Polémica europea
Producir energía eléctrica en una planta nuclear supone un riesgo que, en el mejor de los casos, es siempre superior a cero. La decisión de producir energía nuclear más barata es más una decisión política que científica. La sociedad en su conjunto es quien debe manifestar si está dispuesta a asumir ese riesgo.Esta decisión se llevó a la práctica en Austria el 5 de noviembre de 1978, cuando el 50,5% del electorado votó en referéndum contra la puesta en funcionamiento de la central de Zwentendorf, enclavada a sesenta kilómetros de Viena. Días antes, el 3 de octubre, se realizaba una consulta popular en Bélgica, y los municipios afectados, Andenne y Ohey, se pronunciaron mayoritariamente en contra, aunque el Gobierno se reservaba la decisión final. El ejemplo se ha extendido a otros países, y Suiza va a celebrar, el próximo 18 de febrero, un referéndum para modificar la ley sobre Energía Atómica. El objetivo es que el cantón afectado sea quien decida sobre la construcción o no de una central en su territorio. El debate sobre el referéndum nuclear se ha iniciado también en Italia, y la opinión pública comienza a exigirlo en otros países.
En los últimos tres años, las manifestaciones antinucleares no han cesado de proliferar. En Francia, esta oposición adquiere especial virulencia. En julio de 1977, una manifestación de más de 40.000 personas tuvo un saldo de un muerto y más de doscientos heridos en su enfrentamiento con la fuerza pública. Y en noviembre de 1976, el «comando de oposición al empleo de explosivos para la destrucción del Universo» realizó un ataque contra una mina de uranio. En Francia y Suiza funcionan emisoras piratas para sensibilizar a la opinión pública contra el empleo de la energía nuclear.
Los grupos ecologistas alemanes han evolucionado de las manifestaciones violentas y su táctica de ocupación de centrales al ejercicio de acciones legales. Actualmente, en la República Federal de Alemania hay seis centrales nucleares en funcionamiento, cinco detenidas por fallos técnicos, cuatro clausuradas por sentencia de los tribunales, ocho licencias de funcionamiento bloqueadas por decisión judicial y cinco en construcción. La ruina más cara del país es la central de Niederaichbach que por decisión legal sólo estuvo trece días en activo.
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