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Pleno del Senado

"ETA es la culpable de lo que sucede en el País Vasco"

Contestando al senador vasco, el ministro del Interior manifestó, en resumen:«Es conveniente que se sustancie ahora la interpelación del señor Bandrés no sólo por un estricto deber de cortesía parlamentaria y en razón de mi decidida y probada voluntad de comparecer ante el parlamento, sino en virtud también de los últimos acontecimientos acaecidos en el País Vasco. El gobierno no trata de eludir su responsabilidad en el problema que el terrorismo crea en el País Vasco. A él le corresponde prioritariamente, pero todos debemos, de alguna manera y en mayor o menor grado, sentirnos responsables. El Gobierno está convencido de que no basta el enjuiciamiento aislado de los hechos a los que alude el señor Bandrés. Hay que buscar sus causas y su contexto.»

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«En cuanto a los sucesos de Pamplona, el señor Bandrés afirma, refiriéndose a la actuación de la Policía Armada, que "la única razón aparente de tal intervención fue la aparición en el ruedo de una pancarta pidiendo la libertad de determinados presos políticos". Me sorprende mucho que un jurista tan riguroso como el señor Bandrés sea capaz de incurrir en lapsus tan grave. El señor Bandrés debería saber que en España ya no hay presos políticos. Por otra parte, la entrada de la Policía Armada en la plaza de toros de Pamplona no puede ser aislada del clima de violencia artificial y previamente creado en Navarra y su capital. En este sentido deseo ser muy claro. Y lo deseo para decir que desde hace algún tiempo Navarra, y sobre todo la ciudad de Pamplona, vienen siendo blanco de la ETA y de sus organizaciones paralelas con el intento de colonizarla por el terror.»

«Esa misma situación de provocación y violencia se repite el día 11 en San Sebastián, y en ese mismo clima de guerrilla urbana se desarrollan los sucesos de Rentería, en los que una sección de la Policía Armada produjo en edificios y establecimientos de esta localidad daños evaluados en dos millones de pesetas. El Gobierno, aun con todas las atenuantes que procede tener en cuenta, no puede menos que censurar la actuación de este pequeño grupo de los cuerpos de seguridad del Estado. A cualquiera le sería excusable actuar en este estado permanente de hostilidad y provocación, pero los cuerpos de seguridad del Estado están obligados a una firmeza de carácter y un dominio de sí mismos superior al normal, y ello es felizmente la norma general.»

Los policías, en el "gheto"

«Hay que recordar que los adláteres de la ETA y esta misma organización tratan a los policías como delincuentes a los que no sólo hay que atacar, sino asesinar. Este mismo trato se extiende a sus familiares, a los que se les condena sin remisión al ostracismo, a la discriminación y al gheto. Me extraña que ante esta situación el señor Bandrés, que tanto prestigio tiene como defensor de los derechos humanos, no haya alzado su voz para denunciar tan brutal ofensa a la persona humana y se haya limitado siempre a denunciar los excesos, pretendidos o reales, de los hombres que, al servicio de la ley, están en el País Vasco para proteger a los vascos, a su honor y a su futuro. A mí, como ciudadano y sobre todo como ministro del Interior, me preocupan los daños materiales ocasionados en Rentería, pero me gustaría conocer qué clase de especial estremecimiento acomete al señor Bandrés ante los 111 asesinatos cometidos por ETA desde su aparición.»

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«No, señor Bandrés, el problema del País Vasco no está representado por los cuerpos de seguridad del Estado. El problema del País Vasco está configurado por las acciones criminales de ETA. Esta es la verdad y toda la verdad. La ETA es la culpable de lo que sucede en el País Vasco. La realidad es esta y todo lo demás son complicidades punibles o colaboraciones irracionales e injustificadas. Bien sé que a pesar del cambio político y de la construcción de un sistema de libertades para España, todavía hay gentes que quieren hacerle creer al pueblo vasco y, por extensión, al resto de España que cualquier previsión de orden público es una clara provocación: que cualquier actuación de la fuerza pública es pura y simple represión, que cualquier actitud de prudencia por parte de ésta es lisa y llanamente una inhibición.»

