacción hostil por parte de muchos lectores firmemente aferrados al ritmo y a la rima clásicos y con muy pocos deseos de cambiar.

Junto con Seferis (premio Nobel 1963) se suele citar a Odysseus Elytis. Según propia confesión, la lectura casual en 1929 de un volumen de Paul Eluard le puso en contacto con el surrealismo. La liberación del subconsciente, la fuerza todopoderosa de la inclinación, le invaden y dominan, convirtiéndose en el más ferviente seguidor del surrealismo, y más concretamente, del francés. Los primeros poemas aparecen publicados, en 1935, en la revista Nuevas Letras, de tanta relevancia para la literatura griega, y en la que publicará también ensayos y artículos sobre poesía actual, a la vez que traducciones de poetas extranjeros, como Giradoux y Brecht. Estas primeras composiciones están llenas de optimismo y alegría: combinación de palabras e imágenes llenas de vida y color.

En 1937 publica Las Clepsidras de lo desconocido; en 1938, Las Esporadas, y en 1940, Orientaciones, donde recoge todo lo publicado hasta entonces. Lleno de ardor poético y con toda la plasticidad artística que tan bien conoció Grecia desde la más remota antigüedad, se nos muestra Elytis en una mezcla de sueño y ensueño, sensación y nostalgia, presente y pasado, con el mar Egeo como centro. La luz y el sol, brillantes, nítidos, casi nos dañan con su pureza en Sol el primero (1943).

En 1940 es movilizado para ir al frente de Albania. Tiene veintinueve años. La experiencia terrible de la guerra ha dejado su huella indeleble, y el dolor, la tristeza y la angustiase reflejan en los versos de Canto heroico y fúnebre por el subteniente caído en Albania (1945). Pero, al mismo tiempo, el poeta nos deja entrever la madurez que va adquiriendo su espíritu y su confianza en Grecia y su destino. Llora por ella, pero, al mismo tiempo, canta su triunfo; su patria canta por encima de su dolor personal.. En 1947 publica La bondad en los pasos de los lobos.

Tanto él corno sus contemporáneos, insistimos, han sufrido los efectos de la guerra, han quedado marcados. Esa indecisión, ese no saber qué hacer, qué dirección tomar, les impulsa a permanecer callados. Soledad y silencio prolongado durante quince años. El cambio íntimo y profundo que se produce en Elytis es mucho más sensible que en los demás poetas.

Poema épico

En 1960 publica Seis y un remordimientos para el cielo, y al mismo tiempo aparece Axion esti. Este canto de tanta belleza ha sido traducido al italiano por Mario Vitti, y al francés, por R. Levesque. Compuesto con todo cuidado y atención, cada palabra tiene su valor exacto, muy meditado y, sobre todo, reflejando ya la plena madurez del poeta y la renovación en el lenguaje, que es cada vez mayor. Obra reeditada sin cesar, a pesar del laconismo con que le envuelve la crítica. Sólo un poeta, Savidis, le recibirá con elogios y entusiasmo. Dividida entres partes: «Génesis», «Pasión» y «Gloria»; concebida corno un poema épico, pero bajo forma lírica. Pasan por él todos los estadios de la lengua, de Homero a Solomós, de la tradición de los himnos eclesiásticos y el medievo hasta la moderna. Rica, exuberante, pero, al mismo tiempo, escueta, precisa, aquilatada al máximo, con el hombre y su destino como núcleo principal.

En Seis y un remordimientos hacia el cielo, como en Axion esti, Elytis no es el mismo. La atmósfera surrealista se ha disipado. El poeta ha llegado ya al dominio pleno del verso. Todo está purificado por el mar, su luz, su color, con una dignidad casi sacral.

Las últimas producciones: Cartas abiertas, El árbol luciente y La decimocuarta belleza (1972); La verdad del amor, El adivino a través de las hojas, Los consanguíneos (1973), siguen la dirección marcada en Axion esti y abren al mundo occidental ese tesoro inagotable de humanismo que fue y sigue siendo siempre Grecia.

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