El profesor Leopoldo Castedo ofrece a España un amplio archivo etnográfico americano
Leopoldo Castedo, ex catedrático de la Universidad del Estado de Nueva York, español exiliado como consecuencia de la guerra civil, ha vuelto a España a sus 64 años trayendo consigo un importante bagaje: un archivo propio de más de 40.000 piezas etnográficas latinoamericanas que ya ha ofrecido a distintas entidades culturales de este país.
Además, el profesor Castedo trae un ambicioso proyecto para Televisión Española: la realización de veinte guiones suyos sobre la tradición y la actualidad cultural de Latinoamérica. Por sus guiones se han interesado ya la PBS (Public Broadcasting Services), que controla 280 cadenas culturales de la televisión norteamericana, y la BBC británica. En la Televisión Española, por lo que ha podido colegir EL PAIS, el proyecto se halla detenido.El archivo etnográfico del profesor Castedo llegará en los próximos días a Madrid. Es producto de su experiencia de más de veinte años en distintas universidades americanas. Fundamentalmente, proviene de dos viajes que hizo al estilo de los viejos exploradores del siglo XVIII. Uno fue en camioneta, de Canadá a la Patagonia, unos 120.000 kilómetros, explorando el continente. El otro lo hizo el profesor Castedo de Nueva York a Chile, adonde llegó en las vísperas de la elección de Salvador Allende como presidente de aquella república. «En esos viajes -dice el profesor Castedo- acumulé un enorme archivo, en el que hay documentos microfilmados, fotografías etnológicas, elementos importantes para entender el folklore, la geografía y la historia de los países recorridos. Como unidad, este material podría convertirse en la base de trabajo sobre la cultura latinoamericana, que tanta falta hace en España.»
La cultura latinoamericana no ha despertado en España, a juicio del profesor Castedo, el interés que merece. «Mi primera reacción, al volver a mi país, ha sido de preocupación por la actitud etnocéntrica de mucha gente en España respecto a Latinoamérica. El peso de cuarenta años de triunfalismo y de relaciones españolas con la gente de extrema derecha de Latinoamérica han sido decisivos para que se produjera esta desconexión. Hay ahora, felizmente, una conjunción de factores que me han entusiasmado y que me han aconsejado volver a España con todo este material. Por primera vez en siglos, nuestro país tiene un excelente embajador en América, que es el Rey Juan Carlos I plantea las relaciones de país a país con un profundo respeto por las variadas identidades de los diferentes pueblos latinoamericanos. El otro factor es que, por el azar de la historia, España es la esperanza de la mejor parte de la gente que vive en Latinoamérica, en este momento tremendo de crisis política. Pienso que si se sabe aprovechar esta coyuntura, España va a reencontrarse con América en una dimensión que sólo se puede comparar con la relación establecida en el siglo XVI.»
Otra cosa que me interesa mostrar -dice el profesor Castedo- es lo que España debe a Aménrca, más que lo que América debe a España. Este propósito podría tener como base el proyecto televisivo del que le he hablado. En esos veinte capítulos, de una hora de duración, cuyos guiones ya he preparado, se explicará el desarrollo de la cultura en Latinoamérica desde la época precolombina hasta hoy, en todos sus aspectos: arquitectura, poesía, escultura, novela, pintura, música, danza y artes populares. Este programa, que se ofreció a Televisión Española el pasado año, pretende cambiar la actitud de los latinoamericanos respecto a España, que por razones conocidas se halla tan deteriorada.» Trescientos millones de latinoamericanos, en efecto, obtendrían en América una visión no triunfalista ni paternalista de aquellos países y de aquellas culturas.
El conocimiento de Latinoamérica
El archivo que el profesor Castedo trae consigo podría llenar un vacío en España, con respecto a los materiales existentes para entender en nuestro país el arte latinoamericano. « En España -señala- sólo hay, que yo sepa, un archivo importante de historia del arte español. Se trata del que se halla en el Instituto Amatller de Barcelona. Debe haber otros. todos ellos de arte español. De historia del arte hispanoamericano no creo que haya ninguno. Lo que yo quisiera es que este archivo fuera útil no sólo para el conocimiento del arte latinoamericano en particular. sino de la historia del arte en general. Por otra parte. sería bueno que el material de este archivo llegara a duplicarse todo lo posible para servir a otros países europeos donde la historia del arte latinoamericano también se desconoce casi por completo. Paradójicamente, en Estados Unidos se estudia más en este campo que en España.»La labor de Leopoldo Castedo ha sido la de recopilador fotográfico de una cantidad enorme de documentos. E n su equipaje no viajan originales etnográficos. «No tengo artefactos precolombinos ni cuadros coloniales, porque yo he sido en dos ocasiones consultor de Naciones Unidas para llevar a cabo un proyecto mío de protección del patrimonio cultural. Este proyecto está funcionando. En este sentido. me ha interesado comparar problemas y realidades de los patrimonios culturales de Latinoamérica y de España. La angustiosa situación de ambos es similar. Aunque parezca extraño, mi impresión es que el patrimonio cultural español se ha dañado más en lo que va de siglo que en toda la historia anterior, tanto por la marabunta del turismo como por la especulación desenfrenada de las inmobiliarias.»
En la nueva conexión España-Latinoamérica el profesor Castedo sueña con el papel que pueda desempeñar en el futuro el Centro Iberoamericano de Cooperación, una vez superado el trauma paternalista que supuso el Instituto de Cultura Hispánica. La creación de un centro en Canarias, con rango universitario, para potenciar ese conocimiento, también resulta esencial en su planteamiento. Asimismo, considera que los humanistas españoles exiliados, de los que ha vuelto sólo un 1%, también podrían hacer mucho por ese reencuentro, que él plantea de este modo: «Debería basarse en el hecho de que la contribución española a las culturas latinoamericanas es una parte alícuota en la cual hay elementos españoles muy importantes, pero también hay partes significativas indígenas, africanas, italianas, flamencas y francesas, entre otras. En conjunto, tales culturas han llegado a formar una sola, distinta de todas, incluida la española. Por eso me duele la falta de interés en España por la nueva arquitectura o la nueva escultura latinoamericana, que se conocen mejor en París o en Nueva York que en Madrid.»
Leopoldo Castedo, español que tenía poco más de veinte años cuando inició el exilio, es hijo de Sebastián Castedo, ministro de Economía en el penúltimo Gobierno de Alfonso XIII. Estudió en el Instituto Escuela; trabajó durante tres años en La Barraca, de Federico García Lorca; fue herido durante la guerra civil, cuando luchaba con el Quinto Regimiento; fue uno de los llamados Cien Mil Hijos de Negrín, y antes de exiliarse tomó posesión como profesor, nombrado por la Generalitat, del Instituto Escuela de Sabadell, el último de los institutos-escuelas de la República. Pablo Neruda lo llevó a Chile, donde se especializó en historia política y general, trabajando con el historiador chileno Francisco Antonio Encina. A partir de las tesis de Encina, el profesor Castedo hizo tres volúmenes de historia chilena que fueron y son best-sellers en aquella república. Ahora era profesor en la Universidad del Estado de Nueva York. Obsesionado por el barroco, es autor, entre otras obras, de La vigencia del barroco en el arte brasileño, de una monografía sobre Cuzco (Perú) y de Una historia del arte y la arquitectura latinoamericana, publicadas en Estados Unidos.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.