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Cinco escritores analizan la obra de Juan Carlos Onetti

Juan Carlos Onetti, uruguayo, uno de los mejores escritores contemporáneos de lengua castellana, protagonizó anoche una mesa redonda en el Centro Iberoamericano de Cooperación de Madrid. Sobre su obra hablaron cuatro creadores españoles, Félix Grande, Francisco Nieva, Luis Rosales y Francisco Umbral, y uno argentino, Daniel Moyano. Onetti también intervino en el acto.

«¿Cómo puedo hablar yo de mi obra?», dice Juan Carlos Onetti, a quien el gesto del Centro Iberoamericano de Cooperación de organizar en su honor una mesa redonda le ha emocionado mucho. «Y no me emociona porque en este acto se tenga en cuenta la obra de un escritor, sino porque he apreciado que en España hay mucha gente que personalmente me aprecia de verdad.»Francisco Umbral, que hace diez años ya hizo públicas sus primeras consideraciones acerca de la obra de Onetti, estima que uno de los elementos de estudio más interesantes del autor uruguayo es lo que en él hay de anglosajón. En este sentido, Juan Carlos Onetti podría figurar con Jorge Luis Borges y Julio Cortázar en la trilogía de escritores suramericanos más europeos, frente a aquellos que, como García Márquez o Juan Rulfo, parecen más cercanos a las fórmulas narrativas más expresamente americanas.

Juan Carlos Onetti está de acuerdo. «En efecto -dice-, no soy lo que se llama un escritor tropical. Este fenómeno puede explicarse si se tiene en cuenta que América no es ese país selvático, alejado e igual. Hay zonas de llanura, zonas mejor comunicadas. La incomunicación que se padece en América es muchas veces intensa entre los propios países que la forman. En Uruguay yo me sentía más cerca de lo que pasaba en Europa que sobre lo que ocurría en otras naciones de nuestro continente.»

El carácter anglosajón de la literatura de Juan Carlos Onetti ha llevado a comparar su obra con la de William Faulkner, del que creían advertirse influencias en la obra del autor uruguayo. Onetti ha tomado con filosofía la comparación y ahora afirma que tiene «una gran admiración» por el autor norteamericano, aunque considera que sólo en uno de sus relatos, Para esta noche, encuentra algunos paisajes que podrían relacionarse con el estilo de William Faulkner.

Luis Rosales le debe muchas cosas a Onetti. «La vida no me va a dar nunca la alegría de escribir sobre Juan Carlos Onetti todo lo que quisiera», dice el poeta español. «Tengo que hacerlo pronto y quedarme tranquilo de una vez. Nadie puede tener una deuda y no pagarla, y yo le debo muchas cosas. Cada vez que lo leo se renueva esta deuda. No sé hasta dónde va a llegar. No es sólo admiración. No es sólo agradecimiento. No es sólo aprendizaje. Es algo más interno y personal. En realidad es un conocimiento de mí mismo que no podría tener si no hubiera leído alguno de sus libros: El astillero, Los adioses, o alguno de sus cuentos: La cara de la desgracia o El infierno tan temido. Siento su semejanza como si fuera una alucinación. No habla nunca de cosas, sino de personas que sólo se conocen porque, están deshaciéndose en sus gestos. En sus libros no describe paisajes, sino dolores, y se diría que sus personajes no tienen actitudes vitales, tienen desestimientos. Siempre están desistiendo de algo, hasta destituirse de sí mismos. Lo que los destituye es la piedad, la piedad por el prójimo. Esa piedad resignada, esa piedad impune y corrosiva que fundamenta todas las páginas de Onetti.»

Félix Grande coincide, en el examen de la obra de Juan Carlos Onetti, en algunos de los puntos del análisis de Rosales. Para Grande, «hoy ya es, afortunadamente, casi un lugar común el afirmar que Onetti es uno de los grandes creadores en lengua castellana en lo que va de siglo. Las novelas y los cuentos de Onetti, prácticamente en su totalidad, levantan uno de los más severos monasterios de sinceridad, de compasión cortésmente disimulada, de solidaridad con los sufrimientos más hondos de los hombres, y de altísima temperatura poética, con que se ha honrado a la desdicha, a la amistad, a la soledad y al amor, y juntamente al idioma español, que en su poder alcanza a ser maravilloso. La lección de decencia artística y vital de este escritor sombrío y humilde es una verdadera fiesta de moral y de expresión poética a la que sus lectores estamos convidados. La historia de la literatura ofrece algunos nombres ante los que la gratitud puede llegar a la congoja. El uruguayo (y también español) Juan Carlos Onetti es uno de esos nombres. Muchas gracias, maestro».

Daniel Moyano, escritor argentino, estima que Juan Carlos Onetti no ha caído en la tentación de escribir una epopeya, aunque su descripción de vidas sombrías, oscuras, su análisis del hombre aislado, derrotado y solitario de América resulte una verdadera epopeya. La obra de Onetti, dice Moyano, «enseña a vivir». Sus personajes son como grandes exiliados en América, seres con los que Daniel Moyano, «como ex habitante de esa tierra», se identifica plenamente.

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