_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El Cordobés de ahora mismo

«El Cordobés será lo que sea, pero llena las plazas.» Durante horas y horas y hasta el absurdo se podía discutir con el cordobesismo, en plena época rutilante del ídolo, e invariablemente llegábamos al mismo callejón sin salida: «Será lo que sea, pero llena las plazas»; o «Valdrá lo que valga, pero gana más que nadie. » El mito de El Cordobés alcanzó cotas polémicas así de finas y eruditas.Lo mismo ahora, aunque ya hay mucho menos cordobesismo y el que pervive es un reducto decadente. La diferencia está en que El Cordobés no llena las plazas (quedaron muchas entradas sin vender en sus recientes salidas a Huelva y Alicante), no parece tener la resistencia física -es lógico- de sus años mozos, ni ilusión por convertir en desenfado y payasada la técnica de la lidia y el rito de la fiesta, posiblemente porque ya no encuentra el mismo eco en los tendidos. La gente va a los toros a ver torear.

Sin embargo, en lo que es toreo está tan en sazón como siempre. Si fue bueno, lo sigue siendo ahora, y sí malo, no ha mejorado en nada. Sus verónicas siguen siendo torniquetes; sus chicuelinas, zurriagazos; sus naturales, enganchones; sus derechazos, medios pases; sus saltos de la rana, molinetes a bote-pronto. Y si esta singular forma de sentir e interpretar el toreo arrebató multitudes hace diez años, alguien tendrá que explicar por qué no gusta ahora.

En realidad no hay explicación posible, pues el toreo era lo de menos. De El Cordobés interesaba más (o solamente) aquella personalidad que le describían al detalle y la fábula de sus millones. Personalidad y fábula que no se han perdido, están ahí, podrían airearse de nuevo con los mismos mecanismos e insistencia que se utilizaron en su época dorada, y seguramente surtirían los mismos efectos. Pero no se hace. Los tiempos cambian.

Acaso los medios de difusión de que se valían entonces El Cordobés y el poder, en mutuo apoyo, tienen hoy otros controles y otros objetivos. Acaso hoy el torero no puede ocupar gratuitamente (o no tan gratuitamente), y a diario, grandes tiempos en la pequeña pantalla y grandes espacios en periódicos de inspiración oficial, sin que una información veraz lo justifique.

Y ha de torear, simplemente, faceta que para nada servía al mito del cordobesismo, con lo cual una campaña de reaparición del ídolo puede convertirse en un calvario, pues sólo sabe instrumentar las suertes de forma elemental y carece de recursos para imponerse al toro que es normal hoy en las plazas. El Cordobés de ahora mismo -de quien sus apoderados ya se han apresurado a decir que ganará en dos meses doscientos millones, por si prende, de nuevo, uno de los argumentos que consolidaban el mito-, desvalido ante los problemas y los peligros de la lidia, puede convertirse en el árbol caído de quien todos quieren hacer leña. En Huelva y Alicante, los públicos, enfurecidos, ya le han dado dos avisos muy serios.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_