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Cuatro veteranos escritores franceses se examinan de bachillerato

Cuatro conocidos -y veteranos- escritores franceses, especializados en su mayoría en el tratamiento humorístico de sus temas, se han convertido en cuatro insólitos estudiantes de bachillerato, abandonando así uno de los elementos biográficos que les resultaban más queridos, el autodidactismo. Dos aprobaron y dos fueron suspendidos.

Los cuatro escritores son muy famosos en su país. Se trata de Pierre Daninos, el humorista que escribió Sonia y Los papeles de Mr. Thompson; Paul Guth, el historiador y humorista autor de El ingenuo; Dominique Desanti, periodista especialista en biografías, y Cavanna, el más corrosivo de todos, un ácrata colaborador de la revista Charlie Hebdo, una especie de Hermano Lobo, temida por su biliosa gracia. Los cuatro han comenzado el bachillerato muchos años después de la edad en que normalmente se siguen estos estudios elementales. Todos ellos han acudido a superar las primeras pruebas para obtener el título de bachilleres. Sin la timidez que la vejez muestra cuando se mezcla con la juventud más temprana, Cavanna, Guth, Daninos y Desariti aparecieron, gallardos, en el aula de exámenes, para mostrar, seriamente. sus conocimientos de filosofía.

La primera prueba que pasaron los cuatro escritores fue la que en España hubiera sido el equivalente a la reválida de bachillerato. Ahora les resta superar el examen común de preuniversitario.

La nota más alta de los cuatro la obtuvo Cavanna, cuya historia de adolescencia tiene poco humor, circunstancia que quizá le ha obligado a reírse con ironía tan visceral de la sociedad que le rodea. Es hijo de emigrantes italianos, a los que en Francia llaman, peyorativamente, ritals. Abandonó el colegio a los catorce años, por falta de medios. Su frustración -jamás llegó a examinarse- ya se ha calmado. En las recientes pruebas alcanzó dieciocho puntos sobre los veinte que debía obtener para llegar a la nota máxima.

El tema al que tuvo que responder Cavanna, según cuenta Efe desde París, le venía un poco esquinado, si se tiene en cuenta cuál es su dedicación literaria. Debió responde a la pregunta: «¿Conduce necesariamente al pesimismo la lucidez?». El profesor que le examinó le puso «la nota más alta que he dado en mi vida, porque el tema ha sido muy bien comprendido en su heterogenidad lógica y fue muy agudo el análisis, no simétrico y no maniqueo, de la dualidad optimismo-pesimismo».

Dominique Desanti, que escogió igual tema, fue más superficial y sólo obtuvo un aprobado alto: doce puntos. Fue más detallista que profundo su análisis de la mencionada y típica dualidad en el humor.

Paul Guth y Pierre Daninos fueron suspendidos, literalmente, «por jugar con fuego». Ambas figuras literarias de la Francia de hoy pretendieron una incursión por el pensamiento religioso de este tiempo. Uno quiso responder a la cuestión «¿Es posible una sociedad sin religión?», y otro creyó que podía explicarse esta otra interrogante: «¿Es posible la religión en la sociedad?».

Daninos, ateo, asustó al examinador afirmando que una sociedad sin religión «no sólo es posible, sino deseable». El suspenso recayó sobre él sin paliativos, «por no llevar a cabo una verdadera reflexión filosófica».

Paul Guth fue demasiado lejos. El historiador de la literatura francesa y de su propio país obtuvo siete puntos. El examinador fue tajante. A la pregunta: «¿Es posible la religión en la sociedad?» respondió invirtiendo los términos. Construye la historia sin desmenuzarla y cimentarla antes y no analiza el fenómeno de renovación religiosa de que habla.»

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