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"La democracia ha hacho recobrar a España la totalidad de su prestigio en Iberoamérica"

Juan Arias

Pregunta. ¿Qué papel juega Colombia en el agitado marco de América Latina?Respuesta. Tenemos la extraordinaria ventaja de ser la más antigua democracia de América Latina. Desde los días de la emancipación, hasta los actuales, sólo muy transitoriamente se interrumpió en Colombia el proceso democrático. En este siglo, una sola vez, con el general Rojas Pinilla, de 1953 a 1957. Fue sólo un eclipse en nuestra democracia. En realidad, nuestro pueblo nunca ha temido la democracia. La dictadura ha sido en nuestro país un cuerpo extraño que nunca ha podido enraizarse. El modo de ser de nuestro pueblo se identifica con la voluntad de las grandes mayorías populares.

P. ¿Existen en su país peligros de atentados contra la democracia?

R. En términos políticos, no. Existen sólo movimientos de delincuentes comunes que recubren con los mantos de ciertas campañas políticas sus actividades. Pero propiamente no hay delincuentes políticos, sino delincuentes comunes disfrazados de políticos.

P. ¿Cómo un país de siempre democrático, como Colombia, sufre y convive con las dictaduras de los demás países del Continente?

R. Nosotros estamos acostumbrados a convivir con Gobiernos de diferentes ideologías en Latinoamérica. El sistema regional americano tiene una Organización de Estados Americanos y la IX Conferencia Interamericana aconsejaba el mantenimiento de relaciones entre los Estados para que pudiera funcionar el sistema. Esto nos familiarizó con los Gobiernos de distinta ideología y es así como se ha convivido durante mucho tiempo con Gobiernos de extrema derecha bajo la férula militar, o con Gobiernos de extrema izquierda, como el del señor Castro, o el del señor Allende. No tenemos prejuicios políticos en el sostenimiento de las relaciones. Hemos defendido siempre la política del pluralismo ideológico, para poder sostener a escala universal relaciones con todos los países. Usted verá que nosotros tenemos relaciones con todos los países del área socialista en casi la totalidad de los de Occidente. El nuestro es un país en donde hay mente abierta, voluntad de aproximación y amplias avenidas por las cuales pueden circular las ideas. No existen en mi país pecados de opinión. No se castiga a nadie por lo que exprese o piense, sino por actos contrarios a la Constitución y a las leyes.

P. ¿Cuál es la actitud actual de su país con Nicaragua?

R. Hemos tratado el problema junto con los demás presidentes de los países andinos. Concretamente con Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela. De entrada vimos que si había una persecución como realmente ha existido, contra las gentes que han militado en movimientos de oposición, cerrar embajadas era cerrar asilos, era asumir una actitud equívoca de protesta contra los derechos humanos cerrándonos al mismo tiempo la posibilidad de ayudar a las gentes que necesitaban nuestro asilo político. Más tarde se celebró una reunión de los ministros de Exteriores de los países andinos (concretamente fueron designados los de Venezuela y Ecuador) para que fueran a Nicaragua y hablaran con el señor Somoza, invitándole a facilitar soluciones. No obtuvieron respuesta afirmativa y entonces se dio un paso más avanzado que el de la simple condena, fue el de reconocer el estado de beligerancia de las fuerzas sandinistas, para que ya no fueran consideradas simplemente como unos revoltosos alzados en armas, sino unas fuerzas que son acreedoras de un tratamiento diferente conforme al derecho internacional. Yo pienso, que ha sido tan efectivo que es lo que más ha ayudado a ese grupo. Ahora hemos ido a la conferencia de Washington con el propósito de facilitar la formación de un Gobierno que represente la seguridad para el pueblo de Nicaragua, evitando que pueda haber un baño de sangre y que, por el contrario, se respeten los derechos humanos, se aclimaten las libertades, se fortalezcan las instituciones democráticas y este país no caiga en el caos. No nos es indiferente de ninguna manera la suerte de Nicaragua y no somos de la teoría de que aun cuando venga lo peor eso no tiene importancia con tal de salir de lo malo. Que lo malo sea reemplazado por lo bueno y no por lo peor.

