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La presencia de tropas soviéticas en Cuba puede dificultar la ratificación del tratado SALT II

La detección de tropas soviéticas en Cuba por el espionaje norteamericano no provocará una crisis similar a la de los «misiles», que colocó al borde del enfrentamiento nuclear a las dos superpotencias en 1962, pero tendrá una influencia notable en la política interna de Estados Unidos y, quizá, en las elecciones del año que viene.Los aspirantes republicanos a la presidencia, que son legión, compitieron ayer en sus críticas a la Administración Carter, en sus acusaciones de «debilidad» y en sus demandas de una respuesta «enérgíca» a la URSS. Para Howard Baker, «los rusos están haciendo burla a Estados Unidos desde la isla del Caribe», mientras para John Connary el «incidente refleja la incapacidad de los servicios de espionaje norteamericanos».

Por su parte, el senador ultraconservador Robert Dole, que aspiró a la vicepresidencia en las elecciones de 1976, propuso que se congelen los debates sobre el tratado de limitación de armas estratégicas (SALT II) hasta que la brigada soviética sea. retirada de Cuba.

El futuro del tratado SALT II, una pieza esencial de la política exterior del Gobierno Carter y de la etapa de la distensión, aparecía mucho más oscuro desde ayer, cuando otros dos influyentes senadores se sumaban a la propuesta de Dole y anunciaban su intención de incluir la presencia de tropas soviéticas en Cuba, en el largo y difícil debate sobre la ratificación del SALT II, previsto para los próximos meses.

La cercanía de las elecciones influirá también en las posturas de otros legisladores, como el senador Fank Church, que parece haber adoptado una línea dura en este tema, y que fue quien anunció el viernes la presencia en Cuba de la brigada del Ejército soviético. En muy similares circunstancias se encuentra Richard Stone, senador demócrata por Florida, que desde hace más de un mes viene acusando a la URSS de incrementar sus contingentes militares en la isla.

Precisamente fue la respuesta del secretario de Estado, Cyrus Vance, a una interpretación del senador Stone, la que ha colocado en situación embarazosa a la Administración Carter. En una carta fechada el pasado 27 de julio, Vance aseguraba que «no hay pruebas de ningún incremento sustancial de la presencia militar soviética en Cuba en los últimos años, o de la existencia de una base militar».

Sólo unas semanas después, el portavoz del Departamento de Estado tenía que reconocer la presencia en Cuba de unos 3.000 soldados soviéticos dotados con artillería y vehículos acorazados. Pero, aunque la Administración Carter insiste en que estas tropas no suponen una amenaza para Estados Unidos y no violan los acuerdos de 1962, se reconoce incapaz de responder la pregunta básica: ¿qué hacen esas tropas en Cuba?

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Las especulaciones que circulaban ayer por Washington eran para todos los gustos. Según algu nos, el pequeño contingente es una, especie de «vínculo» para advertir a posibles agresores que la URSS defenderá a Cuba. Para otros, los soviéticos suplen en la isla las funciones de las tropas cubanas destinadas en Africa. Y no falta quien ve en los 3.000 soviéticos una van guardia dirigida a intervenir en América Central, primero, y en América del Sur, después.

Estados Unidos no ha pedido la retirada de esas tropas, aunque sí ha expresado su «preocupación» por la presencia de las mismas en Cuba. Mientras la Administración Carter intenta quitar hierro a la situación, e insiste en que en absoluto estamos en una crisis similar a la de 1962, sufre los ataques de los sectores republicanos y conservadores y de los enemigo s del tratado SALT Il y de la distensión, que piden un acto enérgico consistente en «trazar una línea:» en lo que consideran el principio de la penetración militar soviética en el hemisferio occidental.

Reacción del Departamento de Estado

El Departamento de Estado expresó el viernes por la noche el deseo de que los países no alineados contribuyan, en su reunión de La Habana, y de «forma constructiva,a la paz mundial». « La reunión de representantes y dirigentes de más de ochenta naciones no alineadas esta semana en La Habana es un acontecimiento importante», afirma un comunicado publicado por el Departamento de Estado. El comunicado añade que «el Gobierno norteamericano comprende y respalda los principios de un auténtico no alineamiento. Compartimos con la mayoría de los países no alineados el interés y las preocupaciones comunes sobre la independencia, la libertad y la dignidad de la persona humana».

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