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Liberalización del sector exterior

«(...) Un intento formal, próximo en el tiempo, de liberalizar con mayor amplitud nuestro sector exterior lo encontramos en el programa de saneamiento y reforma de la economía apadrinado por el profesor Fuentes Quintana, a la sazón vicepresidente. Tal programa es, a su vez, el antecedente inmediato de los pactos de la Moncloa, hoy relegados al olvido en muchos de sus aspectos. Pensamos que la continuidad de Juan Antonio García Díez al frente de la cartera de Comercio ha permitido dar nuevos pasos adelante, de modo especial en los últimos meses. Por otra parte, la revisión de una política arancelaria de carácter acentuadamente proteccionista: el abandono de prácticas restrictivas del comercio o la actualización del régimen de control de cambios son medidas que vienen exigidas también por la gradual adecuación de nuestras estructuras a las vigentes en los sistemas de economía de mercado.Como se recordará, en el mes de abril el Gobierno adoptó algunas decisiones encaminadas a corregir concretos desajustes observados en los primeros meses de 1979. De hecho, la positiva evolución de la balanza de pagos permitía ya entonces introducir algunas correcciones en la normativa vigente para nuestras operaciones con el exterior. Se inicia así la eliminación del régimen de comercio de Estado y se reduce el número de productos sometidos a contingentación, al tiempo que se establecía una rebaja de tarifas arancelarias de carácter progresivo.

La experiencia, aunque combatida por algunos sectores, especialmente aquellos que gozaban de márgenes de protección más amplios; la experiencia, repetimos, ha sido considerada como globalmente positiva y ello ha decidido al Gobierno a llevar adelante nuevas e importantes medidas liberalizadoras, contempladas en el marco de nuestro gradual acercamiento a la Comunidad Económica Europea y recogidas en el programa a medio plazo que acaba de ser, por fin, remitido al Parlamento para su oportuno debate.

El Consejo de Ministros ha aprobado ahora la supresión del trámite burocrático que entrañaba la licencia de exportación para la casi totalidad de los productos industriales, con plazo de cobro inferior a seis meses; la liberalización de las inversiones españolas en el exterior y de las transacciones invisibles, en cuanto a pagos y transferencias en el extranjero; la autorización a los particulares para que puedan adquirir obligaciones de empresas españolas que se emitan fuera de nuestras fronteras, así como a los bancos para invertir recursos propios en bolsas extranjeras hasta un cierto porcentaje de incremento de su capital.

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Parece lógico que estas medidas incidan de modo inmediato en la evolución de la peseta, cuya cotización, dentro del sistema de flotación, se encontrará más libremente sometida a las condiciones de los mercados internacionales.

, 15 de septiembre

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