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Reportaje:Y después de Brejnev, ¿quién? / y 2

Chernenko y Kisselev, dos figuras en ascenso en la Unión Soviética

La máquina de la burocracia soviética sigue en funcionamiento, preparando la sucesión de Leónidas Brejnev al frente del Estado y del partido soviéticos. La remodelación de sus cuadros dirigentes la lleva directamente el líder soviético, que quiere dejar asegurada una continuidad sin sobresaltos. Tras haber analizado en un primer capítulo las perspectivas económicas de la URSS y el fin de las especulaciones sobre la enfermedad de Brejnev, en este segundo y último capítulo, nuestro corresponsal en Moscú, Ismael López Muñoz, pasa examen a la lista de personalidades mejor situadas en la carrera de la sucesión.

En este análisis sobre la actual coyuntura sociopolítica de la Unión Soviética, otro dato a destacar de los últimos días es, sin duda, la nueva ley de Ciudadanía. Esta ley, ya precisada en la Constitución aprobada en octubre de 1977, cuyo texto aún se desconoce, parece, obviamente, relacionada con las nacionalidades y los derechos humanos. En este país la terminología distingue entre ciudadanía (soviética) y nacionalidad (rusa, ukraniana, lituana o judía, por ejemplo). La ley parece haber recogido las orientaciones de los acuerdos internacionales, principalmente de la Convención Internacional de Derechos Civiles y Políticos.En dicha ley se establecen las condiciones para conseguir la ciudadanía. Cada ciudadano debe demostrar con su comportamiento que es digno de ese elevado título, para llevar con honor y defender los intereses y la autoridad del Estado soviético, y se le puede denegar, por decisión del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, si va en contra de los intereses sustanciales de otros ciudadanos o por razones de seguridad de Estado. Estos días se ha recordado el caso de destacadas personalidades a quienes el Estado privó de la ciudadanía soviética.

En los medios hispano-soviéticos existe cierta preocupación ante la posible interrelación de dicha ley, El Presidium del Soviet Supremo se reserva el derecho a denegar también la pérdida de ciudadanía, que es la catalogación que tienen ahora los españoles residentes en la URSS. Ciudadanía que pierden cuando deciden regresar a España para quedarse a vivir en el país donde nacieron.

En las últimas semanas, la «reestructuración» de cuadros dirigentes obedece a orientaciones precisas. Nuevos hombres sustituyen a otros, en una política donde la batuta de Brejnev parece segura al decidir quiénes estarán en su lugar cuando sea preciso. A los nombres de Suslov, Kirilenko y Andropov se han añadido los de Chernenko y Kisselev. La muerte de Kulakov, vínculado estrechamente al jefe del Estado, dejó un hueco que ahora ha sido cubierto.

Dentro de toda la operación es imposible olvidarse de Simianin, ex director de Pravda, cuya presencia próxima a Brejnev se ha hecho notar en el transcurso del último año. En pocos meses ha transformado, casi por completo, la imagen de Leónidas Brejnev. Autor de la mayoría de los discursos políticos que pronuncia el secretario general del PCUS, ha hecho entrara éste en la literatura, a través de la autobiografía recientemente publicada.

La inseguridad de la «kremlinología» nos obliga a reconocer, o justificar, las posibles lagunas de nombres en que podamos incurrir. Especialistas norteamericanos dedicados muchos años al estudio de la política soviética pronosticaron, cuando Brejnev llevaba cuatro años en el poder, que se trataba de una «figura insignificante de transición hacia una crisis todavía sin resolver».

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