Docentes en la enseñanza media
Hace una decena de años, y como consecuencia de la nefasta ley General de Educación que padecemos, se produjo una fuerte devaluación de la enseñanza media, que está a punto de convertir a nuestro país en un pueblo de semianalfa betos con título, como cualquiera que preste atención al nivel de formación de nuestros adolescentes puede comprobar y de lo cual suponemos que el Ministerio es plenamente consciente. Evidente mente aquella política educativa no miraba el bien de la nación, sino el de unas instituciones privadas dedicadas a la enseñanza, que de esta manera, con el curso al barato maestro de enseñanza primaria, podían rebajar los costos y hacer posible una financiación por parte del Estado, al tiempo que les permitía soslayar la falta de titulación adecuada de un buen sector de los miembros natos de esas instituciones. A pesar de ello, el Estado no ha podido superar las limitaciones económicas que han impedido hasta el momento hacer realidad este sueño de las instituciones privadas dedicadas a la enseñanza, y ello, en gran medida, porque hubo que subir en un tercio el sueldo de los maestros, a los que se pretendía embaucar con un título (profesores de EGB) y la promesa de un mayor número de plazas, a cambio de menor retribución proporcional respecto a los otros cuerpos de docentes; la prensa de aquellos días reflejó bien el problema.El pretexto real quie entonces se utilizó para desplazar a los catedráticos y profesores licenciados de parte de la enseñariza media fue que, de hecho, muchas asignaturas de bachillerato (sobre todo en la enseñanza privada) eran impartidas por personas carentes de la necesaria titulación, procediéndose por razones de economía, a legalizar un defecto en vez de corregirlo. Hoy, con el mismo pretexto, ese cuerpo de catedráticos de instituto, sin duda maltratado, queriendo buscar una salida honorable a su relegación y aprovechando al mismo tiempo la propia coyuntura inflacionaria de la enseñanza que los desplazó a ellos y el momento oportuno que suponen los días de una campaña electoral, ha presionado y conseguido del Gobierno (BOE 7-4-79) que se le dé acceso directo, con amplias facilidades, al cuerpo de adjuntos de universidad, en principio sólo para impartir el primer ciclo, y en los colegios universitarios.
El señor Cavero, entonces ministro de Educación y Ciencia, trata de justificar la actuación de su Ministerio aduciendo la escasez de funcionarios de los cuerpos docentes universitarios, «que en el momento presente no son suficientes para atender a la totalidad de las enseñanzas que se imparten en facultades y escuelas técnicas superiores. De ahí la necesidad de aprovechar la experiencia y preparación de los catedráticos de institutos nacionales de enseñanza media en el primer ciclo de la educación universitaria». A los que no tengan el título de doctor se les concede un plazo de cinco años (a partir de octubre de 1979), después de tomar posesión de la adjuntía, para su obtención.
Ante estas afirmaciones querríamos puntualizar que en la enseñanza superior existen miles de profesores no numerarios (algunos de ellos adjuntos aprobados sin plaza) que dedican su vida a la universidad desde hace años y a los que hubiese sido más lógico ofrecer las facilidades de integración en el cuerpo de adjuntos que a aquellos que se han preparado y dedicado a la enseñanza media. De hecho, incluso dependen hoy de distintos ministerios. No creemos que el haber pasado por una oposición, sea de grado superior o de grado medio, sea una necesidad absoluta para ello, pues de hecho muchos adjuntos de universidad accedieron al cuerpo correspondiente sin pasar por ella, sin que ello les presuponga una peor preparación.
Pero si el Ministerio cree de todo punto necesaria una oposición para ser adjunto, aunque hace más de un año que no convoca ninguna, creemos que se debe tener en cuenta a qué se oposita, pues suponemos que el obtener una plaza, por ejemplo, de funcionario de prisiones, no habilita sin más para actuar comojuez. ¿O ya sí?
El claustro de profesores del Colegio de Filosofía y Letras de Cádiz. Por delegación:
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