El ministro de Exteriores chino acusa en París a la URSS de intentar dominar el mundo
A lo largo de un rueda de prensa en la que sustituyó al primer ministro chino, Hua Guofeng, el minstro de Asuntos Exteriores, Huang Hua, esbozó un pesimista panorama internacional, determinado por las ambiciones de dominación planetaria de la URSS. Sobre Camboya estimó que, por ahora, «no es realista» pensar en una solución política.
Según estaba previsto en el programa oficial, ayer, toda la prensa internacional contaba con la posibilidad de interrogar al «número uno» chino, Hua Guofeng, que realiza su primer periplo por Europa occidental. En su lugar apareció el ministro de Exteriores. Oficialmente se aseguíró que el señor Guofeng se encontraba «ligeramente indíspuesto».El primer ministro chino se entrevistó y almorzó con el presidente, Valéry Giscard d'Estaing, para, acto seguido, iniciar su viaje a la región bretona, según rezaba el programa de su visita a Francia.
Desde que la delegación china llegó a este país, la prensa se ha extendido sobre los juicios de los disidentes que, en estos momentos, se desarrollan en Pekín. Ayer precisamente fue retrasado el proceso contra la señora Fu Yuheua y se supone que el hecho pudiese estar relacionado con el periplo europeo del señor Guofeng.
El ministro de Exteriores, señor Hua, a varias preguntas sobre la situación mundial y sobre la relación de fuerzas actual respondió en términos calamitosos. «La distensión no es irreversible», afirmó, esencialmente, «porque la URSS quiere dominar el mundo. Para ello dispone de Cuba y de Vietnam como agentes en Africa y en Asia, respectivamente.»
Refiriéndose a Europa, concretamente, subrayó que «la relación de fuerzas en este continente es altamente favorable a la Unión Soviética».
Anteayer, el primer ministro chino y el presidente francés estudiaron ampliamente el problema de Camboya. Cuando fue preguntado el ministro de Exteriores sobre el eventual paralelismo de la actitud de franceses y chinos a propósito de esta cuestión, dijo que los unos y los otros «son partidarios de la independencia, y Francia, como China, se opondrá a cualquier país que intente dominar el mundo».
A la vista de este tipo de generalidades, todo indicaría que París y Pekín únicamente coinciden en la construcción de una «Europa unida». Al final de las conversaciones oficiales, «cordiales y fructuosas», se han firmado tres acuerdos de relativa poca importancia.
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