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Entrevista:

Fulvio Tomizza: "Soy un escritor de frontera"

Presentacion de la novela "A mejor vida"

«El escritor de frontera» es el titulo de la conferencia que, precedida por unas palabras de su traductora, Esther Benitez, dio ayer el escritor italiano Fulvio Tomizza. Era el acto de presentación de su novela A mejor vida publicada por Alfaguara y presentada en el Instituto Italiano de Madrid. Y escritor de frontera es una autocalificación que surge del entendimiento que Fulvio Toinizza tiene de su propia escritura y de la narrativa surgida en su tierra. Un concepto histórico y cultural que el autor explicó a EL PAÍS en la entrevista que sigue.

«Mi tierra natal, Istria, o más, la ciudad de Trieste, ha sido durante toda su historia un cruce de caminos culturales, de razas distintas. Era la región más lejana de Italia, y no tanto por su geografia como por su mentalidad. Fue además objetivo de muchas potencias, un sin nombre en a historia de Europa. El resultado fue un conjunto de contrastes, porque la población venía de muy distintos orígenes: vivíamos italianos y eslavos, austríacos, croatas. Como era el puerto del Imperio Austro-Húngaro, se creó ese ambiente marítimo y cosmopolita..., vinieron judíos, griegos, servios, checos. Sobre todo, a partir de 1700, cuando fue concedido el puerto fanco a Trieste.»«Quien venga a Trieste -dice Fulvio Tomizza- no creerá estar en Italia. Por su arquitectura se parece a las ciudades germánicas centroeuropeas, a Viena, por ejemplo, y en las creencias de la gente hay toda la multiplicidad del Mediterráneo: iglesias protestantes, la servia ortodoxa, la griega, la armenia y una gran sinagoga. Hay, además, un cementerio musulmán, turco.»

«Esta ciudad, que pertenecía a este múndo-puente, a esta frontera a que me refiero entre pueblos diversos, padeció conmociones originales, que han producido sus particularidades. Una cara de la moneda triestina es este lado culturalmente tan interesante- nada provinciano, europeo, porque de la variedad de la gente se derivaba la posibilidad de leer en varias lenguas, y especialmente en alemán, toda una cultura de atmósfera europea que, en nuestra propia produccíón, está representada por dos nombres claves: Umberto Saba e Italo Svevo. Para que se haga usted una idea -sigue, con ese italiano sorprendentemente comprensible, Fulvio Tomizza-, Joyce visitó Trieste, y Freud. Y no sólo llegaba para ejercer su influencia el psicoanálisis, síno que también se recibían las últimas corrientes del arte, de la música, del pensamiento y sus representantes acudían allí como a la primera ciudad de Italia.»

Campo de irredentos

«La otra cara, que explica, además de la necesidad vanguardista de nuestra literatura, sus contenidos, es el lado provinciano y campesino, marcado por el conflicto secular entre los italianos y los eslavos. Coincidía en toda mi tierra natal que la burguesía era italiana y en cambio el reino de los pobres era él eslavo. Y que el triestino que no se siente al 100% italiano tiende a levantar su propia italianidad, cerrándose de modo violento a sus conciudadanos eslavos. La última historia de Trieste, de Istria, ha sido de violencia entre unos y otros. Con el fascismo sufrieron los eslavos. En la guerra, la guerrilla yugoeslava ocupó Trieste y cuando acabó la contienda para todo el mundo, nosotros asistimos a una insólita continuación, porque Italia y Yugoslavia se disputaban el territorio. »Fulvio Tomizza, que se confiesa mitad italiano mitad eslavo, nació en un pueblecito de Istria, hoy Yugoslavia, en 1935. «Tenía, pues, algo más de diez años cuando se decidió dar por terminado el litigio: mientras Istria quedaba del lado socialista, Italia retomaba Trieste. Yo hice la escuela, pues, en el socialismo. En el acuerdo, en el que entraban como administradores de la ciudad los ingleses y los americanos, se daba la posibilidad de que los descontentos de uno y otro mundo pasaran al contrario. Otra nueva frontera, la que separa el capitalismo y el socialismo en aquella vieja tierra de los irredentos italianos.»

«A mí -dice- no me quedaba más que superar estas contradicciones. Toda mi obra creo que está conducida por la necesidad de superar un estado de áspera lucha entre un grupo étnico y el otro. Paralelamente a una evolución del socialismo yugoslavo, cada vez más tolerante y democrático, a un espontáneo encuentro entre la población -la gente de Trieste va a Istria a aprender las técnicas de cultivo más avanzadas y los yugoslavos vienen a la ciudad a buscar las ropas y la jecnología-, es decir, a un extraño y libre movimiento entre los pueblos, más allá de la buena voluntad de los políticos, las relaciones son cada vez más serenas, lo que facilita esa solución que yo me planteo como necesaria.

La epopeya de cien años

«Así que ese es el mundo que yo he escrito. En un arco muy amplio de tiempo, y con esa cierta serenidad y distancia, he hecho en todas mis novelas la historia de una comunidad de frontera que ha sufrido todas las violencias de la historia, la guerra, la guerrilla, epidemias, migraciones de pueblos, pero que lentamente muere porque su antigua civilización campesina cae a manos de la tecnología.»«De otro lado, la emigración del campo a la ciudad, ese signo del novecientos, que desarraiga, destruyendo los vínculos de la pequeña comunidad y dejando sin horizontes a la gente, convierte a los desarraigados sin futuro en instrumento político.»

En A mejor vida, Fulvio Tomizza cuenta la historia de un pueblo pequeño, en el que a lo largo de casi cien años reinan siete párrocos sucesivamente. «El símbolo de la vieja sociedad campesina es la iglesia. Toda la vida del pueblo gira en tomo suyo, las campanas, el camposanto. La iglesia interviene en los momentos más importantes del hombre: en su nacimiento, en su matrimonio, en su muerte... Y desde ese centro, la iglesia simboliza también el poder.»

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