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Maati Buabid, un tecnócrata, al frente del Gobierno

El nombramiento del ministro de Justicia, Maati Buabid, para el cargo de primer ministro en Marruecos, en sustitución de Ahmed Osman, dimisionario desde el miércoles pasado, parece confirmar que la preocupación de Rabat no es sólo la paz o la guerra con Argelia, sino la batalla por salir de la crisis económica y social por la que atraviesa actualmente el país.

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A sus cincuenta y dos años de edad, el abogado casablanqués Maati Baabid, más que primer ministro para un «Gabinete de guerra», aparece, por su experiencia como tecnócrata, sus estrechas relaciones con la Unión Nacional de Fuerzas Populares (UNFP) y, la central sindical mayoritaria, Unión Marroquí de Trabajadores (UMT), como el hombre mejor colocado para tratar, con la frialdad de los números y las estadísticas, de convencer a los sindicatos y los partidos de la oposición de la necesidad del esfuerzo que habrá de pedirse al sector asaiarlado. No dispone, sin embargo de la estatura ni la influencia en el país como para encabezar un Gobierno belicista.Más aún, Maati Buabid puede ser, en determinadas circunstancias, un hombre puente entre el palacio y el doctor Abderrahim Buabid, presidente de la UNFP y primer ministro durante el reinado de Mohamed V, y el único dirigente político marroquí que ni se sumé ni se ha sumado a la postura del Gobierno con respecto a Argelia, y que declaraba el verano pasado a EL PAIS que Marruecos tenía la culpa de la situación de confrontación a que se había llegado con los dirigentes de Argel, y que se creía aún con cierta autoridad moral para discutir con el FLN argelino.

Maati Buabid, que hizo sus estudios primarios y secundarios en Casablanca, es, como Hassan II y el primer ministro saliente, Ahmed Osman, graduado en Derecho por la Universidad de Burdeos, y toda su carrera, desde que en 1956 fuera nombrado por el primer Gobierno de Mohamed V Fiscal general de Tánger, ha sido más profesional y técnica que política. En 1957 fue nombrado abogado del Tribunal de Apelaciones del reino. En 1963 fue presidente de la Asociación de Abogados Marroquíes, para ser designado en 1972 secretario general de la Asociación de Abogados Magrebíes. Su primer trabajo político le fue encomendado en 1977, más por su capacidad técnica que política, al nombrársele ministro de Justicia, cargo que ocupó hasta su designación ayer como primer ministro.

Puentes hacia Argel

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Por otra parte, y a pesar del «clima de guerra» mantenido principalmente por la prensa del partido nacionalista Istiqlal, Marruecos ha efectuado gestos en los últimos días destinados más bien a tender puentes hacia Argel. Por primera vez en los últimos meses, el editorialista Ahmed Alaui, portavoz oficioso de la corona, criticaba el miércoles el reciente acuerdo de paz entre egipcios e israelíes. Argel había señalado el apoyo de Marruecos a Sadat en la cuestión de Oriente Próximo como una de las razones para la ausencia de entendimiento entre los dos países. En Argel, en realidad, no se comprende bien cómo la causa palestina puede ser extraordinariamente popular en Marruecos, y que al mismo tiempo haya mostrado siempre una actitud de entendimiento con las comunidades judías -no sionistas- residentes en el país.

Se trataría, pues, de convencer a Argelia que, por el Sahara, Marruecos está dispuesto a llegar hasta la guerra, pero que no iría a esa guerra con agrado. No se ha confirmado aún si habrá cambios en otras carteras importantes del Gobierno, aunque en cualquier caso queda por proveer la de Justicia. Es muy posible sin embargo que tenga lugar un cambio en la cartera de Exteriores, que sería lógico con la ofensiva militar, informativa y diplomática que se propone llevar a cabo Hassan II. En cualquier caso, tres ministrables que ya han sido ministros del Exterior: Yusser Bel Abbes, actual embajador en París, Ahmed Laraki y Abdellatif Filali, se encuentran en Rabat. Si el rey Hassan II, quien habitualmente nombra también a los ministros, se ha decidido por la línea tecnocrática, sería lógico ver a Filali, un experto en el tema del Sahara, al frente de ese Ministerio.

Los cambios en Mauritania: un revés para los propolisarios

Mayor relevancia parece cobrar en estos momentos los cambios de Gobierno ocurridos en Mauritania, como consecuencia de los cuales el presidente Uld Salek ha asumido directamente la jefatura del Gobierno y la cartera de la Defensa.

El cambio más significativo parece ser la salida del ministro del Interior, Jiddu Uld Salek, el hombre que junto con Ismail Uld Amar, destituido recientemente de su cargo de presidente de la Societé Nationale des Industries Minières (SNIM) (el 80% de la aportación al presupuesto mauritano), parecía estar detrás del aspecto profrancés del golpe del 10 de julio de 1978.

Bien es verdad que del Gobierno mauritano también sale el coronel Uld Mayuf, ex ministro de Transportes y considerado promarroquí; pero igualmente, Uld Bneijara, ex titular de las Finanzas, y hombre que tuvo a su cargo todos los últimos contactos del Polisario con Mauritania.

Si la actitud de Mauritania puede ser considerada de compás de espera ante los resultados de una eventual guerra entre Marruecos y Argelia, no es menos cierto que la presencia del contingente militar marroquí, cuya retirada fue interrumpida casi inmediatamente después de comenzada, y los importantes acuerdos de cooperación firmados con Marruecos, podrían hacer cambiar de nuevo a Mauritania que, al parecer, no ha recibido contrapartidas económicas equivalentes de parte de Argel.

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