_
_
_
_

El Papa concluye su viaje a Latinoamérica

Juan Arias

, En su última jornada mexicana, Juan Pablo II se despidió del país azteca en la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, donde, en español, cantó el Himno de la alegría junto a miles de estudiantes católicos que habían acudido a despedirle. Hoy, el Papa llegará a la capital de las islas Bahamas, Nassau, única escala en su regreso a Roma. Mientras tanto, los discursos que ha pronunciado han desplegado vivas polémicas, y en días sucesivos la atención se centrará en el desarrollo de los debates de la Conferencia Episcopal de Puebla, que inauguró Juan Pablo II el domingo.

Juan Pablo II concluyó ayer su visita mexicana en la capital federal, México. La ciudad le ha despedido como a un gran líder, no sólo religioso, sino también social y político, con un gesto que hizo volverse locos a los 8.000 jóvenes universitarios de la burguesía mexicana que acudieron a uno de sus últimos actos. El Papa improvisó un discurso en español, larguísimo, con mil equivocaciones, interrumpiéndose, preguntando de cuando en cuando a su intérprete cómo se decían algunas palabras. Fue un popurri de italiano y español, pero cada error fue recibido con vivas y gritos y aplausos. Les dijo y les hizo ver a los estudiantes con esta demostración que también él seguía estudiando. Uno de los jóvenes comentaba: «Es más listo que todos nuestros líderes políticos juntos.» Después cantó con ellos a pleno pulmón el Himno de la alegría. Esta improvisación en español ante los universitarios mexicanos quedará en la historia de este viaje como una de las páginas más populares, que ha servido para conquistarse más, si cabe, a estas gentes, a las cuales, como decía un locutor de televisión, «deja huérfanos» tras su partida.Pero no sólo Ciudad de México demostró al Papa su locura. También Guadalajara, como lo había hecho Puebla, se volcó con una demostración que movilizó a tres millones de personas, convirtiendo a la ciudad de Jalisco en una gran fiesta popular, alegrada por los típicos charros que acompañaban al Papa.

En esta ciudad, que quiso emular a México en su entusiasmo al recibir al Papa, el Pontífice hizo dos llamadas importantes: a los obreros reunidos en el gran estadio -donde los jugadores de fútbol se encargaron del servicio de orden-, a quienes exhortó a no considerar el trabajo como una maldición, sino como una vocación de transformación del mundo que, según el Papa, es un concepto «cristiano» del trabajo. Recordó el antiguo concepto de Pío XII del trabajo como «consagración a Dios», y afirmó que para el cristiano «no basta la denuncia de las injusticias, ya que debe ser artífice de justicia y de verdadera libertad, a la vez que forjador de caridad social». El trabajador cristiano, dijo el papa Wojtyla, «tiene derechos que defender legalmente, pero tiene también deberes que cumplir generosamente».

«Un trabajo -dijo el Papa- las constantes de su pontificado, que ofrece la oportunidad de comprometerse con toda la comunidad sin resentimientos, sin amargura, sin odios, sino con el amor universal de Cristo, que a todos abraza y a ninguno excluye.» Se despidió de los obreros llamándoles hermanos y compañeros.

La otra llamada importante, que será, sin duda alguna, una de las constantes de su pontificado, fue el relanzamiento de la religiosidad popular y de los santuarios marianos de América Latina.

Defendió la religiosidad popular contra las acusaciones de los nuevos teólogos, afirmando que «esta piedad no es un sentimiento vago, carente de sólida base doctrinal o de una forma inferior de manifestación religiosa»; al contrario, es «la expresión verdadera del alma de un pueblo».

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_