Fuerza y debilidad del Estado
Se puede estar convencido de que la tarea fundamental, para los vascos y para todos los españoles, es la de construir una comunidad solidaria.Se puede opinar que el independentismo no es una solución viable ni deseable. Se puede pensar que la violencia de ETA es atentatoria al primero de los derechos fundamentales, que es el derecho a la vida, que introduce un factor de descomposición moral en nuestra sociedad, que se opone a la necesaria vía política y que es una traba importante para la recuperación de nuestra economía y para la reducción del paro.
Se puede entender que el Gobierno se encuentra ante la difícil responsabilidad de asegurar su propio poder y de evitar el terrorismo.
Se puede comprender que los miembros de las Fuerzas de Orden Público se sientan acosados e indignados por la muerte de sus compañeros.
Pero, aun pensando en todo eso, hay una reflexión previa: nada se arreglará en Euskadi mientras el Gobierno no haya solucionado el problema que tiene de su relación con sus propias fuerzas de orden. Mientras tanto, los vascos seguire mos sabiendo que unos hombres armados nos pueden matar y gol pear cuando quieran. Que esos hombres están con el uniforme de guardianes del orden, pero deciden por sí mismos sobre venganza . s y castigos a la población y se parape tan tras la impunidad que les da el Estado.
Mientras el Gobierno no resuelva su problema con las Fuerzas de Orden Público, se hace complice de su violencia indiscriminada. Lo cual es particularmente grave por un hecho. Toda la violencia es un mal, aunque la fuerza legítima de cualquier Estado, desgraciadamente, en cuanto a vía de aseguramiento de un orde, es un mal frente al que podemos enfrentamos sólo tendencialmente, desarrollando una política liberal y democrática, poniéndole condiciones y garantías a su ajercicio. Así, es un mal frente al que nos tenemos que resignar, porque peor sería si no existiera, al mismo tiempo que lo limitamos y lo controlamos,
Pero la violencia ilegítima del Estado es el acto político que más ofende a la moral pública y a la conciencia ciudadana. Porque a la violencia añade opresión, abuso y desviación del poder. Es el acto políticamente más repugnante.
Mientras el Gobierno no imponga su capacidad de decidir y no afirme la ley, en relación con sus fuerzas de orden, no habrá arreglo. No decimos que este sea el objetivo político más importante, pero sí que es el previo. Mientras tanto, la violencia contra el Estado seguirá sin ser una solución, ni ética ni política, pero seguirá interpretándose como una respuesta justificada; los vascos seguiremos sin hallar nuestro orden político; Euskadi seguirá sintiéndose insolidaria con España. Los que pensamos que la vía armónica de creación de una sociedad civil es la más coherente, comprobaremos cómo nuestra idea tiene cada vez menos evidencia y menos capacidad de convencer. Y todos los vascos, y todos los españoles, continuaremos hundiéndonós en este clima de miseria moral...
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