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La ciencia y el deseo humano de dominar la realidad

Faustino Cordón, en el ciclo sobre "Filosofía en el Estado español"

Dentro del ciclo de conferencias La filosofía en el Estado español, que se está celebrando en la facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de Barcelona, Faustino Cordón desarrolló una apasionante tesis sobre la ciencia y sus problemas actuales. La génesis de la ciencia se encuentra, para el profesor Cordón, en el hombre mismo, en su especial condición biológica, que le obliga a guiar la acción práctica por el pensamiento.Así, el hombre es el animal que, para existir, necesita entender el medio que le rodea. Esta actividad incesante para dominar la realidad en torno origina la ciencia. Desde el punto de vista kantiano, el pensamiento reúne y aprieta, en un haz unificador, las zonas dispersas de lo real. Pero esta actividad es puramente visual, contemplativa. Sólo mediante el trabajo y su división especializada comenzará a constituirse la ciencia.

Afirmó Faustino Cordón que la ciencia empírica nace y depende del desarrollo de las fuerzas productivas sociales. Esta ciencia empírica trabaja coleccionando datos dispersos a través de la observación, la analogía y los enciclopedismos, para llegar a la clasificación; el primer científico empírico fue el «artesano culminante y curioso», un técnico sutil pero, también, un obrero manipulando objetos en actitud concentrada y reflexiva, expresado en el célebre cuadro de Quentin Matsys. Ahora bien, la vastísima proliferación de los datos empíricos obligó al hombre a saltar a la ciencia experimental, que el profesor Cordón definió «como un esfuerzo para reducirlo complejo y múltiple a lo sencillo y uno», elevándolo a teoría científica. Lo propio de esta etapa de la ciencia es la idealización de hipótesis de trabajo, verificables por experimentación. Pero el logro más evidente de la ciencia experimental fue el descubrimiento de los nuevos niveles de la realidad, sobre los que se edificaron nuevas ciencias experimentales. Otra característica, dentro de cada ciencia experimental, consiste en la abstracción de magnitudes homogéneas, que sirven de medida en las relaciones variables de cada estrato de la realidad. Estas unidades fundamentales o categóricas, como longitud, peso, masa, imponen que la investigación de cada nivel se reduzca a estudiar las leyes del movimiento de esa materia o sustancia que se analiza. Ya Engels nos dijo que el movimiento es la medida absoluta de todos los seres. Sostiene el profesor Cordón que la ciencia experimental relaciona seres con procesos. Ahora bien, pese a los cambios y variaciones de cada nivel, como el molecular, del que se ocupa la química, conservan la propia sustancia y sus leyes, que difieren de un nivel a otro. Así, pese a su generalización creciente, las ciencias experimentales se encierran o ensimisman en sus cuerpos de doctrina. De esta forma comienza a esbozarse el gran drama de la ciencia experimental: su especialización obligada. Reconoce Faustino Cordón que los grandes científicos experimentales tienen capacidad de asumir la ciencia hecha para negarla, abriendo así el cauce a nuevos descubrimiento científicos. Pero la ciencia experimental, pese a su división en muchas ciencias particulares, logra imponer, según el profeso Cordón, la conciencia de una coherencia de toda la realidad, la concepción monista del universo la idea del progreso humano. Sin embargo, estas exigencias no pudo llevarlas a cabo la ciencia experimental. De aquí la necesidad de elevar la ciencia experimental ciencia evolucionista, que no consiste en una reflexión teórica, separada de la experimentación, para unificar las ciencias positivas.

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