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Fría recepcion interna al análisis de Carter sobre el "estado de la Unión"

La lucha contra la inflación a nivel interno y la búsqueda de la paz mundial, mediante el acuerdo SALT Il con la Unión Soviética, a nivel internacional fueron los dos grandes temas del discurso sobre el «estado de la Unión», pronunciado el martes ante el Congreso por Jimmy Carter, quien lanzó en él su eslogan político: la new foundation o los «nuevos cimientos».

Carter repitió cinco o seis veces en su discurso de 35 minutos el término new foundation, que fue cuidadosamente escogido por sus asesores en la preparación de la intervención del presidente ante el Congreso.

Los «nuevos cimientos» que Jimmy Carter quiere colocar afectan, de un lado, a la economía norteamericana y a la eficacia del Gobierno, y de otro, al mundo actual, que debe ser un mundo de «cooperación y paz». Para lograr la primera cimentación, el presidente pidió la ayuda del Congreso y del pueblo de Estados Unidos.

Fue un discurso sobrio, interrumpido varias veces por aplausos, más corteses que entusiastas, de los senadores y congresistas. Carter aludió de pasada solamente a Irán, eludió habla de Camp David y calificó de «nueva era» el inicio de relaciones diplomáticas con la República Popular China. La mayor alusión de su discurso en política exterior estuvo dedicada a las conversaciones SALT II y el presidente intentó claramente «ven der» el futuro tratado a sus ciudadanos. Para ello, dio segurida des sobre la capacidad de Washington de controlar el cumplimiento del acuerdo y recordó la potencia bélica de Estados Unidos en una no muy afortunada referencia a las ciudades soviéticas que puede destruir un solo submarino del tipo Poseidón.

La necesidad de mayores gastos defensivos fue subrayada también por el presidente, quien curiosamente hizo su campaña electoral desde el punto de vista contrario. La reacción del Congreso no fue unánime, pero parece haber mayoría de senadores y representantes a los que no les gustó el discurso de Carter y mucho menos su presupuesto de defensa.

La vieja elección entre cañones o mantequilla se trasplanta a Estados Unidos entre la supresión de programas de ayuda y asistencia social o el crecimiento del aparato bélico. «La pensión de las viudas frente a la construcción de tanques», como se definía la alternativa presente en el presupuesto federal enviado por Carter a la aprobación del Congreso.

Los «nuevos cimientos» que Jimmy Carter quiere poner en Norteamérica y en el mundo no han levantado precisamente, oleadas de entusiasmo. Hasta las elecciones presidenciales de 1980, Carter tiene casi dos años para cimentar, si no el mundo, sí por lo menos su propia imagen, lo que intentó comenzar a hacer con su discurso sobre el «saludable» estado de la Unión norteamericana.

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