Dicho esto paso a contestar las preguntas del señor Bandrés. Respecto a la que se refiere a Navarra, el Gobierno contesta que en su día el pueblo navarro elegirá el camino que crea más adecuado para su autogobierno, sin que para ello se vaya a dejar influir por acciones de lo que el senador llama «extrema derecha». La Constitución es la que estima que Navarra debe decidir su peculiar manera de seguir siendo española. Será obligación del Gobierno que esa voluntad, con el resultado que sea, se exprese.

Medidas disciplinarias

Respecto a la segunda pregunta, el senador Bandrés sabe que los sucesos de Pamplona, San Sebastián y Rentería están sometidos a la autoridad Judicial. El sumario abierto respecto al suceso de San Sebastián ha sido concluido sin procesamiento por haberse demostrado que los disparos no fueron producidos con armas de las que utiliza la Policía Armada. En cuanto a las medidas disciplinarias fueron las siguientes: por los sucesos de Pamplona causó baja en la Policía Armada el comandante; por los de San Sebastián fue trasladado de guarnición su comandante; por los de Rentería fue relevado del mando y causó baja en los cuerpos de seguridad del Estado el capitán de la XI Compañía de Reserva y han sido arrestados el teniente jefe de la primera sección, dos sargentos, un cabo y nueve policías, estando todos ellos suspensos de funciones hasta tanto recaiga la correspondiente resolución de la autoridad judicial militar. En estos días se ha visto mejor que nunca que todo ha obedecido a un plan perfectamente concebido de desestabilización. Lo que se perseguía y se persigue es provocar a las fuerzas de orden público, a los Ejércitos, a los cuerpos de seguridad del Estado, a acciones de desacato y, sobre todo, provocar al Gobierno para que declare el estado de excepción en el País Vasco, con la consiguiente privación generalizada de sus libertades recién conquistadas.

Elogio a las FOP

Por encima de actuaciones desafortunadas, por encima de episódicas extralimitaciones de conductas individualizadas, yo quiero dedicar ante esta Cámara un sincero elogio a nuestras fuerzas de orden público. Y recordar a sus muertos que son muertos de España. Ellos son las víctimas, las irremisibles víctimas de la irracional criminalidad terrorista. Usted y yo, señor Bandrés, sabemos muy bien quiénes son los asesinos. Lo que yo dudo es si lo que usted sabe está en condiciones de decirlo en libertad. Lo sabe la Cámara; lo sabe el pueblo español y también comienza a saberlo el propio pueblo vasco, cuyos hijos también son vilmente asesinados por la ETA. Díganlo, si no, los obreros, taxistas, periodistas e industriales muertos a manos de esa organización.

Sobre la pretendida retirada de las fuerzas de orden público quiero anunciar que el Gobierno proclama decididamente que no se irán del País Vasco los cuerpos de seguridad del Estado, porque la soberanía es inherente al Estado y pasa por la existencia de sus cuerpos de seguridad en todo el territorio nacional, sin perjuicio de las necesarias y convenientes colaboraciones por parte de las policías locales. El Gobierno, sin embargo, está considerando la creación de una policía dependiente del Consejo General Vasco, según lo previsto en la Constitución. El Gobierno ya se ha dirigido al CGV.

Tampoco será esa la solución definitiva contra el terrorismo. La solución definitiva se apoya en dos pilares principales: su desarme ideológico y asegurar el éxito policial. En esta empresa está empeñado el Gobierno y están empeñadas todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria. En esa empresa le apoya el cuerpo social, pero se impone también hacer una llamada a los vascos, llegando a su corazón y a su cabeza. Al corazón, porque el País Vasco es una parte esencial de España, sin la cual España no sería la misma ni tampoco el País Vasco sería idéntico. A la cabeza, porque no puede prolongarse por más tiempo la confusión entre el crimen y la libertad.»

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