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La brigada soviética estacionada en Cuba puede ser sólo de entrenamiento

La posibilidad de que la brigada soviética detectada en Cuba por el espionaje norteamericano tenga como misión el entrenamiento del Ejército cubano, mediante maniobras conjuntas y ejercicios tácticos, y no sea, por tanto, estrictamente una unidad de combate, comenzó a ser admitida ayer por el Gobierno de Estados Unidos.

Un alto funcionario del Departamento de Estado, que no quiso ser identificado, reconoció tal posibilidad en declaraciones hechas al New York Times y al Washington Post. La sugestión de que quizá la brigada soviética esté cumpliendo funciones de entrenamiento, como sostiene el Kremlin, fue interpretada como el principio de una marcha atrás de la Administración Carter en sus tajantes afirmaciones de que se trataba de una brigada de combate.El portavoz del Departamento de Estado negó ayer que Washington esté suavizando su postura ante el problema, y puntualizó que la posibilidad de que la brigada soviética esté entrenando a los cubanos es sólo una de las que están siendo examinadas por el Gobierno norteamericano. Tanto el secretario de Estado, Cyrus Vance, como el propio presidente Carter hicieron la semana pasada declaraciones públicas en las que expresaron su preocupación por la presencia (le las tropas soviéticas en la isla, indicaron que el statu quo actual era inaceptable.

Cyrus Vance y el embajador soviético, Anatoli Dobrinin, mantuvieron su segunda entrevista el miércoles, que estuvo rodeada del más absoluto secreto. Las reuniones continuarán prácticamente a diario.

Una solución relativa podría consistir en mantenerle el carácter de brigada organizada, pero dedicada a entrenar a las tropas cubanas, quizá para la acción en Africa, que puede reconocérsele a la unidad soviética. Así, los norteamericanos obtendrían la razón en sus afirmaciones de que es una brigada estructurada y equipada para entrar en combate, aunque sin capacidad aérea o marítima.

Pero si esta fórmula de compromiso podría salvar las relaciones entre Washington y Moscú y evitar un agravamiento de la minicrisis, es más que dudoso que pudiese apaciguar a los sectores conservadores norteamericanos e incluso hacer posible la ratificación del tratado SALT II.

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