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Carter prolonga sus negociaciones en Israel

El presidente norteamericano Jimmy Carter, decidió ayer prolongar su estancia en Jerusalén, lo que por algunos ha sido interpretado como un «buen síntoma» de la marcha de las negociaciones de paz egipcio-israelíes. El Gobierno del primer ministro Menahem Begin había aceptado antes la exigencia egipcia de negociar la autonomía de Gaza, pero se opuso a que oficiales egipcios intervengan en el proceso autonómico, tal como exige El Cairo. En algunos círculos israelíes se indicó anoche a este diario que la decisión de Carter no constituye un «buen síntoma» sino la «prueba de que los problemas pendientes son tan graves que sólo el presidente de Estados Unidos puede ayudar a resolverlos».

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No obstante, tanto los portavoces israelíes como los norteamericanos señalan que en las últimas veinticuatro horas se han logrado «progresos» importantes.Anoche, tras una cuarta reunión del Gobierno israelí con los negociadores norteamericanos, el propio Begin declaró que se «han hecho progresos reales».

Entre los principales escollos que aún faltan por superar, figuran los siguientes:

1. La autonomía en la región de Gaza, donde viven 400.000 árabes. Israel acepta la propuesta egipcia de poner en marcha la autonomía en la zona. Conviene también en que al día siguiente de la firma del tratado se reúna una comisión mixta egipcio-Israelí para fijar los detalles del proceso. Pero Jerusalén sostiene que «permitir el envío de oficiales de enlace egipcios a Gaza equivaldría a reconocer que Egipto tiene derechos sobre el área. En los acuerdos de Camp David, de septiembre de 1978, no se previó en absoluto ninguna presencia militar de Egipto en Gaza. La autonomía -subraya Jerusalén- es un asunto de los palestinos, y los únicos militares con derecho a estar en Gaza son los de Israel, por razones de seguridad».

Actitud "poco realista"

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Los norteamericanos califican esta actitud israelí de «poco realista», puesto que unos cuantos oficiales egipcios -explican- no podrán ocupar Gaza. «Por el contrario -dicen- su presencia en Gaza significará para sus habitantes que el presidente Sadat desea realmente la instauración de la autonomía, lo que contribuirá a fortalecer la posición de los palestinos moderados frente a las directivas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).» Para los norteamericanos no habrá, en resumen, posibilidades de autonomía sin la presencia egipcia. Algunos sugieren que la intransigencia israelí sobre este punto revela que Jerusalén se ha «arrepentido» de su propuesta de autonomía en vista de que Carter la considera como un primer paso hacia la autodeterminación.

2. El intercambio de embajadores. Israel sigue exigiendo que el intercambio de embajadores se lleve a cabo inmediatamente después de la primera fase de la retirada israelí del Sinaí, es decir, nueve meses después de la firma del tratado. Egipto desea que coincida con la instauración del régimen de autonomía en Gaza y Cisjordania. Estados Unidos ha anticipado que conseguirá que Sadat acepte el intercambio cuando se concrete sólo la de Gaza. Begin ha dado a entender que «si el resto se arregla» este asunto «podrá resolverse más fácilmente».

3. El petróleo. Esta cuestión, que al comienzo de las negociaciones parecía la más fácil de encarrilar, resulta ser ahora la más espinosa. Sadat no quiere comprometerse a entregar petróleo a Israel «en ninguna circunstancia». Jerusalén entiende que la venta del petróleo del Sinaí, puesto en explotación por Israel, debe formar parte del acuerdo de paz, y que si esa venta se suspende se violaría el tratado. Los negociadores israelíes se muestran totalmente intransigentes sobre este punto y rehúsan incluso las garantías ofrecidas por Estados Unidos. «Nosotros -expresa Jerusalén- hemos obtenido ya, en 1975, garantías de Washington, firmadas por Kissinger, de que recibiremos todo el petróleo necesario para nuestra economía.»

El próximo paso, desayunar

Carter permanecerá en Jerusalén, en principio, hasta hoy a mediodía. «La noche es buena consejera -nos dijo anoche un ministro israelí- para todo el mundo.» Por su parte, el primer ministro Begin dijo que después de veinticuatro horas de «discusión casi ininterrumpida» se iría a «acostar. Creo -expresó- que me merezco un descanso.»

Unos minutos más tarde, este diario interrogó a Zbigniew Brzezinski, consejero de Seguridad Nacional de Carter.-

-¿Cuál es -le preguntamos- el próximo paso que piensa dar?

Muy serio, replicó:

«El próximo paso será desayunar.» Y sin más subió a su coche.

Sin embargo, durante toda esta última noche un grupo de expertos israelíes, dirigidos por el ministro de Asuntos Exteriores, Moshe Dayan, ha continuado sus conversaciones con el equipo norteamericano, encabezado por el secretario de Estado, Cyrus Vance.

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