_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Por una ética de la violencia

Canónigo de la catedral de MálagaEn la próxima semana ( del lunes 22 al viernes 26) tendremos en el Colegio Mayor Loyola un seminario sobre este tema: Etica de la violencia. La iniciativa fundamentalmente es de miembros de la Asociación Contra la Pena de Muerte.

Afortunadamente, en nuestra Constitución española hemos dado ya un paso importante en la abolición de la pena capital; pero todavía queda por cortar mucha tela marinera. Por eso nos ha parecido que había que ir al fondo de la cuestión: a los fundamentos éticos aducidos por los que todavía creen que la violencia puede ser un valor de civilización en la historia humana.

Yo no niego que, desgraciadamente, los grandes hitos culturales de la humanidad se cuentan a partír de las guerras externas o intestinas, como grandes puntos de referencia. Pero esto no basta. El argumento de « no hay mal que por bien no venga» no justificí¡ el mal realizado. Y los que, a pesar de todo, seguimos creyendo en el hombre, pensamos. que se puede hacer lo bueno mediante lo bueno y que no necesariamente el fin justifica los medios.

Y digo esto porque nosotros, los católicos, tenemos muchos trapos sucios que lavar, y necesitamos detergentes muy fuertes para que desaparezca la mancha. Si no que se lo pregunten al mismísimo papa Juan Pablo II cuando ha lanzado ésa dramática llamada a superar la violencia en Irlanda en nombre del catolicismo que de alguna manera la anima y estimula. La respuesta no se ha hecho esperar: los «católicos» terroristas irlandeses han devuelto la pelota; le han dicho al Papa que en las escuelas y en las catequesis habían aprendido la doctrina «tradicional» de la Iglesia, según la cual era legitimo defenderse violentamente contra el tirano injusto o contra la opresión injusta. Y, para mayor baldón nuestro, se acude a la autoridad del español P. Mariana.

Y es que al Papa se le escapó desdecirse valientemente de la doctrina considerada tradicional y condenar paladinamente los argumentos hasta ahora esgrimidos en nuestros manuales de ética, que todavía se siguen enseñando en las Universidades Pontificias.

Igualmente ahora se airea mucho la actitud de la Iglesia católica frente al aborto. Y se aduce la razón de que la «vida es sagrada». Pues bien, yo veo con muy buenos ojos esta lucha-, pero con una condición, o sea: de que en el mismo «paquete» esté contenida la con dena de la pena de muerte y'del aborto. En caso contrario, nos en contramos ante un fariseísmo re pugnante, que tiene dos vertientes: 1ª) una, de derechas, que condena el aborto y aboga por la pena capital; y 2ª) otra, de izquierdas, que lucha contra la pena capital y abo ga por el aborto. Y que no se me diga, por parte de la derecha, que el feto es un inocente, porque ¿qué ser humano puede penetrar con seguridad los profundos resortes del cerebro y del corazón humanos para certificar sin falta la culpabilidad del presunto reo? Igualmente, ¿quién es capaz de decirnos, hoy por hoy, que el feto suprimido en el seno materno no es una persona humana con todos esos derechos que se le atribuyen en la célebre Carta, admitida por todos los pueblos.

Como vemos, el problema es apasionante; y es muy difícil apuntarse a un «club» determinado para ganar la quiniela correspondiente. En nuestro seminario pretendemos coger el escalpelo y llegar hasta lo más hondo del consciente, del subconsciente y, sobre todo, del inconsciente, que según Jung, es el más rico de todos y el que más y mejor explica las incongruencias de este animal erguido que algunos (¡vaya usted a saber por qué!) llaman «animal racional».

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_