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Los católicos progresistas, safisfechos con la línea programática de Juan Pablo II

Juan Arias

Los sectores progresistas de la Iglesia católica han acogido positivamente las líneas fundamentales del discurso programático de Juan Pablo II, principalmente porque ha presentado una visión dinámica de la Iglesia, «que camina en la dirección de la historia», por su referencia a la doctrina de Juan XXIII y por su clara intención de poner en práctica, hasta el final, la doctrina del Concilio Vaticano II. Juan Pablo II celebró ayer su primera misa como Papa, y su primera salida del Vaticano consistió en una visita al obispo polaco Andreas Deskur, que se encuentra enfermo en un hospital de Roma.

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Juan Pablo II, el primer Papa polaco de la historia, pronunció ayer su discurso programático en la misa concelebrada con todos los cardenales en la capilla Sixtina. Se trató de un discurso moderado, pero abierto. Un discurso, me dijo un teólogo progresista, que «nunca habrían firmado quienes en la Iglesia estaban ya pensando en los funerales del Concilio Vaticano II para volver a las intransigencias de los tiempos de Pío XII».El papa Wojtyla no fue elegido pacíficamente en este cónclave. Hicieron falta ocho votaciones, y no se sabe con qué margen de votos fue elegido, pero lo cierto es que nadie habló ayer al salir del cónclave de unanimidad o aclamación. Fue una elección reñida. Fue la victoria de quienes desean que la Iglesia siga su diálogo con el mundo en el bien y en el mal. De hecho, el nuevo Papa empezó su discurso diciendo textualmente: «Deseamos insistir acerca de la importancia permanente del Concilio Vaticano II», y añadió que «será para nosotros un empeño formal ponerlo en práctica».

Dijo aún más: No basta aceptar el Concilio, es necesario «ponerse en sintonía con él», crearse una «mentalidad conciliar», porque sólo de este modo se podrá llevar a. cabo, «con acción prudente y estimulante», la exacta ejecución de todas sus normas.

Páginas 24, 25 y última

Juan Pablo II, decidido a poner en práctica el Concilio Vaticano II

(Viene de primera página)

Lo que más ha entusiasmado a los católicos progresistas es que Juan Pablo II hizo mención a que el Concilio posee aún una riqueza que no ha sido descubierta y que es necesario que lo que aún está «implícito» se revele finalmente. Y todo esto con una visión no estática o jurídica de la Iglesia, sino como él dijo: «En la dirección del movimiento y de la vida», y en otro pasaje habló de una Iglesia que camina «en la dirección de la historia».

El cardenal Pellegrino, el más progresista de los italianos, declaró al salir del cónclave que bastaban estas palabras del nuevo Papa sobre la fidelidad al Concilio y el caminar hacia adelante para «sentir se felices». Se refería a la batalla en vísperas del cónclave de los cardenales progresistas para evitar una candidatura Siri o semejante que hubiese hecho retroceder a la Iglesia a antes del Concilio.

Otros cardenales no italianos declararon con gran candor que habían venido al cónclave dispuestos a votar un italiano, pero «puesto que no fue posible ponerse de acuerdo» eligieron aun no italiano. El mismo cardenal Siri afirmó que «todos los pronósticos habían sido derrotados».

El papa Wojtyla defendió también en su discurso con gran fuerza la colegialidad de los obispos y dio a entender que el Sínodo podrá adquirir mayor importancia.

El nuevo Papa había pronunciado durante el Concilio unas palabras que indicaban toda su apertura sobre el diálogo. Había dicho exactamente: «No puede existir diálogo si la Iglesia se coloca por encima del mundo y no en el mundo. La Iglesia debe presentarse al mundo no como docente pidiendo sólo obediencia y hablando autoritariamente, sino que más bien debe buscar junto con el mundo cómo encontrar la verdad, porque si no el suyo sería sólo un soliloquio.»

A la distancia de catorce años, Juan Pablo II recuerda en su primer discurso papal los mismos conceptos. Citando a Juan XXIII recordó ayer a los cardenales que la Iglesia, como se presentó en el Concilio, no busca sólo la unidad interior de los creyentes, sino que es también un sacramento universal de unidad «para todo el género humano».

"La división de los cristianos no debe continuar"

Condenó todos los abusos en la aplicación litúrgica: «Tanto las innovaciones incontroladas, dijo, como los rechazos obstinados de lo que ha sido legítimamente introducido.» Del ecumenismo afirmó el Papa que «ya no es posible que continúe el drama de la división entre los cristianos», a la que, calificó de «escándalo». Dijo, que abriría su pontificado a «cuantos están oprimidos por cualquier tipo de injusticia o discriminación», tanto por lo qué se refiere «a la economía y la vida social como a la vida política, a la libertad de conciencia y a la justa libertad religiosa».

Como Juan XXIII se dirigió en su discurso varias veces no sólo a los católicos sino también «a todos los hombres de buena voluntad, hijos de un único Dios». Para manifestar el deseo de dar con su pontificado un impulso a la paz, al desarrollo y a la justicia internacional afirmó: «No nos mueve en esto ninguna intención de interferencia política o de participación en la gestión de las cuestiones temporales.» La Iglesia, dijo, realizará una acción sólo, espiritual y, evangélica para luchar contra «las desigualdades e incomprensiones, causas de tensiones y conflictos en muchas partes del mundo y amenaza de catástrofes aún mayores».

Los comentarios de la. prensa y de las diversas fuerzas políticas son unánimes en algunos puntos concretos: un Papa no italiano «subrayará mejor la universalidad de la Iglesia, respetará la independencia de la Iglesia italiana y pondrá fin al binomio Iglesia-curia romana». Ya el hecho -destacan algunos periódicos- de que a un Papa no italiano se le llame «extranjero» es una incongruencia en una Iglesia que es por esencia «universal».

El diario Il Manifesto, de la nueva izquierda, dice que el nuevo Papa "tiene fama de ser un moderado anti-comunista que sabe dialogar con los comunistas». El radical Eugenio Scalfari, director de Repubblica escribió ayer que en una sociedad a la que le cuesta tanto cambiar a sus hombres, paradójicamente «la Iglesia se ha mostrado como la más joven de las instituciones».

El órgano oficial de¡ Partido Comunista L'Unita afirma que el nuevo pontificado «no puede considerarse transitorio», porque Juan Pablo II tiene sólo 58 años, podría significar un empujón «a la universalidad y a la acción evangélica de la Iglesia respecto a los residuos confesionales y temporalistas de la eclesiología y de la teología». Y L'Avanti, órgano del Partido. Socialista, subraya que la elección de Wojtyla demuestra que los cardenales italianos no estuvieron de acuerdo, y que en este caso esta nueva página de la Iglesia es aún más importante porque rompe tradiciones que parecían eternas. Y el primer diario italiano Corriere della Sera escribe en su editorial: «Con Juan Pablo II se ha producido la definitiva evolución del camino conciliar. »

Ayer por la tarde el Papa salió por primera vez del Vaticano. Concretamente fue a visitar en el hospital Gerneli de Roma a monseñor Andreas Deskur, obispo polaco y amigo personal del Papa, que desde el pasado día 13 se encuentra gravemente enfermo. Mañana se celebrará la tradicional audiencia que concede el Papa al Colegio de Cardenales y el próximo domingo la solemne ceremonia del comienzo oficial del pontifica do de Juan Pablo II, en el atrio de la basílica de San Pedro.

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