P. Usted va a celebrar una visita de Estado a España ¿Cómo se encuentran actualmente las relaciones entre ambos países?

R. En el mejor momento de su larga trayectoria. Evidentemente, la presencia del Rey y la Reina en Colombia constituyó un estímulo poderoso a las relaciones entre España y Colombia. Pero hay algo que ha despertado verdadero entusiasmo en Colombia, en Latinoamérica y a nivel mundial, y es el reencuentro de España con la democracia. La circunstancia de que España sea hoy un Gobierno democrático representativo y con libertades le da una extraordinaria importancia mundial y le recobra la totalidad de su prestigio en Latinoamérica. Lo que nos separó alguna vez de España fue la política de los largos años de franquismo y de ninguna manera porque se hubiera extinguido el afecto por un país que está tan vinculado al nuestro y del cual dependemos. Unos le llaman hermano, y otros, madre, pero de todos modos el parentesco es muy cercano.

P. ¿Qué representa concretamente este viaje suyo a España?

R. En primer lugar, la oportunidad de volver a dialogar con el primer ministro, Adolfo Suárez, de quien tengo el privilegio de ser amigo, como de muchos de los actuales jefes políticos de España, por ejemplo, Felipe González, quien ha estado varias veces en mi país y me hizo la distinción -que yo le aprecié mucho- de estar presente en el acto de mi toma de posesión como presidente de la República. Son muchas las personas de la actualidad española con las que mantenemos vivos contactos. Estamos, concretamente, muy interesados en fortalecer el entendimiento entre ambos países. Encontramos que España se aproxima más a nuestras necesidades y demandas tecnológicas. La tecnología de las superpotencias es una tecnología sofisticada y la española es sencilla, es tecnología en español.

Por otra parte, en el campo cultural, es mucho lo que los iberoamericanos debemos seguir aprendiendo de España y lo que España puede observar en un país que despierta. Junto a esto, existe el firme propósito de llegar a un importante acuerdo de complementariedad diplomática que demuestra ya hasta qué punto son cordiales nuestras relaciones. Me refiero al hecho que donde Colombia no tenga embajadas, será representada por España y, al contrario, donde no las tenga España, nosotros la representaremos. Por otra parte, se van a dar facilidades muy grandes para obtener la nacionalidad colombiana a un español y al contrario. Es el primer acuerdo de esta naturaleza que nosotros hacemos con cualquier otro país.

P. De Colombia ha llegado al Vaticano un eclesiástico español que ocupará con este Pontificado el tercer puesto de máxima importancia en la jerarquía vaticana. Me refiero al cardenal Eduardo Martínez Somalo, que era nuncio apostólico en Bogotá. ¿Cómo ha juzgado su país este nombramiento?

R. Conozco muy bien al cardenal Martínez Somalo. Ha sido uno de los más finos diplomáticos que han pasado por Colombia. Deja allí una estela profunda de amigos. Lo hemos admirado siempre y conocemos como pocos sus condiciones intelectuales y sus calidades humanas. La sabiduría de Su Santidad se advierte en el acierto de sus nombramientos. El nombramiento de monseñor Martínez Somalo como sustituto de la Secretaría de Estado lo demuestra claramente. Como anécdota, le diré que Bogotá ha sido siempre una buena sede para los nuncios. La mayoría de ellos ha llegado al cardenalato y algunos han logrado un prestigio tan grandes como Samoré, Baggio y Bertoli.

P. Hace once años, cuando Pablo VI visitó Colombia, un semanario italiano escribió con grandes titulares, refiriéndose a la situación social de Colombia, «el Papa va a un infierno». A once años de distancia, ¿qué ha cambiado en su país?

R. Colombia ya no es el infierno. Ahora es apenas el purgatorio. Pero, como usted sabe, en el purgatorio hay siempre esperanza. Nadie se va del purgatorio al infierno. Tenemos aún muchas lacras, los males del crecimiento, pero también una economía en expansión. En 1970 exportábamos 680 millones de dólares, y hoy, más de 3.500. Tenemos reservas internacionales por más de 3.000 millones de dólares. Tenemos un comercio y una economía en expansión. El crecimiento económico acusó el año pasado un índice del 8% y hemos logrado detener la inflación en el 21 %. Queremos volver a ser autosuficientes en cuanto al petróleo. Poseemos enormes reservas materiales. Poseemos el primer puesto en Iberoamérica en carbón, en industria hidroeléctrica, gas y minerales de todo tipo. Necesitamos sólo capitales. Por eso mi viaje por Europa, concretamente a España, intenta que podamos salir de nuestra reclusión para crear una política de mayor acercamiento a Europa y, sobre todo, a España.

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