El poder cultural italiano, indiferente ante la nueva generación de poetas
En Italia se está despertando el interés por la poesía y los poetas después de un profundo letargo. No sólo se empieza a leer otra vez a estos magos de la palabra, sino que, como en los tiempos de Homero, se vuelve a escuchar la palabra de su viva voz, aunque el poder cultural se muestra con una total indiferencia ante la nueva generación de poetas, según declara Ennio Cavalli. Los poetas, en este país, están saliendo de sus escondrijos, de sus reuniones casi espiritistas, de las bodegas para iniciados, y empiezan a presentarse a la luz del sol, en público, en las plazas y calles de los pueblos y ciudades. Informa desde Roma nuestro corresponsal Juan Arias.
Los mayores poetas del mundo han visto con interés este renacer de la poesía en la tierra de Montale, de Sbarbaro, de Bolne y de Barile, y lo han demostrado trasladándose primero a Génova y, después, al litoral romano para celebrar con sus colegas italianos reuniones internacionales.El resultado de este impacto de los poetas con la gente de la calle ha sido polémico. Ha habido tortas y abucheos, pero nunca se habían reunido juntos tantos miles de jóvenes para escuchar a un poeta. Estos «monstruos sagrados» han tenido que enfrentarse a veces con un público exigente y a veces grosero. Pero este riesgo los poetas lo aceptaron con gusto para poder establecer con la gente un diálogo nuevo y creador.
Para tomar el pulso a este despertar de la poesía en Italia hemos conversado con uno de los poetas más famosos de la última generación: Ennio Cavalli, de 32 años, autor de colecciones de poesías como L'infinito, Naja tripudian y Trent'anni. Colabora en las páginas de Arte y Cultura de Paese Sera y en las revistas Ulisse y Nuovi Argomenti, la revista en la que escribió Pier Paolo Passolini hasta la víspera de su muerte. De Cavilli, críticos como Dario Bellezza, Stefano Santuari y Alberto Bevilacqua, han escrito en estos últimos meses frases de máximo elogio: «Consigue en la épica de lo cotidiano, removida en trascendencia, vetas insuperables, como la poesía contenida en Testamento a la vida. «Cavalli se está adueñando rápidamente de los instrumentos lingüísticos colocándose entre los jóvenes más interesantes, más liberados y protegidos del desencanto, del rechazo de la gracia, de ironía y alegría verdaderamente insólitos. »
El último libro de poesías de Cavalli es Treinta años. Empiezo preguntándole qué ha sentido cuando ha tocado la frontera de los treinta.
«Tener hoy treinta años pienso que es un privilegio. Significa haber vivido a caballo de muchas experiencias, haber visto el propio tiempo, la sociedad, la lucha para mejorarla, desde diversos pero también estimulantes puntos de observación. Hemos empezado la universidad tradicional y la hemos terminado después del 68, matrimonio canónico y después divorcio; protesta juvenil, pretendido boom económico y desarticulaciones de nuestros días. Elementos todos que han contribuido a formarnos, aunque haya sido en la incertidumbre. Quien ha tocado los treinta años hoy debiera poseer menos dogmas y más conciencia. La misma poesía se ha liberado de las imposiciones experimentalistas de los años sesenta y se hace cada vez más búsqueda de contenidos y hasta medida de juicio y de conocimiento.»
En un rápido itinerario de la poesía italiana desde la unidad de Italia hasta nuestros días, Cavalli señala: «Prácticamente en este período han aparecido en la escena literaria cinco generaciones: la primera fue la de Svevo, D'Annunzio y Panzini. No se puede olvidar que Cuore es del 86, y que Odi barbare fue una de las primeras lecturas de la primera generación. La segunda nos ha dado la ironía crepuscular de Gozzano y Moretti, Saba y Palazzeschi. La tercera, más difícil de esquematizar, es la de Quesimodo, Ungaretti, Betocchi y Montale. Con la cuarta llegamos a Pasolini, Morante, Zanzotto, es decir, de los nacidos después de la gran guerra. La quinta generación, la de la última posguerra, es aún una hipótesis. Han pasado treinta años y aún nadie se ha presentado.»
Le recuerdo a Cavalli una de las últimas afirmaciones provocadoras de Pasolini: «Con nuestra generación todo ha terminado: quien está fuera está fuera y quien está dentro está dentro.» «Bueno, podría parecer una consideración fatalística más que un acto acusatorio o una búsqueda de responsabilidad. Pasolini no se pregunta el por qué de su afirmación demostrando de este modo el tremendo aislamiento de la vieja guardia. »
Pero este joven poeta es, sobre todo, amargo con los editores italianos, que dejan siempre a la puerta a los poetas neófitos. «Antes podía acaecer que un director de diario invitase a un joven a escribir en tercera página, un crítico de lujo que criticaba al neófito, el editor en busca de talentos. Moravia festejó contemporáneamente la mayoría de edad y la salida de su obra Los indiferentes, enseguida destacado con un artículo de G. A. Borgese. Pero son tiempos pasados. Habría que preguntarse por qué los editores nacionales se desinteresan hoy tanto de los nuevos talentos. Yo no creo, como pensaba Pasolini, que toda la nueva generación sea bastarda. Hoy interesan sólo autores conocidos y lanzados. El condicionamiento al cual se somete hoy a la quinta generación es una sola: total indiferencia por parte del
poder. »
Babelia
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