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"La galería de arte no es sólo un negocio, es una pasión"

Encima de la mesa de su despacho, además del teléfono infatigable, de los papeles -catálogos, fotolitos, impresos, revistas- y de algún cenicero, Juana Mordó tiene objetos diversos: una pequeña hucha en forma de fajo de billetes de mil pesetas, regalo reciente de Lucio Muñoz un cuadrito salvaje, de los que hace con juguetes de plástico y titanlux Antón Lamazares una manzana que parece talmente de verdad, un búcaro siempre lleno de flores. Juana Mordó, que acaba de volver de Basilea -«ha ido muy bien, realmente mejor que el año pasado»-, y de París, y de Portugal, está un poco extrañada con esto del homenaje. «Que no lo merezco, de verdad, que no lo merezco», dice. «La gente pensará que qué ha hecho esta señora. Vender cuadros de otros. Lo único que me tranquiliza en este terreno es la verdad que hay detrás: para mí la galería no es un negocio sólo; si lo fuese creo que no estaría nada mal de dinero... Ha sido y es una pasión.»Y Juana Mordó empieza a contar para EL PAIS, con ese acento dulce que arrastra algo las erres, la historia de esa pasión.

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« Empecé », dice, « con Biosca, llevando la galería que él no podía llevar porque tiene otros muchos negocios, y en seguida fui su socia, con los mismos riesgos económicos y de todo tipo que él. Creo que desde entonces mi tendencia iba con esa gente nueva, que entonces eran nuevos, el grupo El Paso, y todos los que hubieran podido estar en él, aunque no estuvieran... En el extranjero no tuve ninguna dificultad. De hecho, ellos eran muy apreciados antes de que se les conociera en España. Por ejemplo, tuvieron que pasar siete años para que yo vendiera el primer cuadro de Manolo Millares. Era una época dura para los abstractos españoles, porque no había ninguna revista que les presentara, ni ninguna galería, ni ninguna manera de difundir la vanguardia de la época. En ese sentido, Juan Manuel Ruiz de la Prada, que fue el primero que compró cuadros de Saura y de Millares, fue convenciendo a los amigos, hizo una labor importante para impulsar a aquellos primeros coleccionistas.»

«En Biosca», dice Juana Mordó, «estuve cinco años. Luego, los artistas me propusieron, me tentaron a independizarme, a tener una galería más... tendenciosa. Y abrí la de Villanueva. Conmigo estaban los de El Paso y los que hubieran podido ser del Paso, todo aquel grupo atraído por la abstracción. Por ejemplo, Lucio Muñoz o José Guerrero, que no estaba porque vivía entonces en América.»

«Para mí», dice Juana Mordó, «el milagro de El Paso, y su misterio, es que todos tenían su personalidad propia, y además formaban un grupo coherente y fuerte. Si en algún momento del cubismo se pudieron confundir cuadros de Picasso y de Braque, nunca ocurrió eso con dos pintores de El Paso... Y, por otra parte, es milagroso que contra viento y marea -y ahora que ya están parece imposible que alguna vez hayan tenido dificultades- sigan creciendo aún. Sigan haciendo cosas, demostrándose cada

día. »

La pintura más rigurosamente contemporánea va, según Juana Mordó, por algunas formas del arte figurativo. «El peligro de hoy», dice, «es la caída en justo lo contrario de lo que sufrimos antes. Con los abstractos había que luchar contra la desconfianza. Los realistas españoles de hoy -que, junto a los americanos, tenemos los pintores mejores del mundo- se encuentran con un público confiado y bien dispuesto, que confunde muchas veces las cosas. Por ejemplo, lo que es trabajo académico, de preparación, y lo que es arte... Creo que el verdadero realismo español no habría existido sin El Paso.» «Yo, en cualquier caso», dice Juana Mordó, «soy muy optimista: estoy convencida de que de lo más estridente, de lo más escandaloso que hacen los jóvenes, van a salir cosas importantes... Y también soy optimista respecto a la situación económica, aunque no tengo ninguna razón para serlo. Creo que la crisis de estos dos últimos años pasará. »

Juana Mordó, con el homenaje, está algo perpleja. «Hay un proverbio francés que dice que para vivir felices, vivir ocultos... En cualquier caso tengo que decir que estoy sinceramente conmovida. Y especialmente porque ocurra en esta nueva España: creo que en la de Franco no hubiera ocurrido nunca. »

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