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Reaparece La Mostra de Venecia, decano de los festivales de cine

Carlo Lizzani, director e historiador de cine, es el nuevo director de la Mostra Internazionale Cinematograrica di Venezia-79, con la que se reanuda, entre el 25 de agosto y el 5 de septiembre, una nueva etapa del decano de los festivales de cine de todo el mundo, inaugurado como una sección de la Bienal, en 1932, y prácticamente desaparecido después del mayo francés de 1968.

Un convenio sobre «el cine imaginario de los años ochenta», en el que participarán directores de cine de todo el mundo, sociólogos de la comunicación y semiólogos, como McLuhan y Umberto Eco. Una «sección grande», con la proyección de unas veinticinco películas representativas de la producción mundial de estos dos últimos años. Una «sección laboratorio o taller», en la que se podrán ver, por ejemplo, la hora y media de Apocalypsis now, de Francis Ford Coppola, y una hora de Taxi driver, de Martin Scorsese, fragmentos y secuencias que por distintos motivos quedaron fuera del montaje definitivo de los filmes, sesiones de cine experimental y un ciclo retrospectivo dedicado a Marcel Pagnol, son los alicientes de este renovado festival.Paolo Valmarana, crítico cinematográfico del diario Il Popolo, miembro de la dirección de programas de la televisión italiana y de la comisión de la Mostra -junto con el escritor Alberto Moravia, Giovanni Grazzini, crítico de Il Corriere della Sera;Escobar, del diario Avanti, y el teórico Scotto Lavina-, se encuentra en España, acompañado de Vicente Pineda, asesor de la Mostra y director de Ecrán Distribución, para visionar las películas españolas que participarán al festival. La verdad sobre el caso Savolta, de Antonio Drove; Soldados, de Alfonso Ungría; La miel, de Pedro Masó, y posiblemente Perro de alambre, de Manuel Caños -un largometraje en coproducción con algunos países latinoamericanos sobre la represión en aquel continente, con textos de Amnistía Internacional-, y Cinematógrafo 1900 (subtitulada Homenaje a Segundo de Chomón) pueden ser, según todos los indicios, las películas españolas que acudirán a Venecia. La cinematografía italiana estará representada por La Luna, de Bertolucci, «un incesto no muy dramático entre una soprano y su hijo». según expresión del señor Valmarana; El prado, de los hermanos Taviani, producido por la televisión italiana, en el que se afronta el desempleo juvenil y los problemas del campesinado, y Operación Ogro, de Pontecorvo, sobre el atentado a Carrero Blanco.

El Festival de Cine de Venecia, sección de la Bienal de pintura, teatro, música y arquitectura, se suspendió sólo en dos ocasiones: durante la segunda guerra mundial, 1943-1945 -en 1942, una disposición del Gobierno italiano había prohibido la crítica de cine en diarios y revistas-, y con motivo del mayo francés de 1968. Se contestó entonces a la Mostra como escaparate y promoción de la gran industria, nacieron los contrafestivales y jornadas de cine fuera del palacio edificado en el Lido (1937) expresamente para el festival, e incluso fue boicoteada por las revistas especializadas de cine, hasta que en 1973 el Parlamento dotó a la Bienal de un estatuto «dernocrático». Pese a todo, la Mostra no se recuperó. En 1976 se celebró el último festival, con una retrospectiva sobre la guerra civil española («España, cuarenta años después»).

«Ahora intentamos recuperar el festival y su antigua estructura, pero modificando las relaciones comerciales tradicionales entre el público y las obras», explica Paolo Valmarana, «porque hoy están desapareciendo las fronteras entre el cine comercial y el cine de calidad. En el cine comercial de nuestros días abundan los ejemplos de cine de calidad. El mismo Festival de Cannes ha desmentido las tesis de quienes creen que los festivales son exclusivamente mercados del cine, cuando, por ejemplo, en las dos últimas ediciones premió consecutivamente a Padre padrone, de los Taviani, y El árbol de los zuecos, de Olmi. Nosotros, sin embargo -ya no se concederán los tradicionales leones de oro-, no podemos competir con Cannes, porque no tenemos ni el presupuesto ni la infraestructura turística de Cannes. Intentaremos prestar especial atención a los pequeños productores y países del Tercer Mundo.

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