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Grecia firmó ayer la adhesión a Europa

Una hora bastó ayer a los líderes políticos para firmar, en el palacio ateniense de Zapeion, los tratados de adhesión de Grecia a las Comunidades Europeas, cuyos textos equivalen a 17.000 páginas con reglamentos y declaraciones negociadas durante casi tres años y un proceso de relaciones Grecia-Mercado Común de más de veinte años. El camino de integración a Europa es largo, sobre todo cuando, como en el caso de Grecia, hubo un paréntesis de siete años impuesto por la violación de las reglas democráticas por la «junta de los coroneles».

Los aplausos resonaron en la gran sala circular del palacio de Zapelon, a la llegada de Constantino Caramarilis, primer ministro griego, acompañado del presidente de la República Francesa, Valery Giscard d'Estaing; los primeros ministros de Italia, Bélgica, Holanda, Irlanda, Luxemburgo, y los ministros de Asuntos Exteriores de la RFA, Dinamarca y Gran Bretaña. Jean François Poncet, ministro francés de Asuntos Exteriores, abrió el acto en su calidad de presidente en funciones de los consejos de la CEE.Invitó a la tribuna a Constantino Caramalis, quien, en un discurso eminentemente político, recordó, ironía de la historia, que «Europa lleva nombre griego». En el banco de invitados, todos los jefes de fila de los partidos políticos griegos, excepto los socialistas panhelénicos del Pasok y los comunistas del partido del exterior, estrictamente ligados a Moscú, partidos opuestos al ingreso griego al Mercado Común.

Los medios de comunicación realzaron el acto con «monopolización», denuncian los partidos de oposición, de la televisión por parte del Gobierno desde hace varias semanas. Televisión que retransmitió el acto en directo. La prensa, más polémica, tituló a toda plana los preparativos del solemne acto. «Día histórico para Grecia», imprimió el oficioso gubernamental Vradiny-, «Al fin entramos en el Mercado Común, ¿qué nos espera ahora?», replicaba el centrista Ta Nea, recordando que debe disminuir la inflación en Grecia y que la Administración ignora los temas de la CEE. Desde la izquierda, el Elefterotipia escribía: «Caramanlis firma el destino de Grecia», un dibujo con nueve chimeneas negras contaminando al lado de una decim (columna de mármol) del Partenón acompañaba con malicia el titular.

En los discursos pronunciados en el acto oficial de firma de los tratados, coincidieron todos en señalar la importancia histórica del acontecimiento. Desde el pronunciado por Poncet, al de Caramanlis, sin olvidar el de Roy Jenkins, presidente de la Comisión Europea, organismo comunitario que condujo las negociaciones por parte de la CEE.

«Se confirma que la comunidad no es, ni desea convertirse, en un club cerrado para países ricos», declaró Caramanlis. «Europa, que lleva nombre griego, es un espacio familiar para nosotros, por ser su civilización una síntesis del espíritu helénico, romano y cristiano», dijo el primer ministro griego. Señaló que se trata de un acto histórico no sólo para los destinos de Europa, sino de toda la Humanidad, al equilibrar la relación de potencias en el mundo y garantizar la independencia de Europa.

Para el primer ministro griego el fenómeno del proceso de integración europea tiene un carácter irreversible: «A pesar de los diferentes puntos de vista, en cuanto al ritmo, la forma y la amplitud de la unificación, la lógica de la historia convierte esta unión en un imperativo categórico.»

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La CEE, consolidación democrática

La democracia figuró también en el discurso de Caramanlis: «Esta unidad consolidará, yo diría incluso que salvará, nuestras instituciones democráticas que atraviesan actualmente una crisis indiscutible.» Citó «la evidencia del peligro de declive para nuestra civilización». Después de recordar los grandes desafíos para Europa y la necesidad de «organizar la economía alrededor del hombre, en vez que el hombre esté organizado por la economía», el primer ministro Caramanlis concluyó con un voto de esperanza. «Tenemos confianza en Europa, como en Grecia. Estamos decididos a ser todos europeos, como diría Churchill, y todos griegos, como diría Shelley. Puesto que, para citar a Isócrates, griegos no son sólo los que nacieron en Grecia, sino todos los que eligieron el espíritu clásico.»

También con citas históricas, pero sin olvidar la delicada realidad de las Comunidades Europeas, el presidente de la Comisión, Roy Jenkins, precisó que «también Portugal y España han presentado peticiones de adhesión y negociarían su ingreso a la Comunidad». Un proceso de ampliación que llevará la comunidad actual de «nueve» a «doce» miembros. Con los griegos desde el 1 de enero de 1981, tras la ratificación parlamentaria de los tratados firmados ayer en Atenas, y con españoles y portugueses, probablemente, en enero de 1983.

Nueve millones de europeos

Al Mercado Común Grecia aporta una población de casi nueve millones y medio de personas y un producto nacional bruto de 3.436 dólares, según datos de 1978.

Rica en minerales, Grecia produce bauxita, ligpito, niquel, manganeso y cromo, y hace poco se descubrió petróleo frente a la isla de Thasso, en el norte del mar Egeo.

Las importaciones griegas se elevaron el año pasado a más de 7.300 millones de dólares, mientras que sus exportaciones se valoraron en 3.000 millones y los ingresos que le proporcionaron su flota mercante y el turismo superaron los 2.300 millones de dólares.

Grecia aportará al Mercado Común una importante marina mercante, cuya capacidad total supera los cincuenta millones de toneladas y constituirá un 70% del tonelaje comercial de los nueve.

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