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"Las subculturas de "hippies" y pasotas son en gran parte un producto del paro juvenil"

Presentación del libro "La adolescencia forzosa", de Alberto Moncada

«Las subculturas jóvenes de contestatarios, hippies, pasotas se sustentan en una dimensión demográfica. No podrían darse sin la existencia de esa sobreabundancia de población no trabajadora que el mercado de empleo no absorbe, y que es aparcada en centros escolares donde apenas hay más cosas que personas y libros.»

Este es, a juicio del sociólogo Alberto Moncada, el origen social del protagonismo de la adolescencia, ese protagonismo que describe en su libro La adolescencia forzosa, premio Mundo 1979, que se presentó ayer en el Colegio San Juan Evangelista. El acto fue organizado por la Asociación Castellana de Sociología.«Una de las características más acusadas de la civilización industrial», dice Alberto Moncada en un intento de explicar qué es adolescencia forzosa, «es la proIongación de la etapa que hay entre la infancia y la madurez. La prohibición del trabajo a los menores, la obligatoriedad de la escolaridad y otras causas están creando un nuevo modo de vivir en sociedad: la adolescencia que trato de describir en el libro. Es un modo nuevo que no existía hace cincuenta años, y menos en la dimensión masiva de nuestros días. La sociedad industrial apenas tiene mensajes para esa nueva manera de vivir. Por eso son tan ambivalentes y tan dramáticas las opiniones que los adolescentes tienen de sí mismos y las de los adultos respecto a ellos. »

Según la interpretación de Alberto Moncada, las expresiones de la adolescencia moderna explican bastante más que un mero conflicto generacional. «La transmisión de información y hábitos de comportamiento de una generación a la siguiente ha estado basada hasta ahora en una relativa estabilidad de la cultura y de la tecnología durante el tiempo de la transmisión, y en la hipótesis de que el joven se incorpora en seguida al mundo adulto. Hoy, la velocidad a la que se altera la tecnología y la cultura, y la larga duración de la adolescencia, obstaculizan y alteran la sincronización generacional. El adolescente tiene tiempo para pensar, no es empujado a trabajar en seguida, y menos aún en tiempos de desempleo. La sociedad, por otra parte, prefiere posponer estos problemas prolongando la escolaridad hasta edades cada vez más avanzadas, subvencionando el consumo y la actividad gratuita de los adolescentes, aceptando formas de experiencia que no son las tradicionales del matrimonio convencional y del empleo fijo.»

El problema del paro en la juventud es alarmante. Un 10 % de la población juvenil española se encuentra en paro, y sólo la sexta parte de estos desempleados perciben subsidio, según un reciente estudio realizado por la Unión de Juventudes Maoístas.

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