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Estados Unidos puede abandonar su política de no intervención en Centroamérica

Estados Unidos puede cambiar a corto plazo su política de no intervención en Centroamérica si pierde el control de los acontecimientos en el área. El Pentágono y la CIA presionan a la presidencia norteamericana para que vuelva a las ayudas militares a los regímenes militares centroamericanos, mientras el Departamento de Estado presiona a estos regímenes para que se democraticen y eviten el triunfo guerrillero, informó la AFP desde Washington. Entre tanto, en Nicaragua se dan los primeros pasos para organizar un nuevo Ejército nicaragüense, mientras el Partido Comunista anuncia que va a abandonar la lucha de clases para mantener la alianza de trabajadores y clase burguesa.Existen serias preocupaciones por parte de sectores militares y políticos norteamericanos de que el actual curso de los acontecimientos de estos dos países, fundamentalmente en El Salvador, determine una radicalización por parte de las organizaciones guerrilleras y que los hechos se salden de modo similar a los acontecimientos nicaragüenses.

Según la agencia France Presse, Estados Unidos puede concluir su política de no intervención en el área, ya que el ejemplo nicaragüense abre perspectivas de éxito para la guerrilla que opera en El Salvador y en Guatemala, donde sus respectivos regímenes, por su actuación dictatorial, se hallan en situaciones análogas a las de Nicaragua durante la última etapa del mandato del derrocado general Anastasio Somoza. Este cariz de los regímenes salvadoreño y guatemalteco amenaza encauzar la política de estas repúblicas centroamericanas hacia una bipolarización entre los ejércitos regulares y las organizaciones guerrilleras.

El Departamento de Estado norteamericano realiza gestiones ante el Gobierno de El Salvador para que democratice sus instituciones y sus prácticas políticas y evite la radicalización popular contra la cúpula militar en el poder. Carlos Humberto Romero, primer mandatario salvadoreño, ha prometido formalmente que realizará reformas políticas profundas. El país se vio inestabilizado por fuertes movimientos de contestación al régimen militar salvadoreño el pasado mes de mayo, tras la violenta represión policial, con decenas de muertos, de los movimientos de apoyo al Bloque Popular Revolucionario.

Si Estados Unidos cambia su actitud respecto a Centroamérica, Cuba podría alterar asimismo su conducta respecto a los recientes acontecimientos centroamericanos, con lo cual el actual statu quo en el área podría modificarse de modo sustancial.

Supuesto ataque contrarrevolucionario

Una emisora constarricense informó ayer que fuerzas contrarrevolucionarias habían atacado el palacio Nacional de Nicaragua, antes sede del Congreso. El corresponsal de Radio Reloj anunció desde Managua que los atacantes eran ex miembros de la Guardia Nacional de Somoza. La noticia no pudo ser confirmada oficialmente desde Managua, aunque la radio citada añadió que el ministro del Interior, Tomás Borge, y el Comandante Cero, Edén Pastora, habían salido hacia el edificio, situado en el centro de la capital, para repeler el ataque.Los aspectos políticos más relevantes son estos días el impulso que están recibiendo los comités de defensa civil, organizaciones populares que agrupan a la mayor parte de la población, incluso a nivel de barrios, y que constituyen una poderosa palanca de actividades, información e iniciativas en manos de las autoridades sandinistas. Los dirigentes nicaragüenses se esfuerzan ante los medios políticos e informativos extranjeros en demostrar que no van a instaurar en Nicaragua un régimen socialista, como repetidamente se afirma en distintos órganos americanos y europeos. También se ha desmentido que los militares sandinistas hayan dado muerte a centenares de guardias nacionales del anterior régimen, como algunos exiliados dicen en Estados Unidos. Recientemente, el ministro del Interior, Tomás Borge, afirmó que la pena de muerte ha desaparecido en Nicaragua.

El Partido Socialista nicaragüense, comunista, ha anunciado que en la actual etapa se abstendrá de practicar una política basada en la lucha de clases, al tiempo que asegura que sostendrá una política basada en la alianza entre la burguesía y los trabajadores nicaragüenses.

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