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Rúbrica en Ginebra del acuerdo entre España y la EFTA

Después de dieciocho meses de negociaciones, los representantes gubernamentales de España y la Asociación Europea de Libre Cambio (EFTA) rubricaron ayer la voluminosa documentación que dará origen próximamente a la firma de un acuerdo multilateral de reducciones arancelarias para los productos industriales. La firma definitiva de dicho acuerdo fue programada, en principio, para los primeros meses de 1979, dándose como seguro que la ceremonia protocolar se realizará en Madrid por petición expresa del jefe de la delegación española, Miguel Aldasoro, director de relaciones económicas internacionales del Ministerio español de Asuntos Exteriores.

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Sin embargo, para todo eso, subsiste un problema, y tiene relación con la inclusión en el documento general, del anejo «p», que ayer no pudo ser rubricado, dado la crisis política que ha vivido Portugal en estos últimos tiempos y que no permitió al embajador de este país tomar decisiones definitivas al respecto.De superarse ese problema y firmarse el acuerdo en los primeros meses de 1979, quedaría, como último trámite, la ratificación de éste por parte de los parlamentos de España, y de cada uno de los siete países de la EFTA, es decir, de Austria, Suiza, Suecia, Noruega, Finlandia, Islandia y Portugal. Dicho trámite, que depende de la legislación de cada país, podría quedar terminado a fines de 1979 o principios de 1980.

Precisiones finales

«El parto no fue fácil», señaló ayer a EL PAIS un portavoz de la EFTA, haciendo alusión al hecho de que ayer, hasta el último minuto, con los vasos de champagne en las manos, se continuaban haciendo aclaraciones para la rúbrica de los documentos.

En el caso de la pasta de papel, a última hora, se debió convocar una sesión plenaria de la que debía surgir una declaración de principios de España, sobre la no discriminación a ese producto, que también sería incluida en la documentación general. Cabe recordar que la pasta de papel se convirtió en un fuerte obstáculo durante el curso de las negociaciones.

Reducciones arancelarias

El nuevo acuerdo prevé reducciones tarifadas sobre los productos industriales de la pesca y algunos productos agrícolas transformados correspondientes a los que figuran en el acuerdo de 1970 entre la Comunidad Económica Europea (CEE), y España. Los países de la EFTA reducirán en un 60% (en una primera etapa), sus derechos de aduana a la importación sobre la casi totalidad de los productos industriales. Sobre algunos productos sensibles -señala un comunicado de la EFTA- la reducción será del 30% al 40% simultáneamente, España reducirá sus derechos de aduana en un 60% sobre algunos productos industriales provenientes de los países de la EFTA, y en un 25% en el caso de un gran número de ellos. España acordará también para ciertos productos de la pesca, las mismas concesiones que ha dado a la CEE.

Por otra parte, de acuerdo a la denominada cláusula dinámica podrían operar entre España y la EFTA nuevas reducciones tarifarias para los productos industriales, en la misma medida en que España acuerde nuevas concesiones a la Comunidad Económica Europea. También se prevé un examen anual destinado a adoptar medidas progresivas de desarme arancelario y, antes de 1982, se estudiará la posibilidad de realizar avances sustanciales en la supresión de obstáculos que impidan nuevas reducciones.

Otro de los aspectos del acuerdo es el que contiene una prohibición general de aplicar restricciones cuantitativas a la importación, con sólo algunas excepciones a la regla general, y que se refieren a algunos productos de la EFTA conforme a los acuerdos de libre cambio que los siete países han concluido con la CEE. De la parte de España, las excepciones implican que puede mantener las restricciones aplicadas actualmente a la Comunidad Económica Europea, en los, términos del acuerdo de 1970.

También el texto contiene disposiciones destinadas a asegurar condiciones de concurrencia leal. En lo que concierne a las empresas que ocupan una posición dominante sobre el mercado, las disposiciones reflejan el concepto adoptado en el acuerdo de libre cambio de junio de 1977, entre la EFTA y la CEE. En cuanto a las ayudas públicas, y en particular a las ayudas a la exportación, se acordó evitar por todos los medios las medidas que pueden «falsear» la concurrencia, autorizándose al país que se sienta perjudicado a tomar medidas de salvaguardia.

Acuerdos bilaterales agrícolas

En relación a las exportaciones de los productos agrícolas tradicionales que son materia de negociaciones bilaterales entre España y cada uno de cinco países de la EFTA (Austria, Finlandia, Noruega, Suecia y Suiza), pues no habrá acuerdos ni con Islandia ni Portugal, en esa área, los textos no pudieron ser ratificados con cuatro de esos países, por razones simplemente burocráticas, pero las negociaciones están listas, según lo anunció Miguel Aldasoro. Con Suiza se rubricaron hace algunos días los documentos bilaterales.

A última hora de ayer en la tarde se seguía tratando el tema de la fórmula que permita entrar en vigor el acuerdo por firmarse.

Aldasoro señaló ayer a EL PAIS que la rúbrica del texto del acuerdo constituía un doble motivo de satisfacción, desde el instante en que el «camino recorrido» contribuye a que España entre parcialmente al sistema de libre cambio europeo que engloba a los dieciséis países de la EFTA y de la CEE. El otro motivo de «doble satisfacción -sostuvo el representante gubernamental- es que hemos concretado este paso veinticuatro horas después que el pueblo español ratificó la Constitución», y, aunque la EFTA no es un organismo político, también entre los delegados de los países que la integran se barajaron interpretaciones políticas en torno al futuro acuerdo que ayer quedó rubricado.

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