Reacciones en las capitales del mundo

Washington: El presidente norteamericano, Jimmy Carter, felicitó ayer a Margaret Thatcher por su victoria en las elecciones generales celebradas ayer en Gran Bretaña. «Esperamos continuar trabajando conjuntamente con el Gobierno británico en Africa y en otros muchos temas de política internacional», declaró, también ayer, el portavoz del departamento de Estado Hodding Carter.Moscú: Los resultados de las elecciones en Gran Bretaña, según la agencia soviética Tass «recogen el amplio descontento de los electores con la situación económica del país, y con los intentos del Gobierno laborista de hacer recaer sobre los hombros de los trabajadores toda la carga de la crisis que atraviesa Inglaterra».

París: «Los ingleses han votado contra los sindicatos y no por la señora Thatcher», estimaban ayer los pirimeros comentarios franceses sobre el resultado de los comicios en Gran Bretaña. La derecha gobernante, si no oficialmente, a través de manifestaciones de varias de sus personalidades, hizo patente inmediatamente su satisfacción. Para los comunistas galos, el líder de los laboristas, James Callaghan, ha perdido las elecciones «por apoyarse en el ala derecha de su partido».

Bonn: A pesar de la derrota de su correligionario británico el SPD de la RFA espera que siga manteniendose el «espíritu» de las buenas relaciones germano-británicas ya que «los grandes problemas de Europa y del mundo exigen una gran política conjunta de cooperación entre Londres y Bonn».

Roma: La victoria de los conservadores en Inglaterra no ha tenido mucho eco en este paísdonde todas las fuerzas políticas. están absorvidas por la preocupación del terrorismo y en plena apertura de campaña electoral. En los primeros noticiarios de la radio y de la televisión se puso de relieve, sobre todo, la novedad de que una mujer, por vez primera, consigue encabezar el Gobierno en la Europa occidental.

Bruselas: A pesar de la neutralídad política de la Comisión Europea, los comunitarios mantienen un cierto optimismo.

El razonamiento de los eurócratas en este sentido parece limitarse a pensar que, difícilmente, los conservadores británicos pueden presentar a la política comunitaria más obstáculos de los que, en su día, plantearon los laboristas.